Sofía Luceris estaba en sus tiempos mozos, jovenzuela saltarina con aires de grandeza, alegre y, por la forma de su cara con cachetes y hoyuelos se decía por ella 'tierna', cosa que a fin y al cabo era. De ojos marrones oscuros casi negros y cabello de igual color, esbelta que llevaba vestido moteado con círculos azules, verdes y rojos en un inmenso blanco purísimo, había seducido al soldado Victor Villavieja, jóven y recto, amble y con una cara redonda engalanada con una barba de dos días sin afeitar, robusto y alto, buen mozo y adorado por algunas chicas, como también odiado por celosos que las poseían.
Resumiendo brevemente: se enamoraron en un parque, dónde previamente él citó a Sofía para verse.
Fueron novios 2 años antes de casarse.
Tuvieron un hijo que murió en el útero y los doctores dijeron que ya no podría concebir.
El amor se fue disipando como el humo y el viento. Enfriándose hasta el punto de la indiferencia.
Victor fue a la guerra ya con grado de General y, a la edad de 41 años, Sofía recibió un telegrama diciendo que su esposo había muerto en servicio.
Lloró por el y, por cosas de humanos de emociones confusas, empezó a volver a crecer un amor por él que se convirtió en esperanza.
La tradición de sentarse en el porche comenzó desde entonces. Primero 30 minutos, luego volvía a la cocina y preparaba algo para dar de comer a su esposo. Esto lo hizo 15 años, hasta que ya se cansó de cocinar comida para dos por su condición senil.
Los minutos se transformaron rápidamente a horas y, cuando empezaba a ocultarse el sol, con él, Sofía iba a su recámara sin antes llevar un vaso de agua y sus pastillas contra las reumas que tenía por su avanzada edad y prescritas 2 años antes.
Todo esto hasta que pasó lo ocurrido anteriormente.
¿Tenían familiares?
Todos muertos. Su madre había muerto hacía años, cuando se iban a casar. No lo lamentó pensando que Victor reemplazaría el amor de su madre.
¿Amigos?
Casi no conocían gente y a las que conocían no pasaba de saludo. Cuando eran un matrimonio joven sí que los tenían, pero luego del hijo perdido dejaron de asistir a eventos sociales.
¿Cómo se mantenían?
Del estado, por el servicio militar de su esposo. Luego de esto, los vecinos, aunque los cercanos vivían a unos metros de ahí ayudaban a la Viuda de Villavieja pasándole comida, abrigo y periódicamente llevarla al hospital.Las victorias de la muerte por sobre la vida es una forma de recordarnos nuestro motivo de existencia.
¿Cuál es?
Que no lo tiene.
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Historias de una casa hacia la carretera
Mystery / ThrillerSon las personas las que ocasionamos los males. Esto es una recopilación de estos hechos que ocurren hacia la carretera 1, en una casa rural.