Parte 5

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- Porque no me miras?- la pregunta salio antes de ver lo que decía. Pero me mantengo serio.

-Porque lo haría?- observa su plato.

-Y porque no?-

-No quiero-

Cierro las manos en puños hasta poner mis nudillos blancos.

-Mírame- ordeno entre dientes

-No- se que lucha por no gritármelo en la cara.

-Mírame- alzo mas la voz

-No-

-Que me mires, joder!- me levanto de golpe y estrello mis puños en la mesa. Una mano me arde pero es casi imperceptible la sensación.

-Porque insistes tanto?!- se levanta y me mira al fin.

-Porque eres tan necia?!- doy un paso hacia ella.

-Porque eres tan mandon?!- se acerca.

-Porque eres tan hermosa?!- doy el ultimo paso para quedar demasiado cerca.

Sin decir nada se me lanza encima rodeando mi cuello acercándome a ella. Pega sus labios a los míos. Nuestros labios danzan salvaje mente, una sensación desconocida y excitante me hace gemir desde lo mas profundo de mi garganta. Deslizo mis manos por su espalda hasta su trasero. La aprieto y se sobresalta provocando que pegue su pelvis a la mía. El calor de nuestros cuerpos aumenta. La tomo de los muslos y la levanto para que enrede sus piernas a mi alrededor.

Lizeth abandona mis labios no sin antes morder juguetona mente. Beso su cuello dejando a mi paso su piel erizada. Ladea la cabeza favoreciéndome mas espacio. Mordisqueo desde abajo de su oreja hasta la clavícula.

-Ni siquiera se tu nombre- murmura entre jadeos

-Parker- susurro

-Parker-repite mi nombre como si se le fuera a ir entre los dedos, y me encanta.

La siento sobre la mesa para poder mover mis manos por su cuerpo, vuelvo a besarle. Con una mano le desago la coleta y libero su cabello para que este caiga sobre su espalda. Me abraza por el cuello queriendo acercarnos. Eso es, mantente cerca, siente mi calor, el intenso palpitar de mi miembro, siente en mi el deseo de devorarte. Acerco mis labios muy cerca de su oído.

-Quiero acerté mía-digo en un suspiro. Recorro con la yema de mis dedos sus muslos con tal de hacerle ansiar lo que quiero, su piel se eriza con mi tacto y gime.

-Hazlo- sucumbe a sus deseos.

No pierdo tiempo en volver a enredar sus piernas en mi cadera y llevarla agarrada de los muslos hasta su cuarto. Con la punta del pie cierro la puerta, nos llevo hasta la cama. Apoyo la rodilla en la cama para no caerme encima de ella, nos recuesto en la cama, apoyo los codos a cada lado de ella ocultándola del mundo, solo para mi. La beso suave y lento, dándome la oportunidad de sentir y saborear sus labios. Me fijo en sus ojos cerrados.

-Abre los ojos- sobo con mi pulgar el surco de su ojo. Los abre lentamente y cuando lo hace sus ojos arden en pasión, lujuria, deseo y algo mas que no se descifrar.

Levanta las caderas rosando nuestros sexos deseosos. A no. Aquí yo tengo el control. Meto las manos por su blusa, despojándola de ella. Queda a la vista un sujetador de encaje gris plata. Muerdo su pezón sobre la tela que cubre sus pechos. Gime. Con los pulgares libero sus muy excitados pechos. Torturo con la boca uno mientras el otro con mi mano. Lizeth se retuerza y gime. Atrapo uno de sus gemidos en mi boca. Desabrocho sus pantalones y con su ayuda se los quito. Deslizo mis dedos en su entrepierna sobre sus bragas. Joder esta tan mojada, tan lista para mi.

Lizeth desliza mi camisa por mis hombros, quitando mela. Esto ninguna lo había hecho antes, me estaba desnudando mientras nos besábamos. La beso de forma intensa mientras acaricia mi pecho. Empece a bajar besando su cuello, baje mas, besando y dando suaves mordidas por su pecho.

Ambos terminamos completamente desnudos, piel con piel. Deslizo mi mano desde su cuello, por entre sus pechos, su cintura, cadera, muslos, hasta la corva de su rodilla, levantándola para que enrolle sus piernas alrededor de mi.

Sus manos bajaban por mi pecho, sus hermosos ojos no dejaban de mirarme, lo que más quería en ese momento era estar dentro de ella, así que rocé mi miembro entre sus piernas, paseando por fuera de ella, viendo como apretaba sus manos sobre las sábanas, notando como mordía sus labios y mantenía los ojos cerrados. Me acerqué a su rostro acaricié su nariz con mi nariz, besé dulcemente sus labios, su frente, entré en ella cuidadosamente. Sentí como su sexo me apresaba, sentí como sucumbía por mí, para mí. Estrecha y húmeda, la presión justa en cada uno de mis movimientos, jadeábamos, nuestras lenguas se encontraban en un interminable beso, sus piernas temblaban sobre mis muslos cuando lograba provocarle un orgasmo; sus manos se aferraban y tiraban de mis nalgas, sus dientes tiraban con sutileza de mis labios, cambiamos de posición un par de veces, jugábamos un poco, después lo hacíamos apasionadamente de nuevo. Toda ella despertaba algo en mí, su cabello, sus labios, sus ojos, su piel; resultaba imposible no caer. Después de una hora, estaba sentada sobre una pequeña barra de la habitación, sus piernas rodeaban mi cintura mientras, estando de pie, la penetraba una y otra vez. Sus brazos rodeaban mi cuello, la escuchaba gemir muy de cerca, el cansancio comenzaba a cubrirnos, pero era aún mayor la excitación, aún faltaba un poco de deseo por desbordar uno en el otro, así que comencé a acelerar mis movimientos un poco. Entraba en ella intensa y profundamente, se escuchaba en la habitación el choque de nuestros muslos, sólo esperaba el momento justo de terminar, dentro de ella. Al sentirme atrapado en su interior, presionando un poco más y acelerando los movimientos. Nuestros besos se volvieron más lentos, igual de húmedos que todo allá abajo, teníamos nuestras manos entrelazadas, sosteniéndola, arremetiendo todo mi deseo contra su cuerpo, hasta llegado el momento en el que todo se detuvo a nuestro alrededor.

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