*Narra ___(tn)*
Llego a casa de Juan y aparco mi moto, al llegar a la puerta Juan me abre como ayer, y yo me sonrojo para mi vergüenza. Esto es ridículo, debería ser capaz de controlar mis emociones.
—Buenos días.
—Buenos, te he preparado el desayuno.
—Al final se va a convertir en una costumbre.
—Empiezo a pensar, que en ese estudio pintas mucho y comes poco.
Me río y al ver que me sonríe como si ayer no hubiera pasado nada, me relajo y hago lo mismo.
Me siento a la mesa y cojo la leche para prepararme el cacao, pero esta vez no hecho tantas cucharadas como ayer. Ya que me sentó mal.
—Sé de una cabezota que ayer se pasó.
Le saco la lengua y Juan se ríe.
—Eres una cría.
—Y tu un inmaduro.
Me echo hacía atrás en la silla y sonrío, pues llevo toda la noche dándole vueltas al episodio de ayer y temía que todo hubiera vuelto a estropearse entre nosotros, no quiero sentir su distanciamiento una vez más.
—Tu cuaderno, se te olvidó ayer—Me lo tiende abierto, y al cogerlo veo que esta por el boceto de Matt posando con una toalla, y me acuerdo cuando lo pinte, le dije que no se me daba bien dibujar el cuerpo de un hombre porque no había visto muchos, y él entró en el baño y salió así para que lo pintara.
—Es mi amigo Matt—cierro el cuaderno— No deberías haberlo visto, de hecho ni él mismo se vio, me fui antes de acabarlo.
—¿Por qué?
—¿Por qué me fui?
—Sí y por qué no se lo enseñaste.
—No enseño mis pinturas, pero últimamente un cotilla no para de verlas.
—Y una descuida las deja por toda mi casa.
—Eso es verdad—Me preparo una tostada y la muerdo— No sé qué me pasa, no suelo hacer esto, pero aquí...aquí me relajo—Iba a decir que me siento como en casa y miro mi leche, mortificada por mi lengua rápida.
—Me alegra que te relajes, son muy buenos los dibujos.
—Gracias. Sé que lo dices por cumplir.
—No lo digo por cumplir. Si no fueran buenos te lo diría.
—Supongo.
Comemos en silencio hasta que Juan lo rompe.
—¿Por qué te fuiste?
Alzo la vista.
—Pues...no tenía muchas ganas de verlo después de...
—Después ¿de?
—No es de tu incumbencia.
—No, y siento si te ha molestado mi pregunta.
Juan se levanta y recoge su desayuno.
—No es nada, solo que nos liamos y yo luego...luego me fui.
—Y luego terminaste el dibujo.
—Sí.
—Tengo que ir a trabajar—Noto un cambio en Juan y casi no me atrevo a preguntar qué ha pasado— Jazzy ha dormido mejor esta noche y no creo que tarde mucho en despertarse, vendré en cuanto pueda.
Juan se va, y me quedo con la sensación de que me he perdido algo y no sé el que.
Pienso en Matt, mientras termino de desayunar, y en nuestra última noche juntos. Le dije que lo quería y él se río y me besó, pero tras liarnos me di cuenta de que no sentía nada, pese a lo bien que besaba Matt, que lo había idealizado como él me dijo, mientras veía mi cara seria. Se río y me dijo que no pasaba nada, que éramos amigos, pero me fui mortificada por no haber sabido verlo y haber confundido los sentimiento. Di por hecho que nuestra relación de amigos se había roto por mi estu.pidez y me marché, desde entonces Matt me ha llamado varias veces, pero no he tenido el valor de cogerle el teléfono, no quiero ver en que ha quedado reducida nuestra amistad. Tal vez sea de cobardes, pero ha sido mi mejor amigo desde niños, y ver como con mi impudencia nos hace comportarnos como extraños, me dolería mucho. Ahora sé que solo lo quiero como un hermano, pero lo sé tarde.
Paso la mañana con la pequeña, y cuando Juan me llama para decirme que vendrá tarde a comer ya me lo imaginaba por las horas que son. Jazzy duerme tras haber comido y yo aprovecho para prepararme algo de comer, no suelo comer mucho, pero sé cocinar, la cocinera de mi casa me ha enseñado desde niña muchas cosas, pues era el lugar de la casa donde podía esconderme y huir de mi madre y sus lecciones de etiqueta.
Preparo para comer un estofado de ternera y cuando lo termino me pongo un plato y dejo el resto en la hoya, para cuando llegue Juan que coma algo caliente, porque solo come caliente cuando lo trae Nick del restaurante de su madre, sino, solo come comida precocinada. Es un desastre en la cocina.
—Ya estoy aquí—comenta flojito Juan al entrar en su casa— Umm eso que huele tan bién no será solo para la pequeña, me muero de hambre.
Me río y me vuelvo para mirarlo cuando entra por la cocina.
—Iba a comer y he dejado algo por si querías comer cuando vinieras.
—Gracias, hace tiempo que no como comida caliente.
—Me recuerda por el olor a mi abuela—Siento la nostalgia en su voz y le pongo la mano en el brazo cariñosamente.
—Ella siempre estará contigo.
—Sí—Me sorprende cuando Juan pone su mano sobre la mía, y más, cuando antes de quitarla me acaricia. Mi corazón martillea en mi pecho con fuerza, y me voy a terminar de poner la mesa para que no vea lo mucho que me ha alterado su gesto.
—Me cambio y bajo.
Asiento y cuando regresa ya lo tengo todo listo, al principio comemos en silencio, pero ya no noto la tensión de esta mañana y por eso como en silencio, sin que este me resulte molesto.
—¿Que tal el trabajo?
—Cansado, pero me gusta.
—Disfrutas con el.
—Sí, el poder hacer lo que te gusta es un lujo.
—Sí.
Pienso en mí, y en lo poco claro que tengo mi futuro.
—Yo no sé que quiero hacer...
—¿Porqué no estudias bellas artes?
Alzo los hombros.
—No se me da bien estudiar.
—No lo sabes si no lo intentas.
—Lo sé, pero no creo que eso hiciera feliz a mi madre. Mientras lo que hago sea un hobby no dice nada, si viera que realmente es lo que quiero...la defraudaría.
—¿Y no quieres hacerlo?
—No, es mi madre. Nos llevemos mejor o peor, me entienda menos que más...es mi madre.
—Sí, te entiendo—Juan come en silencio— Mi padre y yo no tenemos mucho trato, pero nunca he dejado de llamarlo padre.
—Tiene que ser duro.
—Sí, cuando era niño y sonaba el teléfono, pensaba que era la policía para informarnos que mi padre había muerto por culpa del alcohol. Muchas noches lo trajeron borracho a casa y yo lo miraba desde la puerta despotricar contra todos... lo odiaba, odiaba como trataba a mis abuelos, y lo *beep* que era por no saber valorar lo que ellos hacían por el. Y pese a eso, le sigo llamando padre y nunca lo ha sido.
Me quedo mirándolo, sus ojos castaño están tistes, y casi puedo ver a eso niño pequeño. De repente él me mira y veo en sus ojos la sorpresa por haber compartido conmigo esto de su vida.
—Gracias por compartir algo así conmigo.
—No sé porque lo he hecho—reconoce.
—A veces necesitamos hablar con un extraño.
—No eres una extraña para mí.
Nos quedamos mirándonos en silencio, hasta que Juan se levanta y una vez más se retrae, no entiendo por qué siempre que tiene momentos más íntimo conmigo se retrae. Me levanto y le ayudo a recoger la mesa.
—Va siendo hora de que me vaya, no pretendo arruinarte.
Sonrío y espero que Juan lo haga, y lo hace, pero siento que algo sigue rondándole en la cabeza. Alzo la vista para mirar sus ojos, pues yo mido un metro sesenta y él podría, perfectamente, llegar a medir más de un metro ochenta.
—¿Que te pasa?—Le pregunto cuándo se pone el café.
—No sé si me gusta que sepas ver tan bien lo que otros ignoran.
—A mí si me gusta, pero no siempre pregunto a las personas...
—¿No?
—No—Me sonrojo, odiando mucho mi facilidad para ello y aparto la mirada— Lo siento no es de mi incumbencia.
—He estado con mi padre esta mañana.
Me giro y lo miro esperando que siga hablando.
—¿Y?
—Me pidió dinero.
— Y no se lo diste.
—No—A Juan no le sorprende que yo lo haya intuido.
—Y ahora te preguntas si de verdad lo necesitaba, y deberías habérselo dado.
Ahora si me mira asombrado.
—Sí. Me dijo que era para comida, pero a mi abuela le hacía lo mismo, le decía que era para comida y luego no lo era. Le he dicho que si quería íbamos a comer un bocadillo y le compraba comida en el supermercado y se ha puesto como un energúmeno.
—¿Donde ha sido?
—En la puerta de mi trabajo.
—¿Te preocupa la imagen que puedes dar?
—No, he vivido con esto desde niño ya estoy acostumbrado. Me preocupa él, y me da rabia no poder hacer yo lo mismo y desentenderme de él, como él lo hace conmigo.
—No eres como tu padre.
—Lo sé. Mi abuela desde niño me lo ha dicho muchas veces.
Me acerco a él y le pongo la mano en el brazo musculado.
—Si le hubieras dado el dinero ahora estaría peor, y te sentirías culpable por haberle dado dinero para su adicción.
—No me arrepiento de no haberle dado el dinero. Pero odio esto, odio preguntarme cuando será el día que me digan que mi padre ha muerto. ¿Acaso no se da cuenta de que está perdiendo toda su vida? ¿Qué clase de vida es la que tiene? Sé que está enfermo y le he tratado de ayudar muchas veces, hablándole de centros de desintoxicación, pero si él no quiere, no puedo hacer nada.
—¿Alguna vez te ha prometido que va a cambiar?
—No, eso es lo peor, que en el fondo creo que él es feliz así.
—Es triste.
Juan toma mi mano y la aprieta. Yo le sonrío.
—Él se lo pierde, de verdad Juan tiene dos hijos maravillosos y unos padres que han dado su vida por cuidar a su pequeño y la hubieran dado por cuidarlo a él. No ha sabido valorar los regalos que le ha dado la vida. Siento lastima por él, pero también rabia, porque haya elegido como compañera de vida al alcohol, y haya sido tan tonto de no valorar lo que tenía.
—Gracias. No sé que tienes ___(tn), pero no me siento mal contándote esto. No soy de los que comparten esto con nadie.
—A mí me encanta escuchar.
—Y observar.
—Sí
Nos quedamos en silencio mirándonos y sintiendo la cercanía el uno del otro. Mi corazón martillea con fuerza en mi pecho y siguiendo mi impulso a cabo por hacer algo más estú.pido que cogerle la mano, lo abrazo. Juan se tensa, me separo porque acabado de cruzar la frontera entre jefe y empleada, mi mente ya esta gritando que soy una estú.pida y mi mortificación es alta. Soy demasiado impulsiva cuando tengo confianza, y acabo de comerte un error.
—Yo lo...
Pero antes de que termine de hablar Juan me encierra en sus brazos y acabamos abrazados en la cocina sin decir nada, solo sintiéndonos. Mi cabeza cabe a la perfección en el hueco de su cuello y la pongo en el para aspirar su aroma, y perderme aun más en sus brazos. Me siento tan segura en ellos, tan llena de vida, que tengo la necesidad de reír por la felicidad que me invade en este momento. Acaricio su espalada con manos temblorosas. Noto como mi corazón y mi estomago vibran de
alegría en mi pecho y sé que es hora que deje de negar lo evidente, y que aunque parezca un imposible, me he enamorando de él.
Nunca me he sentido así cuando me abrazaba a Matt, ni a nadie. Aspiro el aroma de Juan, huele muy bien.
Me muevo para mirarlo, sonriente, pero Juan se aparta cortando de un plumazo toda la magia del momento. Algo no va bien, lo siento en seguida.
—Lo siento, no debería haber pasado esto.
Sus palabras me caen como un balde de agua fría, y trato que no note el dolor en mi mirada y de recomponerme cuando me mira.
—A veces soy un poco impulsiva.
—No ha sido culpa tuya.
—Será mejor que me vaya a casa. Tengo muchas cosas que hacer... Entre ellas probarme el vestido que me ha preparado mi madre para la cena de este sábado en mi casa.
—Mañana no trabajo, me quedaré con la pequeña, nos vemos el lunes.
No debería dudar de su palabra, pero siento que es una escusa. Pero solo asiento y recojo mi mochila y mi cuaderno, sin olvidar ningún boceto, ya he hecho suficiente el ridículo por hoy.
—Nos vemos, pasadlo bien en el fin de semana.
—Igualmente. Ten cuidado con la moto.
—Siempre lo tengo.
Salgo de su casa casi corriendo, y cuando llego a la moto noto como mis manos me tiemblan. Monto en ella y voy hacia mi casa, sabiendo que ahora mismo lo que necesito es estar sola, pero le di mi palabra a mi madre que iría nada más dejara el trabajo, y no quiero tentar a la suerte y que me obligue a dejármelo, ya me ha costado mucho que lo acepte.
Pero cuando veo la mansión de mis padres a lo lejos paro la moto, y me refugio bajo una sombra esperando coger fuerzas para que nadie note el desazón que siento.
—¿___(tn)?~~~~~~~~~~~~~~
Bueno, una vez más gracias por sus votos. De verdad muchas gracias...
Así que decidí publicar esta vez dos Capítulos para ustedes y no dejarlas con la intriga JAJA *^*
Las quiero.
Nos leemos en el próximo capítulo
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Enamorada del novio de mi hermana (Maluma & Tú) *Terminada* , (Editando).
Fiksi Remaja__(tn) siempre se ha sentido diferente. Con sus 19 años no aparenta mas de 15 y para eso no ayuda mucho que siempre lleve coletas porque le molesta el pelo para pintar. Hija de un importante empresario y además Marqués, nunca se ha sentido a gusto...