Capitulo I

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Llamaron la puerta tres veces antes de que pudiera reaccionar y dar una señal de vida. Estaba ensimismada observando su reflejo en el espejo, era la perfecta representación de la juventud hecha mujer: se sentía plena, completa, era feliz. Volvieron a tocar la puerta, pero esta vez una voz irrumpió al final.

—Hannah, ¿Te encuentras bien? —Era Connor. Sonó más angustiado de lo que hubiese querido, pero fue inevitable. En las últimas semanas, Hannah había actuado de una forma extraña, él había intentado hablar con ella, pero no sabía exactamente de qué.

—Sí, todo bien, en un momento bajo. —Volvió a mirarse en el espejo, satisfecha le sonrió a su reflejo y salió de su habitación.

La casa se veía increíble. Connor se había encargado de decorarla, no era nada extravagante, sólo un par de luces tenues en los pasillos, algunos arreglos con flores y un "FELIZ CUMPLEAÑOS, HANNAH" impreso en una manta adornando la entrada.

— ¿Te gusta? —Preguntó Connor con una sonrisa noble en su rostro.

—Me fascina, te quedó increíble —Se acercó a él y lo abrazó— Mmm, que bien hueles, ¿Qué te has puesto?

—Es mi nueva loción.

—Me encanta. —El timbre de la puerta sonó y al otro lado escuchó una voz conocida— Genial, los invitados ya empezaron a llegar, yo abro.

En menos de una hora la casa estaba abarrotada de gente, entre familia y amigos. Hannah no se había separado de la puerta ni un solo instante, le gustaba recibir a todos sus invitados personalmente, agradecerles por asistir a su cumpleaños, por formar parte de su vida. Mientras sostenía una conversación rápida de bienvenida con una compañera del trabajo, el timbre volvió a sonar por enésima vez, la chica se integró a la fiesta y Hannah abrió la puerta para recibir a su siguiente invitado. Pegó un gritó de la emoción, y de no ser porque los tacones y el vestido largo se lo impedían, también hubiera empezado a saltar. Una chica alta, de complexión delgada y muy atractiva, se abalanzó sobre ella, riendo como una niña.

— ¡Feliz cumpleaños! —Gritó Stevie a todo pulmón, y abrazó fuerte a la rubia.

— ¡Por Dios! no puedo creer que estés aquí —Le dijo Hannah al oído, sin separarse de aquel reconfortante abrazo.

—También me da gusto verte. —Contestó Stevie, tratando de contener las lágrimas a causa de la emoción. La puerta permanecía abierta, y después de unos instantes, Stevie recordó que no venía sola. Hannah también se dio cuenta y ambas se separaron.

—Bueno, veo que no vienes sola. ¿Es tu novia?

—No. —Stevie tomó a Sarah de la mano y al mismo tiempo levantó la otra frente al rostro de Hannah para mostrarle el pequeño anillo de compromiso que llevaba puesto.

— ¡Oh por Dios! ¡Estás comprometida! —Puso los ojos como platos y volvió a gritar.

—Hannah, te presento a mi prometida. Sarah. —Anunció Stevie con una enorme sonrisa mientras cruzaba una fugaz mirada con Sarah.

—Hola, mucho gust... —Sarah no pudo terminar la frase porque ya tenía a Hannah encima, se había abalanzado sobre ambas y las estrujaba con fuerza.

—Oye tranquila —Le pidió Stevie a su amiga cuando sintió que le costaba un poco respirar.

— ¡Oh!, lo siento —Se posicionó a una distancia razonable de amas —Vas a casarte y creo que es increíble. No tienes idea de lo mucho que me alegra que al fin encontraras a alguien. ¿Sabes? —Se dirigió a Sarah— te ha esperado mucho tiempo, así que confío en que te esfuerces para que la espera valga la pena.

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