Capítulo 1: La hipótesis

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"La verdad se corrompe tanto con la mentira como con el silencio. - Cicerón"

Suelo recordar frecuentemente un documental que había visto con mi padre hace muchos años. Trataba sobre las acciones involuntarias que realiza el cuerpo humano; ya sabes, esas como respirar o parpadear. Sin embargo he notado que existe un hecho curioso que siempre ocurre cada vez que eres consciente de ello; al parecer nuestro organismo olvida hacerlo por sí solo, dejándote a la deriva, como si dijera "Estás por tu cuenta amigo", y entonces te toca tomar el control manual. Donde empiezas a actuar como... como si estuvieras ahogándote en una piscina, si tuvieras un tic nervioso o un espíritu maligno. Cosa que no creo que poseamos; y si lo tienes, por favor no te lo tomes personal, no tengo ningún problema con las personas con tics, ni mucho menos con espíritus malignos, son geniales una vez los conoces.

Volviendo al tema; estoy segura que muchos ya sabían ese hecho, y tal vez me consideran una estúpida/quejosa/hijadelmontón por señalar lo obvio, pero lo que he venido a exponer, es algo aún más genial de lo que acabo de explicar. En verdad lo que quiero es presumir que he creado una nueva hipótesis; sí, soy así de genial e inteligente para crear una hipótesis (así que borra esa expresión de aburrimiento y presta atención).

Me he planteado que, si respirar es una de las labores instintivas, supongo que pensar también lo es; quiero decir, siempre lo hacemos: pensamos en la ducha, en el baño, mientras comemos, mientras tratamos de dormir, leyendo un libro, haciendo los deberes, durante clases (mientras dormitas quiero aclarar, no cuando estás como zombie mirando a tu profesor de Economía divagar sobre el capitalismo); es decir, no es como si paremos de hacerlo en algún momento ( y si lo haces, no sé cómo has llegado hasta este punto).

De cualquier modo siempre pensamos, así sea inconsciente, no importa. Pero ten por seguro que te entregan una prueba (en este caso de biología), en resumidas cuentas, tu cerebro te dice "Buena suerte la próxima" y apaga el modo automático. Y es entonces cuando tú, mi amigo, estás en problemas.

En estos casos me pongo a pensar que tal vez no sirva para ser un ciudadano promedio ya sabes, esos que tienen una carrera, se casan con un contador, tienen dos hijos y una casa en los suburbios, a la que terminan hipotecando. Olvida la carrera a la que invirtió tantos años de su vida, y en vez de ello, se dedica a cuidar a los mellizos y tener comida caliente para su esposo; que en realidad, después de 7 años de matrimonio está tirándose a su secretaria, veinte años menor, en el escritorio, donde tiene la foto de su familia.

Ehem... Bueeeno... en dichos casos me planteo escapar, y sí lo sé no es muy original, pero es la única solución que a veces puedo encontrar. Y te aseguro no ha sido sólo una idea, creo que lo he planeado a fondo, sin embargo hay cosas que hay que pulir. Parte del plan es siempre dejar un dólar con cincuenta centavos, que según mi mapa del autobús, alcanza para un viaje el sector 6 que es el barrio marginal. Estando allí, me acercaría al circo local, que allá se asienta, esperando a que me acojan.

Sin embargo, hasta ahí llega mi propósito. Porque en verdad no poseo ningún talento especial, soy la persona más carente de equilibrio que todo Illinois ha conocido, creo que hasta la entrenadora Miller a veces se apiada de mí y me deja pasar. Sabiendo esto podría tachar (con doble x) el trabajo para la mujer elástica, seguido de malabarista, cualquier cosa que tuviese que ver con alturas o animales salvajes; de ser así me quedaría la mujer barbuda, y eso es imposible, ya que mi barbilla carece de vello facial y las pelucas me dan alergia. Lo sé porque una vez me puse un juego de barba y bigote falso para un disfraz de rabino en el Halloween de hace dos años, al quitármela mi piel, extremadamente pálida, se llenó de manchas rojas (extremadamente rojas) y empezó a picar como un demonio.

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