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  Lo ayude a subir las escaleras rápidamente, aunque no necesite de mucho esfuerzo, dado que el estaba tan impaciente que prácticamente subió los escalones de dos en dos. Se aferro a mi mano y en ningún momento abandono la sonrisa que tenía marcada sobre el rostro. En cuanto llegamos a su cuarto, me empujo sobre la puerta, aprisionándome con sus brazos. Comenzó a besarme desesperadamente, mientras que yo, inútilmente le colocaba seguro al pomo y fallaba al intentar desabotonar su camiseta. Él saco mi cardigán y yo mordí su labio superior. Rubius gimió, sin separase de mí.
Te amo como no tienes una idea —Dijo él con la voz entrecortada, trazando un camino con sus manos por toda su espalda. Sonreí y le volví a besar—.
También yo —Conteste, añadiendo—. Solo que aún más.
Nos alejamos de la puerta y luego lo empuje sobre su cama, aprovechando el pequeño espacio para sacarme los Jeans  y los zapatos de un tirón. Me acerque a él, recostándolo sobre las almohadas. Rubius  flexiono las piernas y me senté sobre su vientre, deslizando mis manos frías por debajo de su camiseta, sintiendo sus músculos esculpidos. Sentí como él se estremeció y de nuevo me incline sobre él. Bese sus parpados, su boca. De ahí me pase hacia el lóbulo de su oreja, su mandíbula y después su cuello. Rubius  comenzó a acariciar mis muslos desnudos y mi trasero, a través de la fina tela y entonces fui yo quien me estremecí. Me aparte, levantándome de la cama y sin esperar autorización saque su camiseta y baje sus Jeans , exaltándome al observar el bulto que sobresalía de sus bóxers. Trague duro y sentí mis mejillas calientes, sin apartar la mirada. Rubius se inclino, recargando su espalda contra el respaldo de la cama.
¿Qué sucede? —Pregunto, alarmado—.
Trague duro e intente guardar la calma—. N-nada. Es-stoy bien.
Frunció el ceño, incorporándose totalmente. Bajo los pies de la cama y alzo las manos, esperando a que se las tomara. Corrí hacia él y me incline, colocándome de cuclillas frente a él. Rubius  sonrió tranquilamente—. Mi amor, no te preocupes por nada. Yo... yo sé que esta vendría siendo tu primera vez —Baje la mirada, avergonzada y recordé aquella vez, en este mismo cuarto, cuando habíamos estado a tan solo un paso de lo que ahorita haríamos enseguida. Cuando le confesé que aun no había estado con nadie, que él sería el primero y el único, si era posible. Cuando le confesé mi amor. Cuando él me lo confeso también. Cuando volví a ser feliz. Desde aquel día, comencé a almacenar en mi cerebro los recuerdos que había vivido aquí. Hoy podría desenterrarlos de nuevo, sin ningún temor. Sonreí, levantando de nuevo la mirada y acaricie su barbilla. El coloco su mano sobre la mía—. No quiero que te sientas obligada por mí al hacer esto. También tiene que ser tu decisión, no importa la que sea. Yo te entiendo. Si piensas que vamos muy rápido, solo dímelo. Me detendré si así lo quieres. Aparte, si...
Me desespere de su sermón, aunque también aquello me parecía muy dulce de su parte. Yo más que nadie en este mundo sabía lo desesperado que Rubius  estaba de hacer... Bueno, tener sexo. Y tengo muchas pruebas que lo confirman. Así que todo este asunto resultaba terriblemente... Conmovedor, por así decirlo. Además, yo fui la que lo incito, en primer lugar. Y esta vez no me iba a echar para atrás. Decidí que estaba totalmente lista a dar el primer paso. Y no solo porque sabía que Rubius, detrás de esas palabras de calma lo pedía totalmente a gritos. Esto lo haría por mí. Porque era algo que deseaba desde hace mucho tiempo.
Coloque mis manos sobre cada una de sus piernas, impulsándome con ellas para poder ponerme de pie. Pero no lo hice. Simplemente me deje caer sobre él, de nuevo aferrándome a su cuello, mordisqueando sus labios. Rubius se veía confundido, pero cuando paso, dejo a sus manos envolverme por la cintura. Comenzó a deslizarlas por debajo de mi camiseta, levantándola completamente. Lo ayude a sacármela por el cuello y lo atraje hacia más fondo de la cama. Esta vez, rodamos, logrando que él se colocara sobre mí. Envolví mis piernas alrededor de su cintura, logrando un estremecimiento de su parte y un gemido del mío, al sentir su entrepierna contra mi pelvis. Nuestras respiraciones se tornaron más rápidas y superficiales. Rubius  jadeo, alejándose por un segundo de mi boca, buscando aire. Me permití observarlo. Su cabello totalmente enmarañado, con la boca totalmente hinchada y rosada, las mejillas teñidas de rojo y sus perfectos ojos pálidos que necesitaban ver más allá de mi. No pude evitar que una lagrima se deslizara por mi ojo derecho. Éramos tan felices, a pesar de todo. Los prejuicios dejaron de existir al segundo en que lo conocí. ¿Quién me podía negar que todo lo vivido en los últimos meses no fue jodidamente bueno? Jamás en mi vida había sido tan feliz como lo era ahora, con Rubius a mi lado. Era mío, solo mío.
Arquee mi espalda sobre las almohadas, dejando que las manos de Rubius  recorrieran mi espina dorsal sin interrupción. Sus manos estaban heladas, haciéndome temblar a cada segundo. De nuevo bajo su cabeza, llenándome el cuello con pequeños besos, que fue descendiendo hacía mi hombro. Bajo el tirante del sujetador y yo me estremecí al sentir sus dedos luchando contra el broche del sujetador. Me arquee aún más, dándole más espacio y finalmente pudo desabrocharlo. Lo aventó hacia un lado y me sonrió.
¿Recuerdas cuanto toque tu rostro, para darme una idea de cómo eras? —Sonreí por el tono de su voz, quebrado. Recordé con emoción aquella vez, cuando paso sus manos por mi rostro solo para después haberme besado. Respondí con la voz ronca—. Por supuesto.
Déjame hacer lo mismo con tu cuerpo. Déjame recorrerlo, sentirlo. Necesito sentirte. Por favor.
Lo abrace por el cuello, atrayéndolo hacia mi—. Haz lo que quieras —Le susurre—.
Se aparto de mi, sentándose sobre mis muslos desnudos. Coloco sus manos en mi cintura, con los dedos gordos palpando por dentro, tocando mi vientre y mi estómago, lentamente. Fue subiendo más y más hasta llegar a la curva inferior de mis senos. Mordí el interior de mi mejilla, luchando por no soltar un gemido o simplemente colocar sus manos ahí. Fue subiendo lentamente, rozando cada lugar con sus dedos. Simplemente no podía... Sentía que iba a explotar en cualquier instante.
Esta vez, el bajo su rostro comenzando, de nuevo, a besar mi clavícula, mis hombros... Solamente que esta vez, el no se detuvo. Fue bajando y bajando, lentamente, hasta detenerse a la altura de mi ombligo. Levanto el rostro mientras bajaba sin prisa mis bragas, provocándome temblores por todo el cuerpo. Lo atraje de nuevo hacia mis labios y comencé a jugar con el elástico de sus bóxers; Yo no me iba a quedar atrás. Logre bajarlos de golpe y me quede mirando por algún tiempo. Levante mi mano hacia él y Rubius se estremeció.
Simplemente hagámoslo, de una vez —Susurre, vislumbrando sus pálidos ojos. Rubius sonrió y se acerco a mi boca—. Te amo demasiado, _____. Y siempre, siempre te amaré.
Me beso más lentamente; Más pausado. Desenredo una sabana que solo hacia bulto a nuestro lado, arropándonos a los dos con ella, dejando que nuestros sentimientos y deseos fueran envueltos en aquella fina tela, que sería testigo de todo el amor que nos teníamos el uno por el otro.

"Corazón Ciego" {Rdg/Rubius}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora