"La primera impresión"

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Me gire y contemple mejor la casa. Ahora que Catalina no estaba, se sentía muchísimo más espaciosa. Pensé que sería maravilloso vivir en alguna casa como esta, aunque obviamente yo nunca podría permitirme algo así, a menos que fuera una mafiosa. Mi imaginación era inmensa.

Sin embargo, no me habían contratado para que estuviera aquí parada todo el día y observando todo como niño curioso. Respire hondo y decidí buscar a ese tal Rubén digo Rubius «me tengo que acostumbrar a decirle así»en su cuarto.

Aunque yo no sabía dónde se encontraba.

Muy inteligente _______, muy inteligente —Me dije mientras llevaba un dedo a la boca y comenzaba a morder mi uña. Era uno de los hábitos que había adquirido en la infancia cuando me sentía nerviosa, justo como en estos momentos. Quería encontrar a Rubius y hablarle, aunque tampoco podría andar fisgoneando por toda la casa sin que alguien me tachara de ladrona o que se yo, incluso de acosadora.

Camine a través de la planta baja. Conocía unas cuantas partes, pero aún así habían demasiados cuartos—como un hotel—, y cualquiera podría ser el de Rubius. Toque una de las puertas en el corredor principal, por debajo de las escaleras. Abrí con cuidado y descubrí que era un baño. Bien, obviamente aquí no era su cuarto. La siguiente puerta era un cuarto pequeño, demasiado para una casa como esta, se me ocurrió que podría ser un cuarto para invitados. Ni siquiera me detuve en el siguiente cuarto. Ahí era el estudio de Cata, y dudaba que Rubius estuviera encerrado ahí.

Cuando termine con ese lado de la casa, fui al otro extremo. Una cocina inmensa que solo me había tocado ver en programas para cocinar, otra sala llena de cuadros y esculturas con formas extrañas y la puerta al patio trasero. A este paso, me llevaría todo el verano encontrar a Rubius. Estupendo.

Miré hacía las escaleras de mármol blanquecino que se encontraban en el vestíbulo. No tenía nada que perder, así que subí lentamente. Lo único que me preocupaba seria el encontrarme a Rubius y que este me mirara y pensara que era una especie de ladrona. Caí en la cuenta de mi idea estúpida y comencé a reír, aunque luego me detuve porque era una grosería.

El segundo piso era casi como el primero. Las paredes eran blancas y altas, y habían cuadros y columnas alrededor. El piso era de madera y estaba cubierto con una espesa y linda alfombra roja. Parecía más como un museo que una casa. Lo único que realmente me gustaba, es que solo contaba con cuatro habitaciones, en un pasillo estrecho frente a las escaleras. Más allá, en el ala izquierda había una especie de salón de música, con un piano de cola, guitarras acústicas y un precioso violín negro. El ala derecha era una especie de salón de entretenimiento o algo parecido, estaba cubierto de posters de películas viejas y discos de música variada. Me agradaba más la gran pantalla plana que se encontraba en un rincón. Decidí que la aprovecharía mas al rato.

De vuelta en el pasillo, comencé a mirar en cada uno de los cuartos. El primero estaba lleno de objetos antiguos y no-tantos, el segundo era un cuarto de mujer, probablemente el de Rubius, JA. El siguiente cuarto era...

Un baño.

Ocupado.

¿Qué demo...

¡Equivocado! ¡Lo siento! —Grite mientras cerraba con fuerza la puerta y me recargaba en esta. Bien, esto tendría repercusiones en el futuro. Necesitaba un psicólogo. Si, si, aún era virgen y pensaba seguir siéndolo hasta dentro de mucho tiempo. Tampoco había visto a un hombre desnudo. Hasta hoy.

Lleve mis manos hacia la cabeza y apreté. Sabía que me estaba comportando como una bebe, pero ¿y qué? Había visto a ese tal Rubius bañándose, y no es como si él me pudiera ver a mi. Rápidamente me retracte de haber dicho eso.

¿Qué es todo ese alboroto, Mangel?- dijo Rubius

Lentamente levante la cabeza hacia la persona que hablaba. Me odie por no haberlo hecho antes. Se trataba de un chico, probablemente de mi edad o incluso un poco más grande. Estudie cada una de las facciones de su rostro. Su piel estaba ligeramente bronceada, con pómulos altos y mejillas rosadas. Me paralice al llegar a sus ojos, que eran más Mieles que la miel Misma.. Seguí recorriendo con la vista cada centímetro de su cuerpo, intentando memorizarlo para cuando me fuera más útil. Su cabello, que caía alborotadamente hasta un poco más arriba de la altura del mentón, era un poco más claro que el mío. Su complexión era delgada, aunque musculosa, y era mucho más alto que la mayoría de los muchachos que conocía en la ciudad—y de los que conocería en toda mi vida—. Elevo las comisuras de los labios, formando una sonrisa torcida. Parecía divertido de una forma sarcástica.

¿Estás ahí? ¿Mangel? —Pregunto, obviamente refiriéndose a mí. Yo aún seguía en shock—. Pensé que había oído una voz de mujer. ¿A quién has traído?

¡Rubius! —La puerta detrás de mí se abrió de repente y me golpeo en la espalda levemente. Aún así solté un gemido de dolor—. ¡Oye! ¡Eso duele! —Grite frotando mi espalda—.

¿Quién...quién eres? —Pregunto el chico del baño desconcertado y con la cara roja. Lo más genial de esto es que aún seguía desnudo. Intente mirar hacia otro lado—.

Me llamo ______. Vengo para hacerle compañía a Rubius—El otro chico de pelo oscuro bufo. Me puse de pie—. ¿Quién de ustedes es Rubius?

Wow. Hermano, no sabía que estabas tan necesitado como para contratar a alguien que te haga los favores —El chico desnudo me miro de arriba hacia abajo. Levante una ceja y después fruncí el ceño—. Aunque no está nada mal, eh.

Cállate Mangel. Esta es mi niñera —Contesto el otro sarcástico. Se giro hacia otro lado, rumbo a la habitación a la que yo no había entrado—. Creo que te ha quedado perfectamente claro quién es quién, ¿no? Mejor no molestes y ponte a ver la televisión o plantar flores en el jardín. Solo mantente alejada y ni tu ni yo salimos perjudicados. ¿Estamos?

Con que ese era el tal Rubius. Sarcástico, malhumorado y horrorosamente sexy. El destino es cruel, señores.

Cerró la puerta tras de él y Mangel me lanzo una mirada como diciendo "lo siento mucho por su carácter, pero desafortunadamente él es así". Lo miré fijamente a la cara, intentando no distraerme con su entrepierna y le devolví una mirada de "Gracias, pero desafortunadamente deberías volver a tu ducha".

Le lance una pequeña sonrisa y después me marche de allí



"Corazón Ciego" {Rdg/Rubius}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora