Sus padres se desmoronaron sobre el piso, las tablas de madera se llenaron de sangre, sangre que salía de sus bocas de sus ojos de sus narices. Recostados en el piso, parecían sudar sangre. Ella, su única hija observaba impotente y aterrada, sin saber qué hacer, ¿Cómo ayudarles?, cuando al fin supero su miedo y su sorpresa se acercó a los cuerpos cubiertos de sangre.
-¿Mamá? ¿Papá? ¿Qué les pasa? Despierten – dijo inútilmente, mientras empujaba con sus pequeñas manos los cuerpos de sus padres que ya habían comenzado a enfriarse.
Se dio cuenta a los pocos minutos que sus intentos eran inútiles y busco el teléfono, ¿Cuál era ese número? Ese al que llamas cuando tienes un accidente, no lo sabía, llorando de la desesperación abrió la puerta de su casa y se aventuró al frio mundo de afuera, que ahora se había convertido en el mismo infierno.
El sonido de un avión estrellarse al extremo de la ciudad la dejo sorda unos minutos, pero recupero rápidamente la compostura y corrió por esas calles repletas de cadáveres buscando alguien que ayudase a sus padres.
En sus ojos verdes se reflejaban miles de cadáveres, gente agonizando en las aceras, no eran víctimas del virus que ya se había cobrado todas las vidas podía, sino de accidentes, por aquí y allí, un auto estrellado, una ventana rota, una casa en llamas, la gente corría hacia todas partes. La pequeña niña tuvo suerte de apartarse a tiempo ante una turba enloquecida que corría intentado salvar su vida, con tal de huir nadie se fijaba que pisaban, no era un muy buen augurio caerse.
Entre gritos y suplicas, aparecieron ellos como ángeles, con sus túnicas blancas atravesaron la ciudad ajenos por completo al caos, caminaban con una tranquilidad sorprendente, al verlos la gente entro pánico, corrieron a esconderse, sus rostros pálidos de ojos rojos advertían que no eran humanos.
Pero para la pequeña ellos parecían ángeles. Fue ella quien se les acerco, tomo con sus pequeñas manos la capa de uno y la jalo para llamar su atención.
-Señor, señor algo les pasa a mis padres, puede ayudarnos. Los ojos rojos del vampiro se posaron fríos y crueles sobre la pequeña, pero ella no reparo de su aspecto inhumano, no noto sus dientes inusualmente largos, ni sus afiladas orejas. El vampiro sonrió, una expresión que le helaría la sangre a cualquiera.
-Pequeña – murmuro con su voz grave mientras se arrodillaba para acariciar los azules rizos de la niña -. No hay nada que se pueda hacer ya por tus padres, pero nosotros cuidaremos de ti de ahora en adelante, mientras no protestes estarás segura.
La niña solo pudo asentir con la cabeza y tomar la mano del vampiro, sus uñas largas y filosas le lastimaban la piel, pero no se quejó. Él vampiro la dejo en un camión, junto a muchos otros niños que gemían y temblaban tanto de frio como de miedo.
Ella no vio la entrada a ciudad vampírica, pero nunca olvidara la última vez que vio el mundo exterior. Cubierto en llamas, con un zumbido de gritos de miles de voces, los altos edificios fueron alejándose hasta convertirse en un punto de luz distante que al fin dejo de verse.
Ella y otros niños fueron asignados a una casa, eran seis en total, no los había visto en su vida, algunos lloraban, otros llamaban en susurros a sus madres y dos de ellos miraban con curiosidad su nueva casa.
Dos días después conocieron por primera vez el precio de vivir allí, una cuota de sangre que los dejaba algo mareados pero poco a poco se hizo rutina.
-¿Nombre? – preguntaron en la fila para la cuota sangre, con gesto aun un poco perdido respondió.
-Natsuki
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Hola soy su irresponsable autora que se ha ausentado por tres años, les suplico clemencia. Muchas cosas han pasado en ese tiempo y había dado por sepultada esta historia, tuve un bloqueo con ella y la había abandonado, pero he vuelto a abrir mi cuenta me ausente por un tiempo bastante grande de la plataforma, y recientemente puse en borradores la historia, pero no me he atrevido a quitarla y como a mí tampoco me gusta que dejen a medias una historia, la culminare, pero para ello necesitare volver a escribirla y solucionar ciertas cosas que causaron ese bloqueo como por ejemplo hacer que la relación entre Natsuki y Mikaela exista más allá de la sinopsis, en aquel tiempo me costaba bastante imaginarme como debía fluir una relación pero creo que ya no me resulta algo tan extraño (Ja si claro, sigues tan soltera como hace tres años).
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La sangre del pasado y futuro
FanfictionMikaela Hyakuya tiene una vida completamente vacía, solo con el deseo de rescatar a su mejor amigo y hermano Yuichiro. Natsuki desde los siete años ha vivido como ganado en la ciudad subterránea, por alguna razón, mientras los vampiros están fuera...