Faltaba poco para medianoche, solo se escuchaba el sonido del agua correr en el río. Y una que otra ave nocturna cantándole a la noche. El viento soplaba fuerte, llevando un aire frío que me heló la sangre. En ese momento superó que él ya estaba ahí, Observándome.
-Por favor, ven.- Pedí a la oscuridad, volteando a ver a todos los árboles y arbustos que estaban a las orillas del río.
-Que puntual.- Ronroneo, en mi oído. Me sobresalte pues no sabia que él estaba tras de mí.- ¿Has traído todo lo que necesitas? Cachorra.- Murmuró, jugando con mi cabello.
-Me llamó Czarina, Vurdalak.- Gruñi, dándome la vuelta, viéndole directamente a los ojos.
-No me mires de esa forma, Czarina. Tú hermosa alma podría perderse si continuas.
Rápidamente desvía mi mirada, retrocediendo un paso y abrazandome a mi misma.
Una risa maliciosa salió de él, mientras que mi rostro se tornaba rojo de la ira.
-Perfecto, mi niña.- Tomó mi mano y trato de llevarme con él, logrando sólo que me soltará bruscamente de su agarre. Él se dio la vuelta rápidamente, esperando, con claro enojo, a que me explicará.
-No quiero irme.- Dije, rápidamente.
-¿No?
Akim por supuesto me había escuchado, pero quería que yo tuviese el valor de repetirlo. Cosa que hizo que me enfadara.
-¡No me quiero ir!.- Exclame, cruzandome de brazos y plantandome firmemente en la tierra.
-Sabes que no tienes opción, Czarina.
-La tengo. Si deseas estar conmigo, Akim, cortejame como haría cualquier macho a su hembra.
Y sin esperar a que me contestara, me aleje de ahí.
Aunque no le llevo mucho seguirme el paso y obligarme a encararlo.
-No soy un perro, Czarina. Soy un hombre que a vivido muchos años. Máximo líder y soberano de cada Alma en esta tierra. Todo responde a mi. No existe ser que pueda detener mi poder.- Su tono de voz era frío y duro, provocó que mi piel se erizara y mi corazón latiera aceleradamente. Nunca apartó la vista de mi.- Tú eres la elegida para Mí, Czarina. Y si alguien lo llegase a saber, Morirás.
-¿Cómo me encontraste?.- Eso fue lo único que pude preguntar, pues nada de esto hubiese sucedido si él jamás se hubiera acercado a nuestra aldea.
-Seguí a unos Lobos que se dirigían hacia aquí. Uno de ellos era el hijo del Alpha Anastas.
-Nickolai.- Susurre, toda la manada sabía el porque Nickolai vendría hasta aquí.
-Quiso llevarse a una cachorra, como tú. De cabello negro, hermosa, pero no hechizante.- Colocó una de sus manos en mi rostro, dibujando con los dedos el contorno de mis labios.
-No tengo nada que darte.- Susurre, cerrando los ojos con fuerza, dejando salir todo el aire que había estado reteniendo.
-Solo tú puedes darme lo que necesito, Czarina. Pues estoy maldito. Ningún cuerpo me sacia, ninguna comida me llena y ninguna bebida me refresca.
No había habido dolor hasta que llegaste tú con tu rechazo.Sus palabras calentaron mi corazón, Yo era su pareja, su otra mitad. Solo yo podía asegurar que cada palabra era verdad.
-No me iré, Akim.- Continuaba con los ojos cerrados, sintiendo como su aliento chocaba contra mi oreja.
-Será a tu manera, Czarina.- Aseguró, alejándose en un respiro de mi.
Para cuando abrí mis ojos, la claridad comenzaba a surgir, asegurándome lo tarde que era. Regrese con prisa a la aldea, encontrándome a Astrid.
-¿Qué haces levantada a esta hora? Czarina.- Siseo con malicia. Provocando en segundos mi ira.
-Puedes asegurar que no lo mismo que tú, Astrid. ¿La cama de Yurek estuvo lo suficientemente caliente para ti esta noche?
Sin decir nada, siguió su camino, no sin antes lanzarme una mirada de odio.
Increíblemente descarada la puta del pueblo.
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Czarina tiene un Secreto
Loup-garouTraición. En esa palabra se basaba mi vida. Traición a mi manada. Traición a mi Alpha. Mi único delito fue enamorarme. Pero lo pagaría mil veces. 3er libro de La Mujer del Alpha. Novela creada el 7 de Septiembre del 2015