La huida

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Miré a todos sitios difícilmente puesto que no había casi nada de luz (tan solo una bombilla en todo el pasadizo), vi una silueta de una persona a tan solo dos metros de nosotros.
Yo: ¿Cómo te llamas?
Persona: ....
Antonio: ¡Contesta!
Persona: ....
Yo: Tú mismo.
Levanté mi hacha dispuesto ha destrozarle la cabeza de un golpe, cuando tan solo estaba a dos metros de lo que parecía un mordedor escuché algo.
Persona: ¡No!
Frené rapidamente pues esa voz me resultaba familiar.
Yo: ¿Quien eres? Me suena tu voz.
Persona: ¿Emmanuel? ¡Menos mal que te encuentro! Soy Ainhoa.
Yo: ¿Qué haces aquí? ¿Estás bien?
Ainhoa: Sí, estoy bien. Menos mal que te he encontrado porque venía desde Alicante para ir a una pasarela y me pasé por aquí a verte pero cuando estaba entrando en el pueblo esas cosas atacaron mi coche matando a mi amigo que era el conductor, vi este lugar y me metí aquí desde la trampilla que hay fuera.
Josema: Vale, me he perdido.
Yo: Te presento, esta es Ainhoa una amiga que conocí mientras estaba de vacaciones en Alicante.
Josema: (Dándole dos besos) Encantado.
Una vez se presentaron todos se escuchó un gruñido.
Víctor: Esto... al entrar cerrastes la trampilla ¿Verdad?
Ainhoa: Pues ahora que me acuerdo... ¡no la he cerrado!
En ese momento ví como una criatura (parecida a un perro pero era mas grande de lo normal) saltaba sobre nosotros con fiereza, tiré a Josema al suelo y la criatura chocó contra mí, entonces me encontraba en el suelo con este ser sobre mí, lo agarré por el cuello para qué no me mordiera, ví la maldad reflejada en sus oscuros ojos, de su boca sobresalian unos enormes colmillos, fue entonces cuando en un visto y no visto la criatura salió despedida de encima mía, fue Antonio con su bate quien me salvó la vida.
Yo: Joder, gracias de verdad.
Antonio: No tienes qué darlas.
Josema: (Muy poco después de que hablara Antonio) Las gracias te las deberia dar yo.
Yo: No tienes qué hacerlo, somos un equipo.
Me levanté y cogí mi hacha.
Ainhoa se puso detrás de mí y salimos de allí.
Al salir habia unos 20 mordedores merodeando por la calle, estos nos vieron e inmediatamente venian hacia nostros, no podiamos con tantos y decidimos correr lo más rápido posible a la casa más cercana.
Estaba cerrada pero Josema no se paró a llamar a la puerta y rapidamente le pegó una patada abriendola así de par en par.
Entramos y cerramos rapidamente.
No parecía haber nada en esta casa.
Yo: Busquemos recursos. Dos a la planta de arriba, dos a la cochera y otro buscará en esta planta con mi perro Zeus.
Ainhoa y yo miramos en la planta superior, Víctor con Zeus en la parte principal de la casa y los otros dos en la cochera.
Arriba encontramos poca cosa: un mechero, una cartera y una mochila.
Abrí la cartera y entonces observé algo importante, era la cartera de un policía.
Yo: Ainhoa, buscá rapidamente algun arma de fuego por el cuarto matrimonial mientras yo lo hago por el pequeño.
Poco despues me llamó.
Ainhoa: ¡Mira!
Me mostró una pistola con el cargador lleno (15 balas de 9mm) y unas esposas con las correspondientes llaves.
En la cochera...
Antonio: aquí no hay una mierda, solo este maldito coche sin las llaves.
En toda la casa se escuchó un grito de Víctor.
Bajé rapidamente las escaleras y allí ví como dos mordedores habian entrado en la casa, uno de ellos lo mató mi perro pero el otro consiguió alcanzar a Víctor por la espalda y le mordió en el cuello. Víctor grito fuertemente mientras una lágrima recorria su cara.
En ese momente Zeus saltó sobre el mordedor y fue directamente al cuello por lo que consiguió al final arrancarle la cabeza.
Víctor calló muerto al suelo...
Lo unico qué pudimos hacer era bajar rapidamente a la cochera, Josema hizo un puente y arrancó el coche.
Yo: ¿Sabes conducir?
Josema: Mi difunto abuelo me enseñó.
Pisó el acelerador y salimos de allí rompiendo la puerta de la cochera.
Mi perro Zeus (un Pastor Alemán) venía detras nuestra corriendo y Josema abrió el maletero para que este saltara dentro.
Una vez dejamos a los mordedores atrás paramos en una casa y nos adentramos en ella.
No habia nada ni nadie, cerramos las puertas y le pusimos peso detrás para que nada pudiera entrar.
Decidimos que allí podriamos pasar la noche y así lo hicimos.
En esa casa habia un teléfono y pudimos realizar unas llamadas.
Antonio llamó a Ana.
Antonio: Ana, ¿Donde estás?
Ana: Estoy en la calle Sevilla debajo de un coche, no puedo salir porque hay de esas criaturas.
Antonio: Vale, no salgas de ahí, al amanecer iremos.
Josema llamó a Ángela y le dijo el lugar donde se encontraba.
Ainhoa hizo unos macarrones con tomate que encontramos allí, cenamos y nos fuimos a dormir, pero a mitad de la noche pasó algo que nadie creía posible...

Vivos pero muertosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora