Un 28 de octubre.

28.

Hoy me siento mal, creo que las ganas de cortarme han vuelto. No estoy segura de controlarme ésta vez. Supongo que mi padre usó las palabras correctas para pegarme en donde más me duele. Todo lo que está pasando ahora mismo en mi vida me duele, no sé como rayos seguir fingiendo que todo está bien cuando no lo está. Odio mi vida y lo mejor que debería de hacerle al mundo es matarme de una vez por todas. Mis amigas me han dejado de hablar, lo que pasó contigo y el chico del que te conté hace una semana creo en aquéllos versos. Creo que mi destino es estar sola, nadie me necesita aquí, quiero morir ésta noche y así todos estarán felices.

Aquél chico del que te hablé se llama Daniel. Y es tan extraordinario, le gusta escribir como a mi, tenemos otras cosas en común, siento una conexión entre él y yo...como si fueran dos galaxias queriendo juntarse...es tan inexplicable y a la vez tan doloroso. Lo quiero tanto y me ha dejado de hablar. Le tengo miedo al amor desde que te fuiste...¿Por qué rayos lo hiciste? Mi vida se ha vuelto tan miserable desde que me dejaste sola. Una vez te dije que yo me moriría sin ti, pero ahora tengo la teoría de que hay dos formas de morir: la normal, la que todos conocen, y cuando te sientes sola, vacía, cuando no le encuentras el sentido a la vida y sólo escuchas música cerrando los ojos. Te das cuenta que te estás muriendo de ésta forma cuando sientes un vacío en el alma. El vacio de tu aucencia. Dueles tanto.