Martes 16 de junio.

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Nada interesante ha pasado en estas semanas. Toda mi alegría se fue por el inodoro después de la pijamada en la casa de Samantha, ni siquiera he sentido nada por Jerry, es como si mi mundo hubiese sido apagado por segunda vez.

Me encuentro en la clase de biología, viendo por la ventana, me vuelven a invadir las preguntas de ese día: "¿Porqué él?" "¿Qué hizo?" "¿Quién lo hizo?" "¿Él lo sabía?"

Volví a sentirme indefensa, como un pajarillo con las alas rotas. El día de su entierro recuerdo que no paré de llorar, y antes de que bajaran su ataúd para que fuera tragado por la tierra puse un collar con en lema "Juntos hasta la muerte". Y ahí estábamos, siendo separados por algo inevitable.

La policía dijo que lo mató una bala perdida durante una pelea callejera, que los culpables ya habían sido arrestados... ¿Y que?
Eso no va a devolverlo a la vida, ni va a hacer que pueda volver a sentir sus abrazos.

También recuerdo que hable con su madre, ella y yo teníamos una gran relación, le conté sobre la noche que me dio la camiseta y me dedico una canción.

-¿Crees en los presentimientos? -dijo sin volver a verme.

-Si. -le respondí con curiosidad.

-Me creerás loca, pero un día antes de que muriera mi padre pude sentir que el se iría, tal vez Diego pudo sentirlo y quiso despedirse.

Hasta el día de hoy no puedo asegurar que eso haya sido verdad pero me ayudó a superar la muerte de Diego, es mejor pensar que eso es cierto antes que consumirte en la duda.

La campana me devuelve a la realidad, tomo mis cosas y salgo para irme a literatura, al menos me sigue una de mis materias preferidas.

-¡Hey Noe! -se me acerca Jerry, y adivina, no siento nada- ¿Me podrías prestar tu cuaderno de biología?

-Lo siento -digo con el mínimo interés- no he tomado apuntes de nada.

Me mira extrañado pero yo simplemente me doy media vuelta y me dispongo a caminar antes de que me pregunte algo. Últimamente me siento como muerta en vida, simplemente no tengo emociones, nada me importa.

Entro al salón y me encuentro de frente con Sherley y su séquito.

-¡Hey! No se permiten animales en el salón -dice para provocar risas.

-No me molestes ahora, solo quiero pasar. -dije intentando entrar.

Con una mano me empujó hacia afuera nuevamente -¿No escuchaste? Dije nada de animales.

-Escuchame bien, no porque seas una puta perra que necesita atención para sentirse bien yo debo soportar toda tu mierda, así que sal de mi camino.

La empuje y fui a sentarme. Apenas estuve en mi puesto me di cuenta de mi error, nunca debí decirle eso, voy a tener serios problemas después de esto. Van a matarme.

Me giro levemente para ver donde están y las veo en la esquina del salón. Las gemelas me miran con ganas de destrozarme pero Sherley mira hacia el frente, indiferente.

Esta vez si me pasé. Nunca utilizo esas palabras ni actuó de forma tan impulsiva... ¡Mierda! Estoy en serios problemas.

¡Hola! Cuanto tiempo ¿no?

Me disculpo por estar tan ausente, no tenia inspiración pero ahora si vuelvo con toda la carga.

Les agradecería que me dejaran sus opiniones sobre la historia y que les gustaría que pasara.

En serio, lo siento, intentaré ser más frecuente con las actualizaciones y quiero agradecer a todos y todas que se quedaron conmigo a pesar de mi ausencia.

Sin más que decir... ¡Hasta luego!

Diario del SuicidioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora