Por siempre contigo... (Fairy Tail)

Capitulo 8

A la mañana siguiente fui despertada por unos traviesos rayos de sol que se habían filtrado por la ventana. Me reí al sentir cosquillas en el cuello, cuando volteé descubrí que éstas se debías a la respiración de Natsu. Con cuidado de no despertarle acaricié cariñosamente sus cabellos rosas para luego tocar su mejilla. Estaba bastante tranquila hasta que la puerta se abrió de golpe haciéndome saltar por el susto.
-Buenos días Lucy, tenemos una misión. ¿Sabes donde esta Nat...?- No terminó su pregunta al mirar a un lado de mí.- ¡Ah, lo siento! ¡No sabía que ustedes...!- Su rostro se tiñó de rojo.- ¿No crees que van algo rápido?
-¡Esto es...!
-Si ya sé, es cosa de ustedes. Pensándolo bien... haremos la misión luego ¿De acuerdo?- me interrumpió mientras salía de la habitación.- y prometo no volver a entrar sin permiso, no quisiera "ver de más".- Finalizó cerrando la puerta.
-¡Espera Gray!- Grité, pero fue inútil pues ya se había ido.
Suspiré con cansancio. Me giré para ver a Natsu y sonreí, una vez más uní sus labios a los míos cerciorándome de que en realidad estaba aquí y no era una ilusión. Me sorprendí al sentir que el me correspondía el beso tornándolo más apasionado. Al separarnos me dirigió una mirada pícara, como si me hubiera descubierto haciendo una travesura. Era la primera vez que veía esa expresión en Natsu. Me pareció tan encantadora que me quedé observándole algo sonrojada.
-Despertarme así de ahora en adelante no me molestaría.- Confesó sonriente.
Sonreí avergonzada ya que en alguna de mis locas fantasías había imaginado a Natsu diciéndome algo parecido. Aunque escucharlo del verdadero era mucho mejor. Entonces recordé la sorpresiva visita de Gray.
-Natsu tenemos una misión por hacer, hay que ir al gremio.- Él gruñó en respuesta.- Sal de mi cuarto para que pueda cambiarme de ropa.- Dije levantándome
Él me jaló acostándome de nuevo en la cama colocándose rápidamente sobre mí y sonrió como si hubiera dicho algo muy divertido, por lo que le dirigí una mirada haciéndole obvia mi confusión.
-Da igual si me quedo, no hay una sola parte de tu cuerpo que no haya visto ya.- Declaró acariciando mi mejilla.
Ante lo dicho mi rostro se tornó completamente rojo e intenté quitármelo de encima con un empujón. Pero él sólo sonrió y me tomó de las muñecas colocándolas por arriba de mi cabeza. Un beso apasionado fue lo siguiente que hizo y yo le correspondí sin oponer resistencia. Nos separamos jadeantes y noté que su mirada brillaba de una forma extraña por lo que me puse nerviosa.
-Supongo que tendré que demostrártelo.
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