Capítulo 4

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El Alpha Oleg llevaba fuera cinco días, su desaparición dejaba inquieta a toda la manada, pues sin nuestro Alpha, nadie podría continuar viviendo en esta Aldea, los Vurdalak la arrasarían con ella en un abrir y cerrar de ojos.

El Beta Yurek no era lo suficientemente justo, valiente y fuerte como para liderar nuestra manada. Él y Astrid no eran mis personas favoritas en la manada.

Aunque a pesar de eso, todos le éramos completamente fiel al Alpha Oleg.

—Czarina.— Me llamó Nina.— A que no adivinas que escuche.— Dijo con entusiasmo.

Rápidamente mi corazón se aceleró, deje de lado el hilo y la aguja que tenia en mis manos y me acerque con prisas a ella.

—¿Qué sucede?.— No pude ocultar, ni siquiera un poco, mi nerviosismo.

—Calma, Czarina. Son buenas noticias.

Mi expresión de alivio fue más que obvia y sin esperar más, fui a sentarme.

—¿Qué pensaste que diría?.— Inquirio Nina.

—Déjalo Nina, ¿Qué sucede?

—El Alpha Oleg por fin traerá a una Luna a la manada.— Chillo con euforia.

—¿Quién es ella?

—Los rumores dicen que es una Loba, Czarina. Ella es fuerte. Podrá darnos cachorros.

—Corrección, Nina. Le dará cachorros al Alpha Oleg.

—Es lo mismo, Czarina. Él es nuestro Alpha.

—Sabes que tendremos que irnos, nuestras parejas no están aquí.— Me arrepentí inmediatamente después de mencionar a nuestras parejas.

Ese era un tema el cual Nina no tocaba en ninguna circunstancia.

—Lo siento, Nina. No era mi intención. Y-yo...

—Déjalo, Czarina. Estoy bien.

Antes de que pudiese continuar, ella ya se había ido.

Ya estaba pronto a anochecer, regresaría al río, con la esperanza de encontrarme con Akim.

Una sonrisa se extendió por mis labios. Tome mi vestido crema, el más hermoso que tenía. Gena me lo había regalado hacia algunas Lunas atrás por mi cumpleaños número dieciséis.

Quizá mi aspecto era de una hembra mayor pero en realidad, aún era lo que Akim me decía siempre. Una cachorra.

No tarde mucho en escuchar el agua del río correr. Caminaba con mi cuello descubierto y mis pies desnudos.

Sonreí para mis adentros, estaba tentando al Vurdalak de la forma más descarada posible.

No pasó mucho tiempo para que una voz me detuviera tras de mí.

—Si querías impresionarme, cachorra, no hubieses traído nada en tu cuerpo.

Mordí mi labio inferior, tratando de contener la risa.

—Solo quería nadar un rato.— No me detuve en ningún momento, como si no me importase la presencia de Akim.

—Yo podría hacerte volar.

—Lo dudo.

No había pasado ni un segundo cuando Akim ya estaba frente a mi, notablemente cabreado.

Una corriente de aire helado paso en ese preciso momento, provocando que las cimas de mis pechos se endurecieran.
Me crucé de brazos avergonzada de mi cuerpo.

Maldije internamente, sonrojandome de manera inmediata.

—No lo cubras.— Susurro, soltando el agarre de mis manos y dejando al descubierto mi pecho.— Es hermoso.

Levanté mi mirada, encontrándome con la suya. Entre abrí los labios, pues el aire me faltaba y estaba desesperada por una bocanada de aliento. De su aliento.

—Eres una niña, Czarina.— Su expresión de dolor no me paso desapercibida cuando lo dijo.

Y no se porque esa afirmación en ese momento se sintió como un insulto.

—Tu cuerpo esta listo para Mí.— Susurro acercándose más a mi.— Pero a tú mente aún le asusta.

Estaba enfadada y aunque sabía que no tenía que estarlo. Lo estaba.

Y mucho.

No dije nada, solamente pase por su lado y continúe mi camino hacia el río.

Escuche como dejo salir un suspiro, quizá cansado o tal vez exasperado.

No me quede para averiguarlo.

Czarina tiene un SecretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora