CAPÍTULO 19. "Supergirl"

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Bajamos de la atracción, había molado muchísimo. Decidimos subir una última vez a los troncos de agua y luego irnos ya porque se hacía tarde y el padre de Margo estaba en camino.

Fuimos en un tronco Margo delante, después Lídia, después Cristina y después yo, porque fuimos los que corrimos más, y después Xavi y Guillermo se las apañaron para ir en un tronco ellos dos solos.

Nos iban tirando agua y nosotros a ellos, pero yo solo podía observar a Cristina reír con el pelo ligeramente mojado, los pequeños rizos desiguales que se le hacían en la parte baja de la melena.

Empezamos a subir la primera de tres cuestas.

-A ver chicos, agarraos porque aquí no hay protecciones y bueno, quiero que todos lleguemos sanos a casa.-Comentó Margo.

-Está bien.-Rió Lídia mientras rodeaba por la cintura a Margo. Eran jodidamente adorables.

Yo quería una relación como la de Margo y Lídia, eran tan naturales, tan felices... Pero no, yo me tuve que fijar en una chica que tiene novio.

La bajaba se aproximaba, por lo que cogí a Cristina ligeramente por la cintura.

-Carlos.-Me dijo a lo que yo me acerqué a ella, y susurró en mi oído.-Agárrame más fuerte.

OH. DIOS.

¿Por qué la vida era tan cruel conmigo?

Seguí sus ordenes y la apreté más a mí.

No sé qué estábamos haciendo, o qué haríamos, pero esa voz en mi casa iba callando a las otras "Arriésgate".

Salimos tremendamente bien en la foto, Margo y Lídia haciendo el tonto como de costumbre y Cristina y yo salimos bien, nos soltamos en el momento pero luego se volvió a recostar sobre mí.

Compré la foto, así tendría un recuerdo de nuestro día.

-¿Podemos ir a comer a algún sitio? Me muero de hambre, joder.-Dijo Guillermo.

-Tú siempre te mueres de hambre, hombre.-Rió Margo.

-Touché.-Dijo Guillermo.

-¿Vamos un KFC?-Dijo Lídia.

Olvidé su obsesión con los KFCs.


Terminamos cenando en un KFC.

La verdad es que el pollo ahí está riquísimo, para qué mentir.

Estábamos hablando de experiencias pasadas en parques de atracciones, era graciosísimo: entre Xavi que vomitó una vez y un amigo de Cristina el cual tiró un gapo y la atracción se puso en marcha y se terminó tragando de nuevo el gapo, no podía parar de reír.

Guillermo estaba contando otra historia cuando noto que alguien me pone una mano en el muslo. Cristina.

Empezó a mover la mano suavemente, haciendo dibujos imaginarios. No me miraba, no se immutaba, era todo tan natural.

Mientras tanto yo estaba luchando contra mi sistema nervioso para no hacer ningún movimiento "extraño".

Empezó a subir la mano, y yo le puse la mía encima, pero ella se giró, me guiñó un ojo y siguió a lo suyo.

Se detuvo en ya sabéis donde, desabrochando mi pantalón y metiendo la mano.

Yo no sabía ya dónde meterme, estaba segurísimo de que estaba rojo como un maldito tomate.

Pero ella siguió.

Empezó a mover la mano más rápidamente, por lo que yo hice un movimiento extraño con mi pierna, a lo que ella rió.

Y siguió, y al cabo de dos minutos yo ya no podía aguantar más con esta tortura, no tardarían nada en darse cuenta, aunque por suerte estaban immersos en una anécdota de Margo.

Me acerqué a Cristina y le balbuceé:

-Cristina.. p-por favo-or...

A lo que ella retiró la mano y siguió como si no hubiera pasado nada, y yo me quedé ahí, sin saber qué hacer.

Bajo llaveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora