Capítulo 2

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Mis ojos aterrizan sobre los suyos; en cuestión de segundos, su mirada verdosa me ha atrapado.
Observo cada destello brillar en sus pupilas... No dejaría de mirarle jamás.
El golpe en el hombro me despierta.
- Aparta de la puerta niñata! - grita una voz demasiado grave - Quiero pasar.
Él observa con asombro la escena, se acerca y mira con desdén a la mujer del chillido desagradable.

Cuando su brazo pasa por mis hombros, toda la tensión desaparece. Me guía hacia la mesa, y, para cuando llegamos, ya ha recuperado la sonrisa. Me encanta su sonrisa, me encantan sus ojos, me encanta él.

Pero, sin embargo, veo una sombra en su mirada que no consigo descifrar.
Poco a poco, las palabras fluyen, y, con ellas, mis lágrimas.
- Anna, lo siento, ya sé que íbamos a ir juntos a Londres - el labio inferior de Luca tiembla demasiado. Esto no huele bien - pero una universidad canadiense me ha concedido una beca mucho mejor, y no puedo dejar la oportunidad escapar. Te quiero, pero no puedo.

No hablo, me limito a mirar cada curva de su labio. Noto como se me humedecen las mejillas, y poco después, tengo los labios salados.

No decimos nada de camino a casa, su mano aprieta la mía como nunca y me aferro todo lo posible a el. Veo mi casa, donde Carlo, el gato más odioso del universo, maulla sobre el columpio del porche.

Luca se gira y se sujeta a mi espalda. Sé que es una despedida. Y entonces le beso.
Sabé a café y a vainilla.
- Podemos intentarlo - murmulla contra mis labios - solo serán tres meses, después nos veremos
- Y luego nos volveremos a ir - susurro.

Siete cafés y un portátilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora