Capitulo IV

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Apenas abrir los ojos, sintió una punzada de dolor terriblemente fuerte en la cabeza, tenía la sensación de que le podía reventar en cualquier instante, sentía la boca seca y el estómago le ardía. No recordaba nada de lo sucedido la noche anterior y mucho menos como había llegado ahí, pudo reconocer el lugar donde se encontraba, era la casa de Ally pero de ahí en fuera todo en su cabeza estaba cubierto por una densa niebla que le impedía poder vislumbrar algún recuerdo.

De pronto sintió algo arder dentro de su pecho y subir hasta su garganta, lo cual la obligó a ponerse de pie de un salto y correr al baño, y este pequeño esfuerzo le provocó otra punzada de dolor en la cabeza, cundo estuvo de rodillas frente al baño se controló para no vomitar aquel liquido acido que subía por su diafragma, pues sabía que si lo permitía sólo le ocasionaría hacerse más daño, respiró hondo hasta que las náuseas se extinguieron y después se puso de pie, se lavó la cara con agua fría, aún se sentía torpe a causa de la enorme cantidad de alcohol que había tomado la noche anterior y esperó que eso pudiera ayudarle a reaccionar.

Bajó hasta la cocina y se encontró con Ally sentada en la mesa bebiendo una taza de café, tenía la mirada perdida, como si su mente estuviera en un lugar completamente ajeno a su cuerpo, pero en cuanto notó su presencia reaccionó y se volvió para dirigir toda su atención hacia ella.

-Buenos días -una sonrisa iluminó su rostro-, ¿cómo va esa resaca? -preguntó con un tono de burla pero cariñoso.

-De maravilla -Contestó con sarcasmo mientras sacaba un vaso y se servía agua-, ¿cómo llegué aquí?

-No te acuerdas de nada ¿cierto? -Hannah negó con la cabeza y después de pasar un trago de agua dijo:

-Lo último que recuerdo es... -se interrumpió- bueno, eso no importa, lo que realmente me interesa es saber que sucedió después.

-Pues... en realidad esperaba que tú me lo contaras porque yo tampoco lo sé, después de que saliste de la fiesta no supe nada de ti hasta la madrugada, que fue cundo me llamaste pensando que era Stevie, no me dijiste donde estabas y eso me lo puso muy difícil, sin embargo, pudimos encontrarte en el parque de la ciudad casi inconsciente en una de las bancas, el resto lo sabes: te trajimos aquí.

-¿"Trajimos"?

-Ajá, Stevie me acompañó a buscarte, ahora está arriba en mi habitación.

-¿En tu habitación? –Hannah puso los ojos como platos-, ¿dejaste a Stevie entrar a tu habitación? ¿Acaso durmieron juntas? –esto último lo dijo a modo de broma, pero no pudo evitar que Ally casi se atragantara con el café al recordar el beso de la noche anterior y que ella en verdad si deseaba dormir con Stevie, bueno, "dormir" no era precisamente la palabra para describir lo que quería hacer con ella.

Por lo que Hannah sabia, Ally era una persona muy especial cundo de su habitación se trataba, casi no dejaba entrar a nadie y a ella le había tocado vivir algo de eso en algunas ocasiones, incluso a muchas de sus novias nunca tuvieron la oportunidad de visitar su dormitorio, es por eso que le parecía tan extraño que hubiese dejado dormir a Stevie ahí, considerando que apenas tenía un día de conocerla.

-Es sólo que me pareció una falta de educación dejarla dormir en el sillón mientras yo dormía cómodamente en mi cama ¿no crees? –trató de justificarse

-¿Y a ti desde cuando te importa lo que piensen de ti? –Preguntó con un tono de extrema curiosidad.

Ally abrió la boca para tratar de contestar a su pregunta, pero se interrumpió cuando vio a Stevie entrar a la cocina. Llevaba puesto su pijama y lo primero que pensó fue que no volvería a lavarlo nunca, también pensó que aún a primera hora de la mañana y con pijama puesta seguía viéndose hermosa.

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