Lunes 4 de mayo.

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Hoy me levanté realmente mal. Sentía tristeza y dolor por lo de ayer, me acerqué al espejo y pude notar que mi labio inferior se había puesto morado y mi brazo ardía, mis ojos estaban rojos por tanto llorar y estaba pálida -más de lo normal-.

Hoy es lunes y la verdad no tengo idea de que decirle a mis amigos cuando me vean con el labio hinchado.

Me dirijo a mi armario para escoger la ropa de hoy. Decido ponerme una blusa manga larga de color gris que deja ver mi hombro derecho, unos jeans azul oscuro y unas zapatillas turquesa. También decido ponerme un gorro del mismo color de mi blusa, nunca lo uso, pero hoy me lo quise poner.

***

Salgo de la ducha y me visto, al menos logré cubrir el moretón de mi brazo. Bajo para desayunar y me encuentro a mi padre leyendo el periódico.

-Buenos días papá... -le dije en un susurro tímido y apenas audible.

-Buenos días. -respondió de forma cortante.

Bajó el periódico para poder mirarme a los ojos, su expresión era indescifrable. Noté como sus ojos me examinaban de pies a cabeza mientras yo me encontraba inmóvil.

-Escucha Noelia, -comenzó a hablar- lo que pasó ayer te lo buscaste por andar metiendo la nariz donde no te llaman, sin embargo, reconozco que actúe de mala manera. ¿Te parece si lo dejamos atrás?

-Emm... Esta bien. -dije insegura, no es fácil pensar que nunca hubo un golpe por parte de mi papá.

-Buena niña. Y con respecto a los golpes; di que te caíste de la bicicleta cuando bajabas un camino empinado.

-Pero... -dije dudosa de lo que acababa de oír.

Mi padre volvió a quitar la vista del periódico y me miró fijamente, un hielo recorrió toda mi espalda y sentí miedo nuevamente de que pudiera reaccionar de forma agresiva.

-S-sí... -termine diciendo más por miedo que por conformidad.

-Buena niña.

***

Llegue al colegio y todos me miraban de forma extraña (con un labio hinchado y morado no esperaba menos), bajé la mirada y seguí caminando hasta el salón mientras trataba de ignorar todos esas miradas y murmullos.

¡Al fin! Llegue al salón.

Espero encontrarme el mismo grupo desordenado, con todos centrados en lo suyo para poder pasar desapercibida, la realidad fue otra, me encontré un grupo silencioso y bien acomodado. ¡Justo hoy el profesor les tuvo que dar la charla de la disciplina antes de la clase!

Siento todas las miradas posadas en mí. Vuelvo a bajar la mirada y me siento en el único lugar que queda disponible, en medio de todos.

-Buenos días señorita Prescott... Emm... -me dice el profesor tan pronto tomo asiento.

No contesto nada y saco el cuaderno de biología. Miro hacia mis amigos y noto su preocupación, les dedico una sonrisa y les digo que no es nada en un susurro. Este gesto no pasa desapercibido ante el profesor y decide seguir dando la clase.

***

Guardo mi cuaderno, voy a dirigirme hacia la puerta cuando el profesor me llama. ¡Oh oh!

-Señorita Prescott, ¿Podrías decirme que te paso en el labio?

Pienso unos segundos, ¿Debería decirle la verdad o la mentira de la bicicleta? Antes de poder decir algo, acude a mí el recuerdo del golpe, un escalofrío recorre mi espalda nuevamente.

-Yo... Emm... Me he caído de la bicicleta mientras bajaba una cuesta bastante empinada.

El profesor no parece muy convencido pero aún así me deja ir después de unas preguntas sin importancia.

Ya lo hice. Mentí para proteger a la persona que me dio la vida, pero ¿Porqué no me siento bien? ¿Porqué no siento que hice lo correcto al proteger a una persona que amo? Una duda se formula en mi mente: ¿Fue por amor o por miedo?

Diario del SuicidioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora