Parte 9

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Nos tumbamos en el mullido suelo de hojas. Tengo a Aldair a un lado y a Kara en el otro. Kara me da la espalda y se queda dormida en un segundo, tiene esa suerte. Aldair me mira. No puedo verle bien, pero siento sus ojos en mí, me pone nerviosa. Es curioso pienso, puedo enfrentarme a hombres enormes en la batalla sin ningún temor ni nerviosismo en mi barriga y, sin embargo, él me hace sentir como un flan recién cocinado. Cuando ya he desistido de quedarme dormida siento su mano en la mía, caliente, serena, fuerte. El frío se cala hasta mis huesos pero su mano me da el calor que necesito para dormir. Me voy aferrando a él y me quedo dormida. Esta noche no sueño, solo siento su calor en mí. Me reconforta y me cura el corazón.

Abro los ojos, me molesta la luz y no quiero soltarle. He dormido bien al aire libre, no me lo puedo creer. Me siento como nueva. Me incorporo y veo a Kara mirándonos. Aldair aún me coge la mano, la dejo ir poco a poco mientras se da la vuelta dormido. Me levanto sin hacer ruido. Kara me sigue mirando alucinada.

—¿Te acuestas con él? —casi me chilla con una mezcla de sorpresa y repulsión.

— sssssshhhhh, no, además no es asunto tuyo. —digo ofendida. En un susurro cojo a Kara por el brazo y me la llevo lejos de Aldair para que no pueda oírnos.

— Entonces, ¿qué hacia cogiéndote la mano? —sigue con cara de sorpresa. Kara me cohíbe como nadie. A parte de ser una luchadora increíble es mi mejor amiga, se lo cuento casi todo, supongo que por eso su voz tiene unas notas de tristeza y me siento fatal por no haberle dicho nada.

—Es difícil, Kara. Le conozco desde que era muy pequeña, éramos como uña y carne. –intento hacer que me entienda pero su cara sigue siendo una boca abierta y unos ojos desorbitados.

—¿Difícil?, vamos Lia, vestía ropas negras, no puedes confiar en él, mucho menos quererle. —su cara de sorpresa desaparece, se convierte en ira y va acompañada de un gesto seco y rápido de su mano hacia Aldair.

—No le quiero. Le aprecio mucho, pero no le quiero. —miento. Sé que en lo más profundo de mí no solo le quiero, sino que le necesito. Ahora al decirlo en voz alta me doy cuenta que en estos ocho años le he echado de menos más de lo que me pensaba—. Además confío en él, nos ha ayudado a saber los planes de Opal, nunca a sentido el negro, Opal nunca le ha tocado.

—Lia, he visto como os miráis, no soy imbécil, solo prométeme que iras con cuidado. —su tono ha cambiado, ahora es suave.

—Te lo prometo, Kara, ahora vamos antes de que despierte y nos vea aquí cuchicheando. —ella asiente. Nos dirigimos de nuevo hacia el montón de hojas otoñales, Aldair aún duerme. Kara le da una patada floja con malicia —. ¡Vamos!, que es hora de irnos. —Aldair da un brinco cogiendo su espada. Su cara es puro miedo. Da la impresión que no ha dormido en muchos sitios seguros. Lugares donde el machete es tu compañero de sueños y cualquier ruido te parece una amenaza.

Una vez nos hemos lavado la cara y bebido algo de agua, salimos al trote hacía las cuevas. Llegaremos hoy. Vuelvo a rezar a mis Dioses, a cualquiera que me quiera escuchar para que mi gente no este muerta aún, para tener la oportunidad de defendernos. Hoy no pienso en nada más que no sean ellos. Hoy solo cabalgo para mi pueblo. Él que me ha guiado y seguido. Él que he alimentado y él que me ha dado de comer. Él que quiero y él que me ha querido. Hoy soy uno de ellos. No sé que me encontraré al llegar. Quedan pocos kilómetros y me preparo para lo peor, siempre lo hago. Entramos por el desfiladero del Tuerto. Al fondo veo movimiento de gente. No puedo distinguir aún de quien se trata, pero acelero a mi caballo. Viento casi vuela. Siento el viento frío que me despeja para la batalla, pero al llegar veo que por suerte no hay batalla que librar. Mi pueblo se mueve nerviosos, agitado y rápido, pero vivo. Eso es lo que importa. Yann a llegado a tiempo para avisarles. Veo mis niños corriendo hacía el bosque con sus cosas. Con lo poco que tiene o lo poco que han podido coger. Mujeres con bebes en brazos organizando a sus hijos. Ancianos llevan sacos de comida y los cargan en carros, intentan coger todo lo que pueden. Tendrían que haberse ido ya, pienso. Ni siquiera sabemos cuando atacaran. Necesitamos saber dónde están. Kara y Aldair están detrás de mí. Aldair ya ha saltado del caballo para ayudar a una anciana a llevar un saco de avena.

Tierra OscuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora