Tocado

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Efectivamente aquella mañana me estaba saltando las clases por lo que no podía volver a casa. Entonces el drama que tendría como madre sería aún mayor al que viví en la mañana, por lo que pensé en volver a la universidad y quedarme en la cafetería tomando algo hasta que llegara el medio día. Como solía ser, estaba algo vacía a pesar de que muchos estudiantes tiene horarios dieferentes. Necesitaba tomar un café y despertar de todo lo que parecía ser un sueño hasta ahora. Braison mencionó que se trataba de alguién que ya conocemos. Al tratar de sacar el movil de la mochila me descuidé y deje caer al suelo los medicamentos que tenía recetado por mi antiguo doctor. Rápidamente los recogí del suelo y entonces conseguí encajar la ultima pieza del puzzle. ¿Se trataba de eso?, ¿Se los medicamentos?. Es cierto que era una receta que debía seguir con especial rigor pues se trataba de algo serio en mi pero sin embargo, es como que pasé de ellos al cabo de un tiempo por verme y sentirme bien. No tenía mareos, dolores de cabeza ni alucinaciones por lo que pensé que no tendría sentido seguir droganme con aquella basura para psicópatas.

15:00 p.m. Dispuesto a salir por la puerta en busca del coche, al mismo tiempo entraba Dylan con sus amigos barra esclavos. No creía que verdaderamente fueran sus amigos. Parecía lo típico de "vamos a permanecer cerca del tío mas guay de la escuela". El caso es que en el acto de empujar la puerta para salir cuanto antes de aquel antro, el muy gilipollas no se le ocurría otra cosa que empujarme y como no caí al suelo consiguiendo tirar mi mochila, el teléfono que llevaba y la medicación que tanto trataba de ocultar. No tardé en coger todo pero uno de los botes de la medicación fue a parar a los pies de Dylan. Ya se imaginan la situación ¿no?.

- ¿Medicamentos? ¿Qué clase de pirado eres? ¿Te drogas para aprobar niño nuevo? - Decía con esa voz suya que hacía que se enterara todo el mundo que había por alrededor.

- Dame eso Dylan, no te incumbe.

- Me parece gracioso que lo digas tu. Quien precisamente esta detrás de algo que me pertenece.

- ¿Qué te pertenece? Ella no es un objeto.

- ¿Cómo te atreves a hablar de ella incluso? - Dijo bastante atacado. Parecía que me iba a soltar uno de sus puños en cualquier momento. No tuve otra cosa que hacer que recoger mis cosas y abrirme paso entre ellos.

16:30 p.m. ya en casa ni siquiera me paré  saludar.

- ¿Sam? ¿Qué rapido has llegado hoy no? - Dijo madre.

- No es el momento - Dije algo brusco mientras me dirigía a la habitación de Braison.

- Braison está en casa del amigo, esta noche van al partido de futbol del equipo local.

- ¿Qué? ¿Cuando te ha dicho eso?

- Pues antes. Fui yo quien le dejó allí.

- Venga ya mamá.. - Dije algo disgustado. - Puedes dejar que vaya solo a ese partido. ¿A qué hora es?

- Ocho y media. Ve y echale un ojo -  No dudé en asearme y prepararme para ir. Odiaba el futbol pero la cosa es que tenía que hacerle saber a Braison que no se preocupara por mi y que todo lo tenía controlado.

Eran poco mas de las ocho y media cuando llegue a los aparcamiento del campo de futbol situado a las afueras de la ciudad. La verdad es que estuve bastante perdido al principio sobre como acceder a las gradas pues como dije, detesto el fútbol. Es algo que jamás me ha atraído y que siempre he encontrado inútil. Para mi sorpresa cuando por fin di con los pasillos que conducían a las gradas, todo estaba abarrotado, ya de antemano supondría que encontrar a Braison iba a ser algo complicado, sin embargo, gracias a las grandes pantallas situadas a los bordes del estadio pude ver que Braison ocupaba asiento con su amigo en las gradas del otro lado del campo. Ya comenzaba a hacerme a la idea que no podría hablar con el como quería. A pesar de todo tuve que buscar asiento y permanecer allí para cumplir con la orden de madre, vigilar a mi hermano, y es que estos lugares se han convertido s en inseguros hoy día.

Aburrido a más no poder alcé un poco la cabeza en busca del chico de las palomitas, dulces, etc, y fue cuando entonces notaba como mi espalda se humedecía cada vez más al mismo tiempo que olía que comenzaba a oler horrible. No era de extrañar que me encontrara con Dylan, pero que me lanzase su cerveza como si fuera un descuido me parecía ya demasiado. ¿Se suponía que me merecía ese clase de trato nada mas llegar a la ciudad?, no entendía como la gente podía ser tan arrogante.

- ¿Eres gilipollas o te lo haces Dylan? - Dije bastante enfadado.

- Gilipollas tu quien estaba en mi camino. Ándatete con ojo o lo próximo con lo que te cruces serán mis puños. Ya me estás tocando mucho las narices tus niñoteces.

- Pero que carajos dices - Dije explotando en enfado. Fue entonces cuando le empuje hacia tras con su estúpido vaso de cerveza y cayó hacia los asientos de abajo. No era difícil tratándose de alguien que pesa lo suyo rápidamente cayó hacía abajo. No tardo en reponerse tirar aquel vaso estrujado al completo y escalar por aquellas barras de los asientos hasta subir a donde yo me situaba. BAM!, y recibí el golpe mas grande que me habían dado en mis 19 años. Caí por la misma inercia del golpe. Casi no podía ver con lucidez mi alrededor, y poco a poco perdía más la visión de donde estaba y como estaba. Podía notar como entre Dylan y uno de sus matones me sujetaban los brazos y me colocaban de nuevo en el asiento que me correspondía. Apenas respondía por mi y fue así como perdí la conciencia en aquella butaca.

- Disfruta del partido - Dijo mientras se alejaba.

PsychoBoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora