Capitulo III

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—Perdón. —Stevie se puso de pie— de verdad, perdóname, no sé qué me pasó. —Estaba muy avergonzada.

—No, descuida. Fue mi culpa, yo... —Ally estaba muy confundida. No supo quién besó a quien primero. De lo que sí estaba segura era de que ambas habían correspondido, y que los labios de Stevie eran lo más dulce que había probado en su vida. Por un instante se preguntó si ella la dejaría besarlos una vez más.

Por otro lado, Stevie estaba siendo asaltada por una oleada de sentimientos. Se sentía culpable por haber tenido ese impulso con alguien que no fuera Sarah, nunca la había engañado, y ahora, si es que eso se podía considerar un engaño -pensó- lo había hecho descaradamente. Aunque también estaba Ally, se habían besado y claro que le había gustado, –aunque eso sólo contribuya a aumentar su culpa-. Trato de convencerse de que no había sido nada especial y que aquella repentina magia que había iluminado el momento fue producida por el cansancio.

—Creo que será mejor que vayamos a dormir.

¿Juntas? Preguntó Ally mentalmente, aunque ya sabía a qué se refería Stevie.

—Oh, claro. Puedes dormir en mi habitación, yo dormiré en el sillón.

— ¿Estás segura? Porque puedo dormir en el sillón sin ningún problema.

—No, para nada. Ven, te llevo. —Stevie acompañó a Ally hasta su habitación. Inmediatamente al entrar notó la calidez de aquel lugar comparado con el resto de la casa, se podía percibir que Ally pasaba más tiempo de lo que en realidad decía en aquel sitio. Tenía un escritorio donde había una computadora, junto a él un librero, y algunos libros fuera de su lugar indicaban cuales habían sido sus últimas lecturas, también había cuatro lámparas de lava sobre una repisa, estaban apagadas pero Ally fue a encenderlas inmediatamente.

— ¿Te molesta que las encienda? — preguntó antes de prender la tercera. Como si hubiera olvidado que Stevie estaba ahí.

—No para nada.

—Es que me gusta el ambiente que se crea. Me relaja y me ayuda a mis lecturas.

—Ya veo —contestó Stevie mirando nuevamente la habitación— es muy bonita.

—Gracias —Respondió con una sonrisa y volvió a mirar a Stevie, dirigió la atención sus labios una vez más en esa noche, hasta que Stevie lo notó y se obligó a si misma a dirigir su atención a otra parte— Bueno, creo que mejor te dejo dormir, ponte cómoda. En el segundo cajón está la ropa de dormir, toma la que quieras, y ahí está el baño. —Señaló primero a un mueble con varios cajones y luego a una puerta.

—Muchas gracias —Dijo con una sonrisa— eres muy amable.

—No hay de qué. —Ally prefirió salir de ahí antes de que las ganas de besar a Stevie la asaltaran nuevamente— Descansa, te veo en la mañana.

—Igualmente. Buenas noches.

Ally salió de la habitación y cerró la puerta tras de sí. Cuando Stevie estuvo sola soltó un suspiro y se dejó caer en la cama.

— ¿Que carajos estoy haciendo? —Se preguntó en voz alta.

Acabas de engañar a tu prometida, te besaste con otra. Eres una puta.

Cállate, nadie engañó a nadie.

¿Ah, no? ¿Entonces por qué estás pensando en otra?

Stevie se levantó de la cama de un salto y trato de ahuyentar esos pensamientos de su cabeza. Era verdad que estaba pensando en Ally y que no quería aceptarlo, pero ahora no se sentía con a ánimos de recibir una clase de moral por parte de su conciencia. Fue al cajón donde Ally le había dicho que estaba la ropa de dormir, había varias prendas limpias pero sólo un par de ellas le llamaron la atención, estaban hasta arriba y se encontraban mal acomodadas, como si alguien con prisa las hubiera doblado al aventón y las hubiese metido ahí a la carrera, lo cual le dio a entender que era la ropa con la que Ally había dormido la última vez que estuvo ahí. Se preguntó si era correcto usar esa ropa, tal vez estaba abusando de la confianza de su nueva amiga, aunque por otro lado, ella le había dicho que se pusiera cómoda, y estaba muy segura de que dormiría muy bien con aquellas prendas. Al final se propuso dejar de pensar tanto y se decidió para ponerse el pijama de Ally.

Antes de acostarse apagó la luz, pero dejo las lámparas prendidas. Levantó las cobijas y se metió en la cama, las sabanas frías hicieron que se le pusiera la piel de gallina pero después ese frio fue disminuyendo. Se retorció y dio un par de vueltas hasta encontrar una posición cómoda, al final quedo boca abajo con la cara contra la almohada. Pero seguía despierta, no podía dejar de pensar. Aspiro el aroma de aquella almohada, pensaba en que Ally dormía ahí, que ahora ella estaba acostada en su cama con su pijama puesta. Estaba pensando tantas cosas y tan de prisa, que comenzó a perder la decencia.

Se preguntó con cuantas mujeres se habría acostado en esa misma cama, de eso no estaba muy segura, de lo que si estaba completamente segura era de que se había masturbado en ese lugar. "¿Qué mujer no se ha masturbado al menos una vez estando en su cama? Mínimo para conciliar el sueño" Pensó. "¿Lo habrá hecho alguna vez con esta pijama puesta?"

Stevie comenzó a fantasear descaradamente con Ally. Estaba en su cama y usaba su pijama, nunca se había encontrado en un escenario tan excitante como ese. La llama de deseo que había encendido aquella noche y que no había podido extinguir regresaba con fuerzas renovadas. Pensó en ir a buscar a Ally y hacerla suya en el mullido en el que ahora dormía, pero aún le quedaba un poco de cordura y pudo controlar ese impulso, así que recurrió a la última de sus opciones, a la más sana y desesperada que se le vino a la mente en aquel momento de arrebato y locura: masturbarse.

Abrió sus piernas y bajó sus manos hasta su sexo, estaba muy mojada y pensó que probablemente habría mojado el pijama de Ally, lo cual, en vez de preocuparla sólo contribuyó a aumentar su excitación. Acarició su clítoris con movimientos circulares una y otra vez, aumentó la presión, movía su pelvis al mismo ritmo de sus manos. Serró los ojos e imagino que aquellas manos no eran las suyas. Se dio placer pensando en Ally. Le costó un gran esfuerzo no mencionar su nombre y gemir en voz alta, siguió acariciándose cada vez con más fuerza y más rápido, después de unos minutos se estremeció con una punzada de placer entre las piernas que la hizo temblar tan fuerte que hasta la cama había vibrado, volvió a ahogar un gemido y después se dejó caer exhausta en la cama, trató de recuperar el aliento sin hacer mucho ruido, retiró las manos de su entrepierna y se dio cuenta de que si había mojado el pijama de Ally, pero ahora estaba muy cansada como para preocuparse por eso. 


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