Colapsado

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Apenas eran las 8:30 a.m. y después de haber estado un buen rato buscando el nuevo instituto de Braison seguía sin poder dar con el. No se lo había tragado la tierra así que debería andar por algún lado, o tal vez sí.... No me sorprendería verle enterrado entre la muchedumbre que corretea nada más sonar el timbre de clase.  Típico de pavos con las hormonas por los aires, y por este tipo de cosas suelo recordarme que por fin acabé esa etapa de mi vida. Bueno, no es que halla pasado toda mi adolescencia entre las paredes de un aula del instituto pero si que pensaba en que ya no volvería jamás a sentarme una de esas aulas con los subnormales de clase.

- Hey Sam, aquí ! - Pude percibir una voz floja a mis espaldas. Típico de mi hermano cuando anda algo nervioso ya sea por cualquier cosa, era característico de el aquella voz de *Voy a salir corriendo en cualquier momento*.

- ¿Te ha dicho mamá que la trajeras? ¿No vas a clase? ¿Creía que te gustaría llegar temprano el primer día y empezar decentemente?.- Dijo de forma impaciente Braison.

- Oye, oye mas relajado vaya ser que te atragantes. - Le contesté con un tono algo irónico pero al mismo tiempo con algo de seriedad por que quería salir corriendo de aquel lugar para de un vez por fin comenzar con la *Nueva vida*.  - Sí, ya me voy. Te veo luego, mamá pasará por ti. - Dije despidiéndome.

Una vez más seguía avanzando por aquella larga lista de cosas que hacer un día normal en una ciudad normal aunque ciertamente no paraba de pensar en que aquella ciudad era algo peculiar por su tranquilidad o quizás era normal en aquella época del año. Con la mayoría de personas aprovechando sus últimos días de vacaciones fuera de la ciudad... Aunque sinceramente yo no me movería de aquel lugar respirando tal tranquilidad. Quizás no fuese cosa de las vacaciones y fuera cosa propia de aquella ciudad o tal vez cosa de aquella zona que era bastante tranquila. Unas cuantas ideas tenía en mi cabeza mientras conducía camino a la facultad donde comenzaría no solo una nueva vida sino también comenzaría mi futuro y aquello a lo que quiero dedicarme. Mi carrera. Parecía algo desconcertante teniendo en cuenta algunos detalles de mi pasado. Después de todo estaba ahi en los aparcamientos de aquel edificio donde seguramente pasaría la mayoría de las horas del día entre libros y apuntes. De solo pensarlo me atraía aquella idea y pensar que conocería a gente nueva pero también me aterraba las horas que tendría que dedicarle a los estudios y que probablemente se convertiría en una nota más de cosas que componen la rutina del estudiante.

He de admitir que la impresión que causó sobre mi aquel enorme edificio tras sus puertas era como de un frío de otoño acompañado de una pizca de humedad. Resultaba obvio que se trataba de un lugar con bastantes años a sus espaldas por lo que tampoco resultaba tan raro o quizás podría ser que comenzaba a entrar el otoño con la llegada de octubre a la vuelta de la esquina. Entre mis complejas ideas y pensamientos sobre aquel lugar, oí como sonaba de repente el primer timbre que acompañaba aquel ambiente frio y anciano que se respiraba por aquellos pasillos, para dirigirnos a la primera hora de clase. Es divertido, bueno puede resultar aburrido para algunos pero las primeras horas después de la vuelta de las vacaciones están hechas para no hacer nada.

A pesar de que era nuevo en aquel lugar no tardé en encontrar mi primera aula. Si, matemáticas. No era mi fuerte, aunque no estaba seguro si era realmente fuerte en alguna de las otras asignaturas. Con la clase abarrotada era más difícil encontrar asiento que una aguja en un pajar. Ya sabes esas clases con estrados inmensos y en cada uno un grupo diferente de personas. Era horrible en el sentido de que no creo que sea necesario ir clasificando cada persona de la clase como si de clases feudales se tratase, típico de historia (que por cierto odio es aasgintarua). Si hay algo que se palpa sobre mi, sin duda era mi timidez. Y es que mientras pasaba por el pasillo formado por las filas de mesas, no podía dejar de pensar - ¿y si me caigo? ¿ y si alguien me la juega por novato en el pueblo?-. mientras tanto al mismo tiempo dirigía la mirada hacia abajo para comprobar que mis zapatillas no tenían los cordones sueltos- (Obsesiones mías).

Trás ese breve instante de entrar en clase y ojear para algún sitio libre, que realmente por mi interior sentía como si estuvieran pasando los minutos y las horas, clave la mirada fija en uno de los pupitres situados en uno de los laterales del aula donde se podía apreciar que no se sentaba mucha gente por aquella zona. De nuevo caminando entre mesas y personas (personas divididas según su razón social) pude percatar como alguien clavaba su mirada sobre mi. Esa sensacón de que te vigilan. No quise parecer como si yo fuese el centro del mundo así que lo suyo fue girar el cuello suavemente sin parecer la niña de exorcista. Y allí estaba, quizás no la chica más guapa y perfecta del mundo pero si que era la mejor en todo ese radio que nos rodeaba dentro de clase. Destacaba de entre todos con su frágil tono de piel y una mirada que encerraba tanto por dentro. No quise ser  mal educado así que solté un - !Hola¡- al mismo tiempo que asentía con la cabeza. Como dije la timidez es algo que llevo dentro de mi y no era mi fuerte hablar con ese tipo de chicas. Cuando la mirabas sentías como si estuviese en un nivel  superior a mi o simplemente algo que no es de este mundo. Entonces mi alarma de *Alerta Sámuel te estas poniendo nervioso*saltaba dentro de mi una y otra vez con cada encuentro de miradas que teníamos durante aquella aburrida clase de matemáticas aplicadas a las ciencias.

PsychoBoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora