Survivors (Sobrevivientes)

III. ¿Coincidencia o destino?

Puede ser sólo coincidencia, Jaxon no era el único con ese apellido ¿pero si fue un familiar suyo? ¿Qué pasaría entre Scott y yo? ¿Volvería a verlo como lo veo ahora.
Estoy exagerando las cosas, a demás apenas lo conozco. Estuve cerca de el mucho tiempo, pude percibir, pude sentir que es diferente. Pero el brillo de sus ojos oculta algo, oculta tristeza, tal vez vivió una mala experiencia en el pasado como yo.
Habría otra cosa en común entre nosotros.
Sé que es muy apresurado pensar así, pero creo que me gusta. El baile fue perfecto, me hacia sentir diferente que como me siento ahora, como si tuviera sentido volver a creer en el sexo masculino. Tal vez no todos los hombres son iguales.
Me doy cuenta que sigo de pie en mi jardín, Liz se asoma por la ventana y me llama.

-¿Ya vienes?

-Si, ya voy.

Entro a mi casa y se siente un ambiente diferente, más cálido, afuera hacía ya un poco de frío.
Tiene paredes blancas y lo primero que se aprecia cuando entro es la sala; una chimenea es el enfoque de ésta, los sillones son de un tono chocolate y cuelga un candelabro en el techo sobre la mesita de centro. Al fondo está la cocina. A lado de la sala se encuentra el estudio, en el hay un librero que tapiza la pared del fondo. Desde el techo hasta el suelo, esta repleto de libros de cualquier rama, al fondo hay un sillón y a lado de este hay un mesita y una lámpara sobre ella, al otro lado un escritorio viejo. En las paredes cuelgan pinturas de Da Vinci y Picasso. Mi madre pinta y admira mucho a estos artistas. De hecho salió de la cuidad para ir a exponer sus pinturas en una Galería de arte en New York.
En la segunda planta hay cuatro habitaciones que rodean la sala de películas, ésta tiene dos sofá-camas frente a una pantalla plasma.
Mi cuarto es el de enfrente de las escaleras. En medio hay una cama matrimonial con un edredón blando y cojines grises y rosas de diferentes tamaños. Al fondo hay dos sillones pequeños blancos y a lado un librero mas pequeño que el del estudio pero con la misma estructura: Desde el techo hasta el suelo. He leído desde Paulo Coelho hasta Beca Fitzpatrick y todos están en el.
En una esquina hay un vitral de tres cuadros donde estas mis cosas más valiosas: mis perfumes Girlfriend, Someday y The Key; los álbumes completos de mis artistas favoritos y un trofeo del primer lugar que gané en un concurso de talento hace tres años aproximadamente.
Frente a mi cama está el tocador, también blanco, y a un lado mi armario; lleno de ropa, vestidos, tacones y bolsas. Al otro lado de mi cama hay un ventanal que va del techo al suelo, como si estuviera remplazando una pared, lo cubren unas cortinas rosas que generalmente están medio abiertas.
Atrás de la puerta están colgados unos dos o tres sombreros, cinco gorritos y unas tres bufandas.
Al fondo de mi recámara está la puerta de mi baño.
La habitación que está pegada a la mía del lado izquierdo es de Liz, el de la derecha es su cuarto de juegos y a lado de éste, la habitación de mi madre.
Si, no tengo padre, murió de un coma diabético cuando yo tenía seis años. Ni mi madre, mi hermana, ni yo tenemos diabetes ya que a mi padre se lo detectaron cuando yo tenía cuatro años.

Voy a la recámara de Liz a darle el beso de las buenas noches. Me pongo mi ropa para dormir y me acuesto.
Suena mi teléfono y veo en la pantalla que es Karen y le contesto.

-¿Qué pasó?

-Llamo para decirte que pasare por ti a las diez de la mañana, para que estés lista.

-Está bien.

-Descansa, amiga -me contesta.

-Igual tú.
Y cuelgo.

~*~

Me despierta la alarma de mi celular y la apago, Liz sigue dormida, me pongo las sandalias y me dirijo a la habitación de mi madre, ya llegó y está dormida.
Voy hacia el baño para darme una ducha, me pongo unos jeans, una blusa lisa, un suéter beige liso, unas botas cafés, y una mascada café.
Me suelto el cabello y justo en ese momento Karen llama a la puerta.
Le dejo una nota a mi mamá de que he salido y me voy.