1.Un nuevo comienzo

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Aiden (Aries) bufó por quinta vez consecutiva, cosa que a su hermano mayor; Shane, terminó por crisparle por completo.

-¿Enserio tío?-preguntó captando la atención de su hermano menor.-¿Hasta en un día cómo este vas a jodernos a todos?

La furia del pequeño se preparaba cómo de costumbre para salir y arrasar con cualquier comentario dirigido a él. Pero fue la madre de éstos, la que lo calmó.

-Chicos, chicos...-sonrió con su calidez de siempre.-Vamos a esforzarnos para que este sea un buen día, ¿Vale?

Sus dos hijos, (a regañadientes) asintieron. Sólo había una cosa, o mejor dicho, una persona que podía acallar la furia de los hermanos Shieridan; su madre.

Sin decir una palabra más, los tres se bajaron del todoterreno aparcado frente a la residencia universitaria, en la que el joven Aiden (Aries) pasaría "felizmente" sus días de universidad.

Fue el mayor el que abrió tedioso el maletero, sacando las cajas llenas de pertenencias de su hermano menor.

-¿Qué llevas aquí dentro?-preguntó esforzándose por no dejar caer la primera y pesada caja.

-No se.-respondió el otro con una expresión sarcástica.-¿Cosas?

La suave risa de la madre inundó la escena, como una risueña melodía. Ella poseía un encanto especial, del que sus dos hijos sólo habían adquirido un porcentaje mínimo. Pero cuando ese particular encanto salía en uno de los dos; quería decir que estaban de muy buen humor, y algo bueno se había cruzado con sus vidas.

-Se que es un tópico, pero, chicos, creo que vuestra querida madre va a llorar.-dijo ella secándose algunas lagrimillas.

Enseguida los chicos compartieron una de esas miradas que sólo los hermanos comprenden. Así que con una sonrisa mutua, dejaron a un lado sus quehaceres, y se acercaron a su única progenitora para abrazarla con fuerza.

-Mamá, no te preocupes.-decía Aiden (Aries).-Volveré para Navidad, y además, viejales puede ir a visitarte.

La risa volvió a surgir en el cálido ambiente familiar, mientras el pequeño miraba burlón al mayor; sonrisa que éste supo corresponder.

-Si mamá. Cuando necesites algo, sólo tienes que buscar el número de tu hijo favorito, y ahí estaré.

Y así fue la despedida general en familia. Aiden (Aries), tragó sin dificultad su orgullo, y decidió esforzarse para hacer de éste, un buen día.

Estuvieron cómo la mayoría de las demás familias metiendo cajas, bolsas y demás pertenencias a las habitaciones señaladas en cada residencia estudiantil.

Una de las excepciones era para Savannah Mathiews (Sagitario).

Ella no había cedido a las constantes propuestas de sus padres por acompañarla a su gran día. Había decidido lanzarse a la aventura ella misma.

Ese domingo 13 de septiembre, se había despertado a las cinco en punto de la mañana, y habiendo dormido 3 horas solamente, había cogido todas sus cosas, las metió en el coche, y sin decir nada a nadie se había largado de su casa en cuestión de minutos.

Hacía rato que ella había llegado a su residencia, sin embargo sus pertenencias seguían en el maletero, esperando a ser colocadas en sus nuevos lugares.

Pero para ella ese trabajo podía esperar, pues, prefería explorar a fondo el campus y sus instalaciones antes que cualquier otra cosa. Así sabría que rutas seguir para llegar a todos sitios más tarde.

Caminaba alegre, con los ojos abiertos, y una ingenua sonrisa en el rostro. Estaba feliz y satisfecha de no haber dependido de nadie para llegar a aquel lugar. Además, no podía apartar la mirada de su entorno; que resultaba realmente agradable, y no lograba encontrar una respuesta completamente coherente.

Dear ZodiacDonde viven las historias. Descúbrelo ahora