Una Promesa

16.3K 762 4
                                    


Todos mis sentidos estaban despiertos. La piel me quemaba bajo las rudas manos que sujetaban mis caderas. En mis oídos resonaban los gruñidos animales que hacían eco en la cámara iluminada por la luna. Mis ojos estaban clavados en el suelo de brillante madera, en el que se reflejaban nuestras sombras. El interior de mis muslos estaba húmedo y pegajoso y pensé en los dientes de Sean clavándose en mi hombro mientras por fin lograba mi propia satisfacción.

Así empezaron mis visitas nocturnas a la cámara de Sean.

Cada noche me daba más placer que la anterior y ya no me sentía avergonzada. De hecho, mi Bestia me parecía cada día menos bestial y mi afecto por él hacía que a veces me pareciese hasta guapo. Aun así, cada noche, cuando me pedía que me casara con él, yo declinaba la oferta.

Un día, varios meses más tarde, recibí un mensaje de que mi padre estaba enfermo. Durante la cena le mostré el mensaje a Sean. Después de leerlo, él me miró horrorizado.

—Por favor, no te vayas, Jeannie —me suplicó.

— ¡Pero debo ir! Si algo le ocurriese a mi padre sin que volviera a verlo jamás podría perdonarte :smileysad:

Sean se quedó en silencio un momento.

—Jeannie, si te vas del castillo será mi muerte.

—No lo entiendo —repliqué yo, irritada de repente con tanto misterio. Se había convertido en un asunto sin resolver que tantas preguntas permanecieran sin respuesta—. ¿Podrías explicarme esas misteriosas palabras?

—No puedo —contestó él. Pero su pena por no poder contarme la verdad lo hizo aún más indulgente—. No te detendré si quieres irte... mientras prometas volver antes de un mes. Si estás fuera de aquí más de un mes, moriré.

—Te lo prometo —suspiré yo, sabiendo que no me contaría nada más.

—Espero que cumplas tu promesa, Jeannie —suspiró Sean, levantándose. Pero en la puerta, se volvió—. Habrá dos arcones para ti. Llénalos con todo lo que quieras y llévaselos a tu familia.


Esa noche deseaba más que nunca ir a la habitación de mi Bestia, pero tenía tantos preparativos que llevar a cabo antes de mi jornada que me puse a trabajar frenéticamente.

Cuando por fin entré en su habitación, estaba temblando de deseo. Él estaba sentado en una silla, en una esquina de la oscura estancia. Quitándome la bata, me coloqué sobre la cama en la postura que a Sean más le gustaba. En unos segundos, mientras esperaba, estaba completamente húmeda y deseándolo con todo mí ser. Así era para mí con Sean. Resultaba suficiente con esperarlo, desnuda, temblando, apoyada en las manos y los pies, anticipando lo que iba a llegar...

Ni siquiera lo había oído moverse cuando, de repente, sentí sus crudas manos acariciando mi piel.

—Date la vuelta —me dijo de pronto.

Yo me quedé sorprendida.

—Quiero ver tu cara esta noche.

Intrigada, obedecí su petición y me di la vuelta, quedando tumbada de espaldas. En silencio, lo vi quitarse la ropa, observándolo abiertamente por primera vez. Parecía mucho más fiero, más animal sin sus ropas. Pero temblé de emoción mientras él me miraba. De nuevo, como aquella primera noche, se me ocurrió que era más bestia que hombre.

«Pero es un hombre», pensé luego, negándome a aceptar una idea en la que, si insistía, podría dar por finalizadas mis noches con él. Sin embargo, cerré los ojos cuando se acercó, desnudo.

— ¡Abre los ojos, Jeannie!

Yo obedecí y, al hacerlo, vi su miembro erguido casi sobre mis labios. Sean tomó mi cabeza con una mano, pero yo me resistí. Se refrenaba para no forzar su miembro en mi boca, pero no soltaba mi cabeza.

Entonces miré el objeto que había delante de mí. Era de forma diferente a la de un hombre, además de ser mucho más grande, y mucho más oscuro. Tentativamente, saqué la punta de la lengua, ligera y cautamente rozando el miembro que tanto placer me daba.

Vi temblar a Sean y, de repente, sentí el deseo de darle placer. De modo que abrí la boca y lo acaricié con mis labios, al principio despacio. Pero pronto me encontré a mí misma chupando ansiosamente.

La Bella y La bestiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora