La locura comienza

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Toda esta historia comenzó un 31 de agosto en el cual, conocí a una de las personas más complementarias para mi existencia, su nombre es Victoria, algo ostentoso pensé al principio. Pero después de poco tiempo me enamore de aquella bella mujer, aunque para este punto, yo me había convertido (según ella) en su mejor amigo.

Aún recuerdo de forma casi exacta las veces y formas en las que estuve a punto de declararle la sensación que en mi ocasionaba, todas interrumpidas por el temor y la inseguridad que su belleza me producía.
Hasta que un día, al fin a punto de decirle lo que por ella sentía, llegó muy contenta y risueña como si acabara de salir de un sueño hermoso; me tomo de las manos y dijo:

-Al fin he encontrado al candidato perfecto.

Intentando que el peso de esta noticia no afectara mi rostro pregunte:

-¿De qué me hablas? Te has vuelto loca.

A lo cual me respondió con una mueca de niña pequeña (aunque inmaduro, siempre me había fascinado ese gesto en ella). Empecé a reír de forma nerviosa, ella lo noto y me dijo intentando huir del tema:

-Entonces...- dijo con ánimos de que yo terminara la frase.

-Está bien cuéntamelo, cómo es él.- respondí al ver su bello rostro lleno de ansiedad.

-Pues... No sabría cómo describirlo- dijo mientras bajaba la vista con expresión pensativa.- Es como tú... Pero todo lo contrario es: atento, detallista, sabe escuchar – suspiro- es el hombre que siempre soñé.
Al oír esto, no pude controlar mis emociones, y mostré una cara de ira y decepción, al ver esto me tomo de las manos y dijo:

-Te aseguro que no me hará daño, primero deberás conocerlo.

Después de varias semanas transcurridas entre reclamos, sollozos y rabietas (por parte de ella), por fin accedí a tener un encuentro con aquel que sin saberlo robo lo que más amaba.

Pues sí, después de tanto intentar evadir lo que le prometí fui a encontrarme con él en una cafetería de la cual no recuerdo el nombre.

Al entrar lo reconocí de forma casi inmediata: era un poco más bajo que yo, parecía tener tiempo libre pues era de físico conseguido en gimnasio, cabello castaño y unos contrastantes ojos verdes.

El al verme se levantó y alzó una mano en señal de saludo, intente mejorar mi expresión y salude de la misma forma. Me acerque hasta la mesa a la cual estaba sentado, extendió su mano y dijo:

-Me llamo Alejandro, gusto en conocerte.- en ese momento tome tanto aire como pude y dije:

- El gusto es mío, soy Roberto.

Tome asiento enfrente de él y después de un largo silencio realmente incómodo tome la palabra.

-Y... Cuéntame que tienes tan especial que a Vicky le fascino.- dije con tono algo frío.

-Pues... Nada digno de mención supongo, ella es la que me tiene encantado.

Y así después de casi 2 horas y media, al parecer sin ningún otro tema que tratar, nos despedimos de forma cortés y nos retiramos    

Mitomanía: sintoma de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora