CAPÍTULO 2

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Llegó el día hoy iba a ver otra vez a Alejandro. Fui en mi bicicleta rápidamente para no llegar tarde porque me habia demorado demasiado vistiendome.

Cuando llegué el ya estaba por irse.

- Alejandro. Grité.

- Marina. Dijo y vino corriendo hacia a mi.

- Perdón por llegar tarde. Le dije.

- Pensé que ya no ibas a venir. Dijo.

- Yo también sentía miedo de que no vinieras. Le dije.

- Pero ya estamos aquí. Dijo.

- Y para que me querías volver a ver. Le dije.

- Para conocerte mejor. Saber más de ti. Dijo.

- En serio. Y porqué. Le pregunté.

- Porque desde que me tropecé contigo ayer no he dejado de pensar en ti. Dijo.

- En serio. Dije.

- Si. Dijo.

- Es que es muy difícil de creer. A penas nos conocimos ayer. Dije.

- Si lo sé y no estoy diciendo que estoy enamorado de ti y ni siquiera que ya nos vamos a casar. Solo que ne gustas desde que te vi ayer. Dijo.

- Pues entonces tu también me gustas. Dije.

- Que tal si nos conocemos mejor. Dijo.

- Me parece una excelente idea. Dije.

- Por qué no empezamos por ir a surfear. Dijo.

- Vamos entonces.Dije.

Pasamos toda la tarde surfeanfo y divirtiendonos en la playa.

- Bueno eso es todo por hoy. Le dije.

- Si. Bueno ya me voy. Dije.

- Espera un momento. Dijo.

Sacó una pluma de la bolsa que traía y me cogió la mano y me empezó a escribir su número de teléfono.

- Y se supone para que es esto. Dije.

- Para que me llames para cuando sera la proxima vez que nos veamos. Dijo.

- En serio quieres que yo te llame. Dije.

- Si porque tengo que esperar a que se cumpla tu voluntad de verme. Dijo.

- Yo te llamo. Le dije.

Se me acercó y me dio un beso en la mejilla.

- Hasta cuando me llames. Dijo

Me subí a mi bicicleta y le grité.

- No esperes mucho que no me voy tardando mucho. Le dije.

Llegué a mi casa y allí estaba mi abuelo preparando la cena.

- Hola. Le dije.

- Hola mi vida como te fue. Dijo

- Excelente. Dije.

- Entonces si es una buena persona. Dijo.

- Sí. Excelente persona diría yo. Dije.

- Me parece muy bien. Dijo.

- Y que hiciste de cenar. Dije.

- Te hice el arroz con pure y pollo apanado que te encanta. Dijo.

- Bueno entonces ya no esperemos tanto. Dije.

Nos sentamos a comer y luego nos fuimos cada cual a su recámara.

Me puse a pensar si llamaría o no a Alejandro. Me dije a mi misma.
- Mejor es que lo haga sufrir un poquito.

Pasó una semana y estaba en mi recámara todavía pensando si valía o no la pena llamarlo.

En ese instante tocaron mi puerta.

- Puedo pasar mi vida. Preguntó mi abuelo.

- Claro que sí. Dije.

En ese instante entró.

- Sabes hay alguien que te está esperando en la sala. Dijo.

- Me puedes dar una pista de quien es. Le dije.

- Pues averigualo tu misma saliendo. Dijo.

Me levanté rápidamente de mi cama y salí. No podía creer a quien estaba viendo frente a mi.

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