8. La Declaración.

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-Despiértate Singer.- escuché decir a Reagan a lo lejos, pero en realidad no estaba lejos, estaba justo a mi lado despertándome de la manera más tierna posible al estilo Reagan, zarandeandome hasta provocarme mareo.

-Buenos días para ti también.- le sonreí medio dormida, ya me estaba acostumbrando a la actitud fría y dura de Reagan, era una desgraciada pero me había acostumbrado a su forma de ser, era simplemente sabérsela llevar con ella.

-Nada de buenos días, levántate, el comandante organizó una formación en la plaza.- "la plaza", a lo que ellos llamaban "plaza" en realidad se trataba de un tipo de cancha con varias gradas muy cerca del comedor, allí Owen o cualquier autoridad de alto rango organizaban "formaciones"  para dar indicaciones o informar sobre algún tema.

-¿Que hora es?- pregunté poniéndome la almohada en mi rostro y dando media vuelta a un costado de mi cama.

-¡Eso no importa!- dijo algo exasperada pero luego tomó el control de ella misma- tienes veinte minutos para bañarte y arreglarte si no, ya sabes donde queda la plaza.-Me quite la almohada de la cara.

-Ya entendí, gracias Reagan.- y la seguí con la mirada hasta que salió de mi habitación.

Me levanté sin ganas y salí de mi habitación, quería ver como estaban las chicas esta mañana, primero, fui a la habitación de Ken.

-¡Buenos días!- gritó Ken incluso antes de entrar por completo a la habitación.

-Buenos días para ti también.- le dediqué una sonrisa mientras me sentaba a su lado en su cama ya tendida.

-¿Por qué no estás lista?- me miró de arriba abajo, me habían dado una pijama nueva, era como la del Gobierno solo que azul oscura.

-¿Por qué no me han despertado antes?- pregunté algo a la defensiva pero Ken, como siempre positiva se limitó a negar con la cabeza.

-¡No seas tonta!- exclamó empujándo  suavemente mi hombro- lo intentamos dos veces y Reagan por fin lo logró.

-Lo siento- levanté mis manos en forma de demostrar mi inocencia- es que cuando duermo caigo como muerta.- sonreí, ella también me devolvió la sonrisa pero antes de siquiera poder decir algo mas Julia apareció algo apresurada en la habitación.

-Victoria, te han venido a buscar, te necesitan ahora.- avisó.

-¿Pero quién? aún no he ni...

-El Comandante Owen.- me interrumpió Julia, apenas me di cuenta de que Ken estaba volviéndose loca a mi lado.

***

-¿Cómo es que lo conoces?, ¿estás metida en problemas? podemos confiar en ti? ¿le gustas al ardiente  comandante? dime que no, él está guapísimo, osea, no es que tú no lo seas...- empezó a atacar Ken hasta que llegamos a la sala, allí estaba Owen esperando y como si fuera por arte de magia Ken calló sus incesantes preguntas y disimuló, hizo como si pasará por la sala solo por accidente.

-Buenos días comandante.- saludó ésta con respeto.

-Buenos días señorita.- y Ken se retiró disimuladamente pero no sin antes dedicarme una mirada que no pude expresar.

-Señorita Singer.- saludó Owen con un tonó gracioso y a la vez bastante seductor.

-Comandante Owen, ¿a qué se debe tan inesperada visita?- pregunté con el mismo tono que el había empleado. Hace unos tres días desde mi llegada a la tienda de las chicas que no nos habíamos visto, Ian había pasado por mí muy temprano la mañana siguiente a darme estrictas ordenes de como debía actuar allí (junto con Cassandra y Christopher), según Ian tenía que actuar como una estudiante/ practicante normal de la base de Infiltración y eso era lo que había hecho durante esos tres últimos días.

Los Solos [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora