Suspiré al mismo tiempo que me dejaba caer en la cama, quedando boca arriba. Ese día las clases habían sido especialmente duras por culpa de los estúpidos comentarios de Víctor Nott, que no había parado de comentar lo mucho que me parecía a una zanahoria con pinta labios.
Giré la cabeza para mirar por la ventana. Aún quedaba un rato para la cena, pero estaba planteándome seriamente no bajar. Total, para el hambre que tenía, y las ganas de verles las estúpidas caras a mis compañeros, no merecía la pena.
Pero no podía tomar mi poción con el estómago vacío, así que me levanté perezosamente y bajé a la Sala Común.
Víctor Nott estaba ahí con sus amigos, entre los que destacaban Draco Malfoy y Pansy Parkinson.
Agaché la cabeza al pasar junto a ellos, para que no me notaran, pero mis pelirojos cabellos obviamente llamaron la atención de Pansy.
- Oye, Nightcross, ¿estás segura de que no eres una Weasley?-dijo, con un tono engañosamente dulce-. Pareces igual de tonta que todos ellos.
Todos le rieron la gracia salvo Draco, que me echó una mirada de desprecio que me hizo estremecer hasta que crucé la puerta y salí al pasillo.
Una vez lejos de las miradas de mis compañeros, me apoyé en la pared del pasillo, respirando hondo. Había algo en la mirada de Draco que me había puesto todos los pelos de punta, y por tonto que sonase, tuve que controlarme para no echar a correr y caminar de forma normal hacia el Gran Comedor.
Ya habían algunos alumnos sentados cuando llegué, así que me apresuré a sentarme en una punta de la mesa, la más cerca de la mesa de los profesores, y empezar a comer en silencio.
Me sentaba siempre cerca de la mesa de los profesores porque así era más dificil que nadie se acercara a decirme nada malo. No es que funcionara, pero me sentía más segura.
No soy una miedica, si es lo que estás pensando, pero prefiero no tener que enfrentarme a nadie. Si hay que hacerlo, lo hago.
Fue una cena tranquila en la que nadie se acercó a mí, algo que me dejó tranquila hasta que decidí retirarme.
Noté que el profesor Snape se levantaba al mismo tiempo, saliendo del comedor con paso rápido.
Restándole importancia salí también, caminando hacia las mazmorras. A medio camino me paré. Miré a los lados, asegurándome de que no hubiera nadie y di media vuelta, con el ceño fruncido.
«No lo hagas, Aria», me dije, en vano. Mis piernas parecían haber tomado la decisión de llevarme a una aula vacía que yo llevaba visitando varios años desde que entré en Hogwarts. No había vuelto a ir desde que estaba en quinto, dos años atrás.
El corazón empezó a irme más rápido cuando tuve la puerta que buscaba frente a mí.
Con un meneo de cabeza, cómo para desechar los pensamientos que me aconsejaban ir a mi Sala Común, abrí la puerta con cuidado. Con la mirada baja, entré en la sala dónde se guardaba el Espejo de Oesed.
Contuve un grito ahogado al darme cuenta de que había alguien frente al espejo.
Reconocí la capa negra en cuanto mis ojos la vieron. El profesor Snape estaba arrodillado frente al espejo, con la capa rodeando su figura. Tenía la cabeza gacha y la mano derecha apoyada en el cristal, sin mirarlo.
Debí de haber emitido algún ruido al verle, porque volvió la cabeza hacia mí con una velocidad aterradora y me echó una mirada de sorpresa.
El dolor que había en sus ojos me desarmó, ahogando cualquier excusa que fuese a salir de mis labios.
Al reconocerme frunció el ceño, y, levantándose amenazadoramente, comenzó a caminar hacia mí con una expresión de furia.
- ¡Largo! ¡Vallase ahora mismo antes de que...!-gritó.
Pero antes de que terminara su amenaza, salí corriendo por la puerta, con la túnica hondeando tras de mí, y el corazón amenazando con salírseme de la garganta.
Jadeando del cansancio pero sin aminorar el paso, llegué a la Sala Común y pronuncié la contraseña tan precipitadamente, que tuve que repetirla, mirando nerviosamente sobre mi hombro.
Corrí hacia mi dormitorio, cerrando la puerta tras de mí y apoyandome en ella.
¿Qué es lo que acababa de pasar exactamente? ¿Qué hacía el profesor Snape en la sala del Espejo de Oesed?
Cuando me metí en la cama esa noche, aún no podía quitarme de la cabeza la mirada de dolor que había visto en esos ojos negros antes de que se tornaran furiosos.
Esa noche olvidé tomar mi poción.
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El Murciélago de las Mazmorras y La Princesa del Agua
FanfictionAria Nightcross siempre ha estado ahí, en la casa Slytherin, aprobando todas las asignaturas sin dar problemas, sin hacerse notar. Pero tiene muchos secretos que, en su último año, no podrá seguir ocultando de su profesor de Pociones, Severus Snape...