Ya se había hecho a la idea de que se avecinaba una época difícil y complicada para el cuerpo policial. El verano era una de las peores etapas. Las personas no querían controlarse, sino todo lo contrario: querían olvidarse de su existencia a base de hacer locuras. Y las vacaciones sólo acababan de empezar.
Todos los compañeros de Mateo odiaban esta época. En realidad, todo aquel que tuviera que ocuparse de civiles ebrios con una gran tendencia a cometer idioteces detestaba el verano. Sin embargo, Mateo había estado esperado todo el año para esto. Tenía a su alcance tres largos meses para mostrar sus capacidades y competencias, intentando así destacar entre los demás. Los veteranos dejaban espacio para los novatos, dándoles más responsabilidad y a la vez trabajo, ya que éstos habían lidiado con los mismos casos relacionados con el vandalismo y las peleas desde que empezaron a ejercer.
Sin embargo, todo quedó entorpecido con la aparición de una chica rubia que no llegaría ni a tener dieciocho. No habría sucedido nada si hubiera sido otra chica más de Madrid, aunque la realidad no era esa. Esa tal Abigail era la hija del hombre que una vez había salvado la vida de su madre.
Las noticias de los telediarios o periódicos son algo pasajero. Se olvidan si nadie las recuerda, como los hechos que van de la mano con ellas.
Varios años atrás, cuando los Iphones aún no existían, se dio uno de tantos otros atracos a una de las tiendas de un barrio pequeño de Madrid. Hoy en día sólo lo recuerdan los que estuvieron presentes ese día. Unos como un gran susto que te da la vida sin esperarlo y otros con un gran dolor ante la pérdida inesperada de un familiar y amigo.
Mateo tuvo la suerte de pertenecer al primer grupo de estas personas, pero no Joaquín, el dependiente de cincuenta años que siempre le daba caramelos cuando iba a comprar cualquier cosa que le había pedido su madre. Asistió a su funeral con su madre y lloró por la muerte de este gran hombre.
Pero por unos simples segundos de diferencia, y gracias a la aparición del ahora inspector Benet, la madre de Mateo podría haber sido otra víctima mortal de aquel atraco.
Una tarde cualquiera dos jóvenes entraron en la tienda de Joaquín. Tal vez por diversión y querer sentir la adrenalina en sus cuerpos ante el hecho de cometer un acto criminal o por la desesperación ante la falta de dinero. Entraron armados y gritaron lo que vemos en las películas: "Todos al suelo y con las manos en la cabeza". Ninguno se abstuvo de no obedecer. Mateo aún podía recordar el cuerpo tembloroso de su madre cubriéndolo sobre el suelo y las palabras que le decía al oído sollozando: "No pasa nada, Teo. No te preocupes. No tengas miedo."
Sin embargo, él no sintió miedo, sólo el frío de las baldosas sobre su mejilla derecha y un líquido viscoso que le empapaba el pantalón-los huevos que acababa de comprar con su madre y que se habían estrellado contra el suelo cuando ésta dejó caer la bolsa.
Los atracadores se dirigieron a la caja registradora, pero al parecer no quedaron satisfechos con el botín. Ordenaron que todos los presentes se deshicieran de sus pertenencias valiosas: carteras, joyas o cualquier otro objeto de valor. La última fue la madre de Mateo.
Entregó entre llantos todo lo que tenía, excepto la alianza de su esposo que colgaba de una cadena en su cuello. Suplicó que no se la quitasen, que era lo único que le quedaba de su difunto marido. Hizo agotar la paciencia de uno de ellos, concretamente del que la estaba apuntando con la pistola.
Luego todo ocurrió muy rápido. La madre de Mateo fue golpeada en la cabeza con la culata de la pistola del atracador que tenía enfrente de ella, abriéndole una brecha en la frente y haciendo que cayese aturdida sobre su hijo. Joaquín se acercó corriendo para ayudarla, pero el atracador que estaba a unos pasos de ellos le disparó a la altura del pecho, perforándole un pulmón. Joaquín cayó al suelo con un ruido sordo apretándose la herida temblorosamente. El que había disparado se acercó hasta su compañero, entre los gritos y llantos de los clientes, y apuntó a la madre de Mateo.
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Entre Policías
Подростковая литератураCumples dieciocho años y el verano acaba de empezar, ¿cuál sería la mejor manera para estrenarlos? ¿Celebrar una fiesta de cumpleaños por todo lo alto e invitar a Rihanna para un concierto privado? ¿Qué tus padres te compren un coche de gama alta o...