Siete: Búsqueda

344 39 1
                                    

Saki y los demás buscaban sin descanso a Natsuki, preguntaban en las casa vecinas si alguien había visto algo luego de que apareciera una nueva cesta de provisiones sobre su mesa, nadie veía nada pero una noche una de las niñas de la casa de enfrente aseguro que vio una persona cubierta por una capa negra detenerse frente a la puerta.

Tantos años juntos habían forjado en ellos un lazo irrompible, incluso las personas de las casas aledañas comenzaban a echar de menos a Natsuki, no era la primera vez que alguien desaparecía, como Seki no había dado mucha publicidad a los canastos de provisiones la gente asumía que tal vez Natsuki fuera asesinada por algún vampiro que se salió de control.

Querían respuestas, poco a poco Natsuki se unió a los casos de algunos chicos que habían sido asesinados, incluso con el rumor no confirmado de los Hyakuya que nadie sabía si habían escapado o los habían masacrado.

El miedo que ya inundaba las calles de Sanginem desde el apocalipsis crecía con cada nueva historia que se contaba, no todas reales, pero esta vez el miedo no los detendría, algo había cambiado en ellos desde que fueron traídos a la ciudad subterránea, la gran mayoría de ellos eran casi adultos, aunque el mundo exterior era para ellos un desierto inerte y la llegada de nuevos huéspedes a la ciudad ayudaba a agrandar esa agitación.

"Hay monstruos enormes fuera" decían "Comen humanos" muchos de los nuevos estaban muy agradecidos con los vampiros por salvarles de ese peligro. Pero una mañana uno de esos recién llegados les hablo por primera vez del ejercito demoniaco japonés los describió como personas mezquinas que nunca permitirían a más gente entrar a sus fortalezas porque eran muy cuidadosos con el número de la población.

Eso encendió poco a poco los ánimos entre los habitantes humanos de Sanguinem, en especial entre los que llevaban allí desde el apocalipsis, como los amigos de Natsuki, aunque no pudieran entrar a esas fortalezas, podrían vencer a los vampiros y hacer su propio refugio.

- Algún día podremos ver el sol de nuevo – le aseguro convencido a Saki uno de sus amigos.

- ¿Tú crees? – dijo ella levantando las cejas, Ayumu a su lado asintió enérgicamente.

- ¡Seguro algún día! Ellos podrán ser más fuertes pero nosotros somos muchos más que ellos.

Cubierto por una capucha que le trababa el rostro y solo dejaba ver sus ojos azules, Mikaela observaba y escuchaba a todo fingiendo indiferencia, las reglas dirían que debía avisar inmediatamente a sus superiores, pero en su lugar decidió callarse ¿Qué tan lejos lograra llegar ese espíritu libertario?

Pero si se lo comento a una persona, a Natsuki, últimamente pasaban mucho tiempo juntos y los demás vampiros ya habían comenzado a molestarles diciendo que son pareja.

- Tu familia humana parece estarse metiendo en un intento de revolución – soltó Mikaela en uno de los muchos entrenamientos, Natsuki que en ese momento practicaba los saltos se cayó de bruces al suelo.

- ¿Revolución? ¿Eso qué significa?

- Que quieren librarse de los vampiros – explico Mikaela.

- ¡¿Librarse de los vampiros?! ¡Enloquecieron!

- Hablando así pareciera que te gusta que estecen en Sanguinem – dijo Mikaela.

- ¡Claro que me gusta! Es una ciudad segura – dijo Natsuki y Mikaela soltó un gruñido de molestia, realmente detestaba que ella estuviera tan conforme con ser un vampiro.

- Mañana atacaremos una ciudad humana – informo Mikaela desviando su mirada fría -. Sigo en contra de llevarte, pero como ya no te congelas frente a los jinetes, Krul me ha ordenado llevarte al campo de batalla.

- ¡Genial! – dijo como siempre animosa Natsuki. Mikaela estaba muy inconforme con la repentina decisión de Krul, esa batalla sería más peligrosa que de costumbre, además tendrían que matar humanos.

La sangre del pasado y futuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora