-Más vale que te acostumbres cuanto antes -dice, con serenidad pero con firmeza-. Todo lo que fuiste, la vida que tenías, la gente a la que conocías... es polvo -menea la cabeza y su tono se endurece-. No hay un antes. Solo hay el ahora y lo que venga después.
Luego sale al pasillo. Se lleva la linterna y me deja en una oscuridad completa. El corazón me madre a toda velocidad.
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