Contra la Oscuridad: El comienzo de una Batalla.

Sonrisa, Pelea, Muerte y Vida.

Mi padre estaba justo enfrente de mi, no lo podía creer, estaba el acompañado de su sonrisa que jamás dejaba de brillar. Mi padre tomándome del hombro diciendo; 

-Hola, hijo, quizás te preguntes el porque de mi presencia, pero necesito decirte algo. -De un momento a otro cambio su rostro a una cara seria muy poco común en el, era una cara que muy rara vez se miraba en su rostro-.

 Me miro directamente a los ojos, y con un tono bastante tenso dijo; 

-Hijo, ve a casa, quita la alfombra que esta en mi habitación, en ella veras una puerta que te llevara a un sótano, ve hacia allá, no quería que llegara este día, pero será necesario para tu misión.

 Mire a mi padre quedando realmente confundido no podía creer que el conociera ese secreto que trate de ocultar por años, solo me quedaba mentir preguntado y evadiendo la pregunta; 

-¿Pero de que hablas?... No se de que misión hablas, Papá. 

Mi padre solo soltó una carcajada, me sonrió con su típica cara que hacia cuando descubría que le había mentido; 

-¿Crees que no lo se, hijo? Cuando uno muere se da cuenta de muchas cosas, hijo mío, no estoy enojado, al contrario, estoy orgulloso de ti, y de mi también, al parecer logre criarte bien. 

Las lagrimas querían brotar, pero esta vez no me permitiría llorar, quería estar con mi padre, el tiempo que el estuviese ahí conmigo. Sentí su mano en mi cabeza, diciéndome que el debe partir. 

-Cuando estés perdido y no sepas cual es el camino, cuando sea de noche pon el collar en tu mano y deja que la luz de la luna lo ilumine, te dará lo que necesitas saber, ahora hijo debo irme, cuídate, por favor. 

 Mi padre fue arrastrado como la arena que dejas caer de tus manos, el se había ido, y yo debía seguir mi vida sin importar los obstáculos. Tome la empuñadura y la hoja reapareció de nuevo, empecé a practicar de nuevo. De un momento para otro mi mente empezó a volar y miraba como ejércitos de monstruos venían hacia mi buscando matarme luchaba con una gracia, cada uno caía sobre el poder de mi espada. En ese mismo instante todos estaban tendidos en el piso, una voz tenebrosa y escalofriante resonaba en mi cabeza; -Mátalos, ellos no merecen vivir, mátalos, ¡MÁTALOS!-. 

Deje caer mi espada desintegrándose la hoja de nuevo, no podía hacerlo, sabia que no era momento de matar, sabia que ellos no lo merecían, aun siendo mis enemigos, pero dentro de mi sabia que tener un corazón amable un día de estos me mataría. Salí de la fantasía para entrar de nuevo a la realidad, mire como la gente me miraban, unos sorprendidos y otros asustados. 

El niño de la noche anterior llega por detrás de mi jalando mi mano, lo observo y me dice sorprendido;

 -Por todos los Dioses, jamás había visto a nadie que manejara la espada de esa manera, es increíble, con cada golpe se siente el viento lanzado por la hoja de esa espada. 

Observe al niño un poco halagado por esas palabras que acaba de decir. Después de ese entrenamiento me dirigí hacia la cocina y le pregunte que si le apetece algo de comer, el chico acepta solo moviendo su cabeza hacia arriba y hacia abajo. voy directo a la nevera para ver que había para comer, había fréjoles y arroz, no habiendo mas cocino eso, haciendo grandes porciones para aquel chico y para mi.

Después de media hora le sirvo una gran porción para que el se alimente acompañado de un vaso de jugo de manzana, antes de que termine su comida el algo preocupado y tartamudeando me da un mensaje, sin mirarme a los ojos el me dice de una manera bastante preocupada que partiría esta noche hacia un lugar cerca del pueblo con su único familiar vivo, un científico que trabaja solo a las afueras del pueblo. Yo algo deprimido sabiendo que nuevamente me quedare solo de nuevo, sin poder hacer nada suelto una sonrisa y le digo si el estará bien viajando solo, el me mira a los ojos y me dice que conoce una ruta fácil para llegar hacia aquel lugar. Yo solo lo miro a los ojos, y comprendiendo la situación digo;