LA FIESTA

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CAPÍTULO 5
Cambios en el plan

*Brooke *

—Adiós papá —me despedí de mi padre con un beso en la coronilla. 

—Adiós cariño y portate bien.

—Papá siempre me porto bien —cogí las llaves de mi coche, un abrigo y mi mochila con las cosas de la fiesta.

— Claro, ¿a qué hora llegas mañana?

—¿A las tres de la tarde? —pregunte dudosa.

—Vale y diviértete en casa de MacKenzie.

Claro que me divertiré pensé.

—Parece que hoy todos habéis decidido ir a dormir a casa de vuestros amigos —dijo.

—¿Cómo que todos?—fruncí el ceño. 

—Tu hermano al igual que tu se va a casa de Ben— claro, supuestamente también estaría en la fiesta

—¿Y mamá? 

— Mamá le ha tocado trabajar hoy —suspiró.

—Bueno me voy.

Salí de casa y conduje hasta la casa de MacKenzie que estaba a la otra punta del pueblo.

MacKenzie vivía en una gran casa con más de siete habitaciones para una familia de tan solo cinco integrantes. Era una inmensa casa blanca con jardines que se extendían hasta el lago y vistas a él.

Aparque al lado del coche del de Rydel y fui a tocar al timbre. Unos segundos después la señora Fitzgerald me abrió la puerta con una enorme sonrisa en la cara.

—Hola cariño, MacKenzie y Rydel te están esperando. 

—Gracias Amanda —ella sonrió en respuesta. 

—Que bueno que tu hayas venido —su suspiró —tu eres una buena influencia para mi niña, sin duda alguna, y pensar que había dejado a MacKenzie quería ir a era fiesta —murmuró.

Hay no. No me gusta el camino de esta conversación, pensé.

—¿Pero sabes qué Brooke? — me pregunto, negué con la cabeza —es bueno que me lo haya pensado dos veces, a saber que le habría pasado si la dejará ir, con esos chicos con las hormonas enloquecidas, santo dios. Esto es culpa de Madison —me aparte un poco de ella —hay perdona cariño, siento haberte distraído con mis cosas, ve sube, que ya te deben estar esperando —sonrió.

Subí rápidamente las escaleras hacia la habitación de MacKenzie y abrí la puerta de un golpe.

—¿Qué ha pasado? —dije al entrar.

Rydel estaba mirando la televisión tirado en la cama con unos vaqueros negros y una camiseta blanca con cuello de "V". Llevaba su oscuro pelo arreglado hacía atrás y se había puesto sus gafas de pasta negra. A su lado estaba MacKenzie sentada con un albornoz mientras que Madison le hacía hondas.

Al entrar MacKenzie me sonrió.

—Hola —saludo.

—¿Qué ha pasado? —pregunte impaciente.

—Mamá no nos deja ir a la fiesta —me respondió como si nada.

—¿Y porque ha cambiado de opinión?— pregunté arrastrando su silla de ruedas y sentándome delante de ella.

—Mamá piensa que sí vamos a la fiesta vamos a ingerir bebidas alcohólicas y todo tipo de humos y otras sustancias —contestó Madison concentrada en el pelo de MacKenzie. 

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