Recordó sus brazos enredados, sus pequeñas bromas privadas, cómo se sentía cuando iba a su casa después de clase y la veía mirando por la ventana. Extrañaba todo. Había pensado en ir a la universidad con ella, en tener la libertad de dormir con ella cuando quisiera, los dos juntos en Northwerstern. También eso extrañaba, y ni siquiera había sucedido. Extrañó el futuro que había imaginado.
«Puedes querer mucho a alguien –pensó–. Pero nunca puedes querer a nadie tanto como puedes extrañarlo»