—Me da miedo hablar demasiado —confesó ella.
—No será demasiado.
—Me da miedo decirte la verdad.
–Eleanor...
–Park...
—No te gusto... —apuntó Park mientras se apretaba la base del teléfono contra la costilla inferior.
—No me gustas, Park —repitió Eleanor en un tono que, por un instante, sonó como si hablara en serio—. Yo... —su voz casi se esfumó— creo que vivo por ti.
Park cerró los ojos y dejó caer la cabeza contra la almohada.
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