1. La ciudad rota.

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Sonó la campanita de la biblioteca tras de mí, avancé entre la mitad de las dos columnas de las estanterías hacía el escritorio que había sido de Ezra, ahí estaba, Mary, me detuve en la tercera estantería de la columna de la derecha, como siempre ahí estaba, la cinta dorada que había atado en un tubo de soporte de la estantería, miles de recuerdos pasaron frente a mis ojos, recordé a Ezra mirándome con ternura "-¿Sabes que me decía mi padre justo antes de que se fuera a la armada?" había preguntado, me había contado como su padre le había sugerido que en vez de forzar su mente para recordar ajustara una cinta donde quería recordar y así fue como deslizó su cinta dorada entre entonces mis manos diminutas. Parpadeé y aleje los recuerdos, subí mis manos y empecé a hacerme un moño mal hecho, seguí hacía Mary.

-Buenos días.- saludó sin humor mientras terminaba de ajustar mi cabello.

-De buenos no tienen nada, pero bueno, ¿que se le hace?, ¿ha llegado algo para mi?- pregunté con esperanza, cada mes hace cuatro años esperaba una carta de mi padre o de mi hermano siempre con la misma esperanza de el primer día. Mary me miro con incredulidad.

-Ya sabes la respuesta a eso.- y si que la sabía, no había llegado, sentí un remordimiento que había crecido hace años.

-¿Y hay tal vez...? ya sabes...

-No,- su rostro se endureció- yo no soy él.-dijo sin mas, eso fue suficiente para darme la vuelta y irme por la misma puerta por la que había llegado.

-Espera- dijo en susurro justo antes de que abriera la puerta, estaba tan vació que ese suave susurro se escucharía en toda la biblioteca.-tengo algo para ti.- me interesó, siempre me interesaba, mi curiosidad siempre me llamaba, pase de nuevo por el pasillo del medio hasta su escritorio.

-¿Qué es?- formulé con sequedad, ni ella me agradaba ni yo a ella, ella me miró con el mismo sentimiento de incomodidad.

-No quería dártelo- miró al piso del establecimiento como si sintiera pena- pero no era por que no quisiera, el me había comentado de esto justo antes de la ejecución pero... ¿sabes qué? toma no te debo explicaciones, solo te pido que lo abras en tu cumpleaños.- levantó el mentón desafiante, fruncí el ceño con duda, ¿el día de mi cumpleaños?, deslizó su mano por la madera ya vieja del escritorio "De: Ezra" la cogí de inmediato antes de leer "Para: Victoria."

-¿Qué es ésto? -pregunté arrebatandole de las manos el sobre gris.

-No lo sé, solo se que es importante, quería que la leyeras justo cuando cumplieras los diecinueve.

-¿Y por que me la das ahora? faltan mas de cuatro meses para eso...

-Me voy.-se limitó a decir, abrí los ojos.

-¿Te vas? quieres decir... ¿a...?

-Si, tengo que prestar servicio de enfermería,- se acercó a mí, ella no era Ezra pero si había heredado también algo de sus padres, sabía confiar en los que debía- cuarenta y cinco heridos, no se sabe si son de Los Solos o de algún grupo mas que está atacando pero es urgente, el aviso me llego esta mañana, ya sabes, la familia está en deuda.- y eso había pasado gracias a Ezra, el había traicionado a la ley por mí, había compartido miles de secretos conmigo para terminar así: con una familia extremadamente pobre y además en deuda.

-Una pena, te extrañaré.- mentí.

-Sabes que eso no es cierto, ahora vete, esconde eso bajo tu ropa, tal vez mañana ya no esté aquí así que no te molestes en venir y sé buena con la nueva persona que esté aquí, no lo fastidies todos los días.- me guiñó el ojo, era la primera vez que Mary no me miraba o me hablaba con sequedad, sonreí. Saqué mi camisa de entre mi pantalón gris, como toda la ropa que teníamos, gris, metí el sobre en dentro de la camisa y volví a meter la camisa entre el pantalón, cuando sentí que no se caería o que no se notaría me giré y me dirigí a la puerta y cuando sonó la campana me giré.

Los Solos [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora