2. Soledad.

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-Dos semanas, dos semanas, dos semanas...- repetía en voz alta mientras observaba lo único que podíamos personalizar a nuestra totalidad: nuestra habitación. Dos semanas, dos semanas que no había tenido ni el mas mínimo contacto con Axel, ya se me hacía hasta incómodo no tener contacto con él, se me hacía tal costumbre que no soportaba el hecho de que hace dos semanas no hubiéramos separado tan de repente, solo hubo una vez que creí que se resolvería.

Estábamos en la plaza con mamá recogiendo los implementos de cocina que nos enviaba cada mes el Gobierno, estaba mirando fijamente a una fruta que vendía una anciana, parecía loca pero justo así fue cuando algo de reojo me llamó la atención, ahí estaba Axel mirándome fijamente y yo también lo hice, recuerdo que sentí que era extraño mirarlo y sentir que no podía estar cerca de él pero en realidad no era tan extraño, siempre había querido abrazarlo, estar cerca de él, realmente cerca, no como yo siempre lo estaba de él, estar acogida bajo sus brazos sintiendo de que él no solo me veía como una pequeña niña, ni que me veía como su mejor amiga, quería estar cerca de él. Apartó su mirada tan rápido como la había encontrado, yo también la aparte algo decepcionada, ¿por qué era así? ¿cómo pudo? ¿cómo podía acusarme de que gracias a mí habían asesinado a Ezra? ¿cómo podía si quiera pensarlo? en lo mas profundo de mi mente si me lo había planteado pero que lo dijera él era diferente, me hacía sentir horrible, me hacía sentir... culpa.

-¡Victoria! ¿te vas a quedar mirando el vacío o vendrás conmigo?- había preguntado mamá aquel día con un tono de disgusto, ¿que le pasaba? ella era increíble pero últimamente se había tornado estresante e insoportable.

-Ya voy...-había dicho entre dientes mientras seguía con la mirada a Axel.

***

-...Así fue como el artículo número ciento quince fue atribuido a nuestra reglamentaría, muchos creían que era innecesario pero eso fue erróneo en muchos de los casos.- Elise, la maestra sonrió sombría, esa mujer si que era espeluznante- Como sabrán gracias a este artículo es que no podemos salir de nuestra ciudad, esta total y completamente prohibido, si se intentará sería sumamente peligroso para nosotros y claro, sería un desastre.- terminó diciendo, me lo había preguntado, ¿que habría detrás de aquel gran muro protegido por guardias? siempre surgían a mi mente ese tipo de preguntas, ¿que pasaría si cruzará el muro? ¿que peligro habría? y tal vez nunca lo sabría, tal vez nunca llegaría a saber muchas de las cosas que me preguntaba.

Alguien alzó la mano a mi lado, giré mi cabeza, obvio era Samuel.

-Samuel.- indicó la maestra.

-¿Por qué crearon ese artículo? digo, ¿quién lo creó? lo único que sabemos es que está pero, ¿por qué? si, lo hicieron para protegernos y eso pero, ¿cómo saben que hay un peligro allí afuera si nadie lo ha cruzado además de los guardias?- observé que la mirada de Elise se tornaba confusa y luego fría y tajante, lo tenía, lo sabía, por eso yo nunca preguntaba lo que surgía en mi mente, que estúpido era Samuel en formular sus preguntas.

-¿Has tomado tus medicinas, Samuel?- se me tensaron todos los músculos de mi cuerpo, me pregunté que le harían al pobre y estúpido chico, ¿qué me harían a mísi Axel abría la boca? imposible, eso no pasaría, él nunca lo haría.

-Claro... ¡claro que si! ¡todos los meses como lo dicta la reglamentaría!- Samuel parecía estar asustado, ¿no sabía disimular sus pensamientos?, sentí pena por él, si estaba mintiendo lo obligarían a tomar esas estúpidas pastillas dejando que su mente se convirtiera en un vacío, gracias al cielo había tenido a Ezra.

Elise entrecerró los ojos al notar que éste empezaba a transpirar tal vez por el miedo o, por que toda la clase lo miraba con desprecio, menos yo, yo sabía lo que era no tener un hoyo en tu mente.

Los Solos [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora