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Parpadeó un par de veces, intentando aclarar su vista, y se incorporó. Estaba en un pequeño recinto de hormigón con forma de cubo; si no fuera por una ventana con barrotes, aquello estaría sumido en la oscuridad.
En una de las paredes vio una puerta de madera, por la que suposo que se accedería al exterior.
No había nada en la habitación, excepto una silla y un cuenco de madera con algo de comida. Lo cogió y empezó a comer, no se dio cuenta de lo hambrienta que estaba hasta que se lo acabó.
¿Y ahora qué?- pensó.
Puesto que no se atrevía a mirar por la ventana se sentó en la silla, a la espera de que algo pasara.
Y pasó. La silla se balanceó hacia un lado y ella acabó en el suelo. Gruñó y examinó la silla; de las cuatro patas, una era más corta que las otras. Oyó un murmullo fuera y se mordió el interior de la mejilla, aún no estaba lista para ver a las personas que la habían encerrado allí. Por suerte se fueron, pero no su curiosidad por saber qué habría fuera. Se acercó a la ventana con precaución y miró a través de ella. Los barrotes dificultaban la vista, pero consiguió apreciar la hierba verde del suelo y algunas casitas de madera, parecidas a las que había visto desde el bosque antes de desmayarse.
Mirando la posición del sol determinó que aún faltaba tiempo para el atardecer.
Suspiró y se retiró de la ventana, estaba aburrida y algo nerviosa por lo que pudiera suceder. No estaba segura de querer conocer a la gente que vivía allí. Es decir, la habían dado comida y llevado a las casas; pero también la habían perseguido por el bosque y la habían gritado cosas extrañas. Un crujido interrumpió sus pensamientos. La puerta se abrió y la luz la cegó. Cuando sus ojos se acostumbraron a la luz pudo ver que dos personas habían entrado.
El chico moreno la miraba algo cabreado.
- Por fin despiertas greenie, ¿tienes idea de los problemas que hubieras podido causar si no te llegamos a encontrar?
Ella frunció el ceño.- ¿Qué es un greenie?
El chico llevó las manos a la cara y suspiró con fastidio.
- No tengo tiempo para eso. Voy a contarte algo y tú, shank, me vas a escuchar con atención.¿Entiendes?
Aún algo confundida, ella asintió.
- Sé que llegaste ayer y te escapaste al bosque. No tienes porqué huir, no te haremos daño. Pero como lo hagas, me enfadaré y si eso pasa, estarás en problemas. Así que procura no molestar y no acabarás con los grievers.
Ella se limitó a mirarle.
-Bien, yo soy Alby; algo parecido al que manda aquí. Tal vez no recuerdes nada ni tengas idea de qué haces aquí; pero debes saber que este será tu hogar para el resto de tu vida, a no ser que la palmes, claro.
Como ella no decía nada, él siguió hablando.
- Ayer llegaste tarde, y encima desapareciste, así que te daremos la visita ahora. Aún hay tiempo hasta que se haga de noche.
Greenie, te presento a Newt, es el segundo al mando; él te dará la visita.
Ella dirigió su vista ahora hacia la otra persona que había entrado con él.
Era el chico con el que se había chocado en el bosque mientras huía de Alby.
Era alto y fuerte, tenía el pelo rubio y los ojos color chocolate.
Ella frunció el ceño, ¿chocolate? No podía recordar mas que la palabra en sí; ¿por qué lo habría asociado con sus ojos?
Se dio cuenta de que le estaba mirando fijamente y desvió la vista hacia la puerta por la que habían entrado, tratando de ver si había alguien más fuera.
Alby lo notó e hizo un amago de sonrisa.
-Tal vez te cueste acostumbrarte a la vida aquí, pero a medida que pase el tiempo no te parecerá tan extraño. Hay tres reglas esenciales; tenemos mucho trabajo y cada uno se ocupa de su parte. Nunca debes herir a otro y jamás, bajo ningún concepto, debes salir fuera del claro.
Alby la hizo una seña y se dio la vuelta, caminando hacia la puerta, y Newt le siguió.
Ella se levantó y fue tras ellos.

Gotta get outDonde viven las historias. Descúbrelo ahora