Capitulo 3

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Dentro de la comisaría se notaba que se habían dado varios casos iguales al de las jóvenes Abby y Lucía.

Los teléfonos no paraban de sonar y los agentes no disponían de tantas manos para contestar a todos a la vez. Se oían algunas voces imponiéndose sobre otras, dando órdenes y avisando a los demás para que se organizasen. Algunos agentes corrían de un lado para el otro con algunos archivos y otros hablaban con varias personas que estaban ahí claramente en contra de su voluntad, cosa que se reflejaba por su enfado y  las muñecas esposadas.

A todo esto, si le sumábamos el calor de esa noche, que ni tan siquiera el aire acondicionado de la comisaría ayudaba a que el sudor dejase de correr por las frentes de todos aquellos que estaban en su interior, se incrementaba el mal humor y la falta de paciencia de la gente haciendo que se crease un caos.

Durante el trayecto hasta la comisaría lo único que se había oído era la radio del coche policial y algún que otro bostezo, pero ningún comentario de las chicas, las cuales estaban inmersas en sus pensamientos. Una se preguntaba si había sido un error cargar con toda la culpa en un principio, aunque pronto desechó esa idea ya que se dijo que debía hacer lo correcto. Mientras la otra daba vueltas en su mente a miles de ideas sin llegar a una solución rápida para aquel problema, buscaba una salida, una puerta trasera imaginaria por la cual escapar sin que su padre pudiese encontrarla.

Al salir del coche, Abby inspeccionó y contempló el sitio con mucha más seriedad que Lucía para luego soltar un suspiro de alivio, aunque pronto volvió a su estado de intranquilidad.

''No me voy a librar'', pensó la joven rubia mientras atravesaba la puerta de entrada de la comisaría y miraba a todos los presentes, en especial a los agentes, buscando caras conocidas.

Los agentes Martínez y González sentaron a las chicas delante de unos escritorios contiguos y las dejaron a cargo de los oficiales que estaban en ellos encomendándoles la misión de que llamasen a los padres de éstas para que viniesen a recogerlas y que no las dejasen irse hasta que llegasen.

Encima, tanto el agente González y Martínez, estuvieron de acuerdo en que no hacía falta ponerles cargos ya que no se había aclarado nada-o casi nada- del porqué de la llamada de la señora.

Ni qué decir que las jóvenes se quedaron estupefactas. La suerte hoy les había sonreído. Aunque Abby ya se imaginaba que esto era también una ventaja para ellos porque así tendrían menos trabajo al no rellenar el papeleo. En cambio, los oficiales que tuvieron que quedarse con ellas no corrieron la misma suerte, ya tenían bastante trabajo como para sumarles un extra.

Las dos chicas se miraron inquietas, una más que la otra, cuando los agentes que las acompañaban se fueron para seguir patrullando.

''¿Y ahora qué?'', se preguntaron las dos a la vez mientras se dirigían miradas de complicidad.

No sabían qué hacer y tampoco cómo reaccionar. ¿Acaso los oficiales que tenían enfrente de ellas iban a hacer caso a lo que les habían dicho sus compañeros o iban a abrirles un expediente o incluso algo peor?

Las dos estaban reprochándose mentalmente por la manera tan estúpida con la que se habían comportado, como si fuesen dos niñas pequeñas que no tenían uso de razón.

No hacía falta ser un genio para saber que las dos estaban arrepentidas y deseaban estar en cualquier otro lugar que no fuera el actual.

Un silencioso ''lo siento'' fue gesticulado con los labios por Lucía y dirigido a la rubia antes de girarse y responder a la pregunta que acababa de hacerle la agente que tenía delante de ella.

Una mujer mayor de tez morena y con profundas ojeras bajo los ojos atendió a Lucía amablemente haciendo que la joven se relajase lo suficiente como para que pudiese hablar sin que le temblase la voz durante la próxima hora. La agente le hizo unas cuantas preguntas y le aclaró que al tener aún solamente diecisiete años habría tenido la suerte- de todas maneras- de salir sin ningún cargo, aunque habría sido fichada. Sin embargo, gracias a los otros dos agentes su nombre estaba limpio.

Entre PolicíasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora