CAPITULO 17. ULTIMÁTUM

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Lo tenía frente a mí, mi cuerpo presionado junto al suyo. Tan cerca. El olor cítrico de su colonia me estremece. Es el mismo aroma de siempre. Algunas cosas nunca cambian. Justo antes de besarme interpuse mi mano entre nuestros labios. Esto no puede pasar sin saber antes la verdadera razón. ¿Qué busca Miles en mí? Quizás compañía, quizás probar alguna teoría o desahogar sus sentimientos en mí.

- ¿Por qué haces esto, Miles? – espero su respuesta, atenta.

- Tate yo... – dice titubeante. Miles me mira con sus hermosos ojos azules. Duda e incertidumbre se reflejan en ellos. No puedo seguir mirándolo, solo me causa más dolor. Me aparto de su cuerpo y me alejo de él.

- Sabes algo, Miles. Yo era feliz antes de que llegaras a mi vida, acababa de comprometerme con el hombre más maravilloso que he conocido. Todo era perfecto y apareces tú removiendo mi vida como un huracán, queriendo hablar de sentimientos que no conocías antes y que ahora tienes porque perdiste a Rachel. Yo no necesito esto, Miles, no quiero volver a sufrir por ti. Yo merezco amar un hombre que no haya roto mi corazón y ese hombre no eres tú – le digo cada palabra con ira y dolor. Me arrepiento de lo que le dije al final, pero ya no quiero sufrir más.

Salgo disparada de su apartamento sin cerrar la puerta. Entro al mío lanzando llamas con la mirada. Agradezco que Corbin esté en su cuarto.
¿Qué esperabas, Tate? que te dijera que te amaba y por eso estaba en San Francisco. Sigues siendo la misma ilusa y tonta de siempre.
Estuve a punto de dejar que me besara si pronunciaba un te amo. ¿Tan fácil soy? Debo ser firme en mis convicciones, amo a Erick y me casaré con él. Merezco amor sin dolor.
Lo repito como un mantra de camino al baño, me quito la ropa deportiva y la tiro al suelo. Abro el grifo y dejo que el agua tibia queme mi piel, debo sacarlo de mí como sea.
Lloro en silencio de nuevo por Miles, tenía mucho tiempo sin sentirme así. Es muy feo. Este tipo de amor duele sobremanera. Comienzo a temblar cuando el agua se torna fría. Cierro el grifo y tomo la toalla. Seco mi cuerpo delicadamente, el cambio de agua tibia a fría enrojeció mi piel. Me miro al espejo y me estremezco al ver mi propio reflejo.

- No esperes nada de él, Tate. Te lo prohíbo. Es una promesa que lucharé por cumplir. Salgo del baño y me coloco un pijama color rosa. El pantalón es largo y la blusa es de tiras finas. Deslizo mis pies dentro de las cómodas pantuflas de oso. Corbin se burla de ellas pero son muy cómodas. Salgo de mi habitación directo a la nevera, necesito un tarro completo de helado de fresas. La abro y no es sorpresa encontrarla completamente vacía. Típico de Corbin. Me volteo rabiosa y doy un respingo cuando veo a Miles sentado en el sofá.

- ¿Qué haces ahí? Casi me matas de un susto – observo la habitación de Corbin y la puerta está abierta. No lo veo dentro, seguramente salió de fiesta.

No entiendo qué hace Miles aquí ¿no fui clara con él?

- Escuché todo lo que me dijiste y no he dejado de pensar en ello, Tate. Te voy a responder lo que me preguntaste antes y me vas a escuchar así no quieras. Yo dejé que hablaras y ahora es mi turno –dice serio.

- Miles, no es necesario –farfullo.

- Sí lo es. Necesito hacerlo.

- Te escucho - digo cruzando los brazos sobre mis pechos ocultándome de él.

- Vine a San Francisco por una sola razón: Te buscaba a ti. No fue fácil tomar la decisión, no por lo que sintiera por ti sino por la lucha que mantuve conmigo mismo. La culpa se sembró en mi interior y no sabía cómo seguir viviendo con ella. En todo este tiempo, nunca dejé de pensar en ti. Siempre estabas en mi mente como un recordatorio de lo idiota y cobarde que fui. Igual que lo fui hace unos minutos atrás. Pero no quiero seguir siendo ese cobarde, Tate. Sé que rompí tu corazón y mereces amar a alguien que no lo haya roto nunca. Pero no solo mereces eso. Te mereces un hombre que esté dispuesto a solucionar toda diferencia y conflicto que encuentren en el camino. Alguien que quiera tomar tu mano y guiarte cuando no conozcas la ruta; alguien que también quiera seguirte. Alguien que apoye tus metas y tus ambiciones, alguien que crea que eres maravillosa sin importar cómo. te veas. El amor que te mereces es un amor que no sepa de condiciones, un amor que se niegue a decirte "te amaré sólo si..." o "te amaré más si haces esto o aquello". Te mereces un amor que crezca con el tiempo, un amor que cobije y que comprenda.
Te mereces alguien que te adore, que conozca tus defectos y virtudes e incluso esos horribles malos hábitos que tienes o esas partes de ti que no te gustan tanto y que, sin embargo, te ame.
Te mereces alguien que te extrañe, alguien que aunque tiene su propia vida e intereses y que a veces necesitará llamarte a cualquier hora porque extraña el sonido de tu voz o tu risa.
Te mereces un amor que te dé prioridad, alguien que esté dispuesto de vez en cuando a dejar de lado todos sus planes porque preferiría quedarse contigo y disfrutando de tu compañía. Te mereces a alguien que esté contigo cada vez que lo necesites, un amor tan honesto y puro que nunca tendrás que adivinar qué es lo que realmente siente.
Te mereces ser tratada con amor, con cuidado, con respeto. Mereces alguien que quiera hacerte feliz y que quiera ser feliz contigo. Y ese alguien soy yo. Porque indudable e irremediablemente yo a ti te amo, Elizabeth Tate Collins. Siempre te he amado y nunca dejaré de hacerlo. Siempre fuiste tú. (1)

UGLY LOVE: FOREVER YOU (editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora