Capítulo 5

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Halley despertó con un dolor de cabeza insoportable. Gimió llevándose las manos a las sienes para masajearlas. Se sentía como si le hubiesen pegado una paliza.

—¿Estás bien?

Abrió los ojos de golpe y se quedo inmóvil. No conocía esa voz y tampoco el techo que contemplaban sus ojos. Se incorporó nerviosa, sus puños cerrados sobre la manta con la que había estado tapada. La manta de su abuela.

—¿Qué...qué ha pasado? —preguntó mirando a su al rededor confusa.

Parecía una cabaña y le recordaba al castillo de princesas que tenía Eloise en el patio de su casa, pero en vez de paredes rosas de plástico, eran de madera y no había nada femenino allí. Los únicos muebles eran un colchón en el suelo, en el que ella había estado durmiendo, y un viejo sofá desde el que un hombre, tal vez de 20 años, la miraba detenidamente. Era muy guapo.

—Te desmayaste al verme desnudo —contestó él con una media sonrisa y entonces los recuerdos vinieron de golpe.

Geri pasó una mano por su rizado pelo  y observó a la chica, que después de sus palabras sus mejillas se habían puesto rojas.

—¡No me desmayé porque estuvieses desnudo!—exclamó ella pareciendo recordar todo lo que había sucedido—. Ni que fuese el primer pene que veo...

Levantó una ceja y ella se puso más roja aún.

—Pues eso me había parecido —Geri no había encontrado otra razón por la que ella se hubiese desmayado. Todo lo demás había sido normal—, ¿por qué, entonces?

—¿Por qué? —preguntó incrédula— ¿Cómo que por qué? ¡Eras un lobo y y y..después hubo luz y luego tú!

Geri frunció el ceño. ¿Qué estaba diciendo?

—No entiendo que es lo que quieres decir.

—¿Eres un...? —puso las manos como si tuviera garras e hizo un sonido adorable con su garganta.

Geri rió levantándose y empezó a caminar al rededor de ella, rondándola como a una presa.

—¿Hombre lobo? —Halley asintió tragando saliva—. Si, creía que era obvio.

—¡Ay dios mio! —se levantó del sitio y empezó a pasearse de un lado a otro.

—Deberías sentarte, igual tienes un bajón de tensión o algo después del desmayo —le aconsejó Geri.

—¡Ay dios mio! —repitió alzando la voz y respirando agitadamente—. ¡Un hombre lobo! ¡Lobo! ¡Hombre lobo!

Halley le miró. Ciertamente el chico, aunque guapo como como el solo,  su aspecto parecía salvaje,  pero...¡¿Un hombre lobo?! Había leído demasiados libros y se había vuelto loca como Don Quijote.

—Esto no está pasando —se apoyó contra la pared y le miró incrédula. Su memoria le estaba jugando una mala pasada, debía de estar confundiendo acontecimientos y en realidad el hombre y lobo habían aparecido en diferentes momentos y su mente había juntado ambos recuerdos. Debía de ser eso y el chico solo le estaba gastando una broma.

—¿No está pasando el qué? —dijo el mirándola fijamente. Halley no había pasado desapercibido que el bromista la estaba rondando, sin perder un mínimo detalle de cada movimiento que ella hacía.

—¡Tú no estás pasando! —le gritó exasperada—¿Hombre lobo? ¿Qué te crees? ¿Qué estamos en Crepúsculo y tú eres Jacob?

Geri frunció el ceño. ¿Quien era Jacob?

—¿Crepúsculo es alguna manda de licantropos de donde vienes? ¿Jacob es el alfa?

—¿Qué? —ella realmente le estaba mirando como si estuviese loco—. ¿Debajo de que piedra vives?

Entrecerró los ojos. La actitud de ella empezaba irritarlo. Había decidido no atosigarla porque igual estaba confusa después del desmayo, pero se acabó la prorroga. Se acercó a ella decidido, se agachó para que sus ojos quedasen a la altura de los suyos y enseñó los colmillos y sacó las garras amenazante. Cuando habló, su voz casi era un gruñido.

—¿Qué tal si dejas de ponerte a la defensiva y me das las gracias por no dejarte en la nieve cuando te desmayaste? Estás en mi territorio, así que por ley puedo hacer lo que quiera con los intrusos. Así que mejor háblame con respeto y no tendremos problemas.

Ella miró sus garras y después sus dientes, con los ojos como platos y cuando empezó a hablar, estaba tartamudeando.

—Pe-pe-pero...¡Los hombres lobo no existen!

Geri la miró por un segundo anonadado. ¿Cómo que los hombres lobo no existen? Abandonó su pose amenazante y soltó una carcajada.

—¡Si claro! Y los vampiros tampoco, ¿no te jode?

Ella se puso pálida.

—¿Vampiros? ¿Estás diciendo que también existen vampiros?

Halley miró al espécimen que tenía en frente. Tenía garras, y esos dientes no eran humanos. ¡Y le había gruñido! Él la estaba mirando con el ceño fruncido, como si fuese una demente. Tenía que admitir que era guapo...muy guapo. Sus padres habían hecho un buen trabajo. Era la clase de chico que vería por la calle, le daría un codazo a su mejor amiga y diría: "Me he enamorado". Eloise la miraría divertida y le contestaría:

—Si me fuesen los rabos, también me habría enamorado.

Paradójicamente él tenía dos rabos. Por que al fin Halley había aceptado que de humano solo tenía el aspecto. Y estaba muerta de miedo. Miró la puerta de la cabaña. ¿Si salía corriendo le daría tiempo a llegar a la puerta y huir? Lo dudaba. Su corazón se paró cuando el se inclinó, rozándole el cuello con la nariz. La estaba oliendo. 

—Hueles extraño.

Jadeó indignada.

—¡Gracias, eh! —dijo sarcásticamente.

Él sonrió divertido.

—Extraño no significa mal —cogió un mechón de su pelo rubio y volvió a aspirar su aroma—. En realidad hueles bastante bien.

No supo que contestar.

—¿Qué eres? —preguntó Geri, esta vez serio.

—¿Qué soy? —ella le miró como perdida—. Un ser humano normal y corriente, ¿qué voy a ser si no?







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⏰ Última actualización: Sep 09, 2015 ⏰

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