Sigo mordiéndome las uñas,
la pantalla del portátil lleva vacía desde hace horas.
Mierda, mierda, mierda.
No sé que escribir. Si no termino para el domingo no me concederán la beca para ir a Londres.
Estoy horrorosamente perdida, absolutamente todas mis ideas se han acabado.
Vuelvo a mirar la pantalla con la esperanza de que, mágicamente, algún relato se escriba.
Por desgracia no funciona.Apago el ordenador, total, está claro que hoy no conseguiré nada nuevo.
Al decidir embarcarme en esta aventura, pensé que sería más fácil. En realidad, lo era: la preselección fue increíblemente sencilla y pasé a la final sin ningún esfuerzo, pero solo daban diez becas, y para conseguir una, debía escribir un relato.
El problema no era el relato, el problema era que había un tema: la vida en Londres.
Quién pretendía que yo, nacida en Italia, de la que, por cierto, jamás había salido, escribiera un relato sobre ese tema?
Era impensable.Salté de la cama y alcancé el móvil; segundos después, Skip Marley desgarraba a todo volumen las paredes de mi habitación.
Trece camisetas y una canción de Capo Plaza después decidí que tenía un aspecto nada presentable, pero estaba demasiado cansada como para arreglar mis ojeras en ese preciso instante.Bajé las escaleras de dos en dos, y escribí en la nevera
las mismas cuatro palabras de todos los los días: vuelvo a las diez
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Siete cafés y un portátil
Teen FictionEl día en el que Anna decide viajar a Londres para seguir su sueño: ser escritora de éxito, no puede imaginar todo lo que ocurrirá allí. Intenta ocultar sus sentimientos hacia Brooke, una joven pelirroja que demuestra a Anna que la vida no es sólo c...