Mascaras.

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Mi amiga Cinthia está deprimida porque su ex tiene una novia nueva, pero la sigue buscando para remover el pasado. Mi otra amiga, Graciela, dice que lleva todo el semestre triste y no está segura del motivo, ni siquiera me había dado cuenta. Yo, en cambio, no sé qué es lo que siento; lo cual me provoca un pesar que llamo 'nada'. El cielo sin estrellas ni nubes se burlaba de nosotras. Nos atrapó la noche con los sentimientos desquiciados. Estaba tan oscuro, que los sentimientos se sentían más negros. Así que buscamos refugio dentro de la casa.
Lo único que sé es que -antes- las cosas que teníamos eran suficientes y ya no lo son. Cada una de nosotras se siente causante de su propia desgracia. No sabemos convivir con el peso de nuestras decisiones y no estamos seguras de que las cosas que deseamos son importantes.
Cinthia ha estado pensado en quemar todo lo que le recuerda a él. A veces me da miedo porque no sé lo que es capaz de hacer, a veces ella misma se da miedo. Cree que es mejor evadir los problemas que enfrentarlos, porque es más sencillo emborracharlos que llorarlos sobria.
Después de lo que dijo Graciela siento que debo observar mejor el estado de ánimo de las personas; pero hay tantas a las que nunca les he puesto atención (unas sonríen, unas parecen molestan, otras sólo trabajan) y no sé cómo se sienten en realidad. ¿Cuántas de ellas cambian al llegar a su casa? ¿Cuántas personas se encierran en sus dormitorios pretendiendo que leen, estudian o duermen, pero en realidad piensan en las ráfagas de luz, de felicidad y de risas del pasado?
Cantidades innumerables de emociones inservibles, las tengo a montones. Se dice que todos tenemos un límite de amor; que después de amar al 100%, no se puede volver a querer igual. ¿Por qué no pasa lo mismo con la tristeza? ¿Por qué las cosas negativas son infinitas? ¿Por qué siempre vuelven con igual o mayor intensidad?
Se le acabó el alcohol a Cinthia, y pudimos leer en sus ojos que era tiempo de irnos. Salimos y me di cuenta de que había olvidado las llaves del coche. Regresé y pude escuchar el gris llanto que enfriaba la puerta.
-Lo siento, Cinthia. No quiero molestar, pero creo que dejé mis llaves en la mesa -balbuceé.
Apagó la televisión y respiró profundo, pero no abrió. Es complicado tener conversaciones profundas con una pared en el medio, aunque ésta sea delgada.
-Si te sirve de consuelo -me dijo-, creo que todos hemos sentido que no somos nosotros mismos cuando estamos con las personas que nos aprecian; como si nos observáramos teniendo conversaciones divertidas con otros desde fuera de nuestro cuerpo y nos preguntáramos qué es tan gracioso. O al contrario, teniendo conversaciones profundas y quisiéramos saber por qué todos están tan tristes.
Me pasó las llaves por debajo de la puerta.
Es peor llorar sobria, pensé.
Y lloré.

Pensamientos congelados. {Tumblr Quotes}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora