Capítulo 11

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 —Buenas noches —saludó Regina.

Claudinne miró a ambos lados con la intención de descartar la presencia de otras personas. Al ver que estaban solas, se relajó un poco. Solo un poco.

Puedes sentarte, si quieres —invitó la intrusa.

Pero Claudinne no movió ni un dedo. Es más, casi adoptó una posición defensiva, como si estuviese a punto de ser atacada por la esposa del hombre con el que se había acostado la noche anterior. No sería extraño que Regina intentase hacerle daño y Claudinne era consciente de ello.

—Está bien, hablaremos así... Casi es mejor que haya cierta... Distancia entre nosotras... —dijo mirando a su alrededor.

Claudinne tuvo la sensación de que aquella mujer estaba criticando sutilmente el reducido tamaño de aquel apartamento. No dijo nada. Todavía recordaba aquella famosa frase: "somos dueños de nuestro silencio y esclavos de nuestras palabras". La dijo un famoso escritor, pero era su tía Amber quien solía repetirla con frecuencia. —Verás, Claudinne... Christopher es un cazador de títulos —empezó Regina escogiendo las palabras adecuadas con la precisión de un cirujano.

Claudinne se limitó a enarcar una ceja. Tenía muy claro que Christopher había cambiado y que debía conocerlo a fondo antes de decidir si quedaba algo de aquel muchacho de quince años del que se había enamorado cuando ella tenía esa misma edad. Y también suponía que Regina estaba allí para poner a su marido en evidencia delante de su amante y así cargarse de un plumazo aquella relación adúltera. Por tanto, esperaba escuchar de todo menos lindezas.

Aunque... Tal vez... Le conveniese escuchar.

Así que se sentó en el sofá sin perder de vista a la heredera de los marqueses de Chestertown y la miró, dispuesta a escuchar lo que ésta tuviese que decir.

—Me imagino que sabrás, como futura duquesa de Rotheway, que posees un linaje muy apetitoso para todo aquel que ande en busca de una pizca de sangre azul para su descendencia. Es decir... Que tienes un excelente pedigrí —soltó casi con tono de burla—. Mejor que el mío, diría yo.

Claudinne tragó saliva. Para que aquella mujer tuviese aquella información tenía que haberse molestado en investigar... Porque no creía en que Christopher le hubiese hablado a su esposa acerca de ella, ¿o sí? Quiso responder que ya quedaba muy poco color azul en su sangre y que probablemente terminara por diluirse del todo, porque no le atraía en absoluto aquel estilo de vida y además, era probable que jamás llegase a heredar dicho título si sus padres continuaban desaparecidos. Pero calló. No quería ser esclava de sus palabras, pues a saber a oídos de quien podrían llegar.

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⏰ Última actualización: Sep 04, 2015 ⏰

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[En pausa] Estás aquí © Cristina González 2014Donde viven las historias. Descúbrelo ahora