Te quiero, pero solo y sangrando en un mar lleno de tiburones

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Claramente yo había ganado la carrera, aunque por poco.

Vi como se bajó lenta y sensualmente de su coche. Se desabrochó un poco el mano dejándome ver parte de un top rojo con encaje. Joder, estaba jugando y se le daba muy bien. Se contoneó hasta llegar a mi ventanilla y dio unos golpes para que la bajase.

Antes de hacerla caso y bajarla me puse la capucha de la chaqueta. Seguí mirando hacia el frente, así no podría verme la cara. A través de un reflejo la vi observar todo el interior y enseguida pensé en los cigarrillos que que siempre llevaba en el coche. Ahora no fumo, pero antes no paraba.

- Deberíamos hablar - pronunció cada palabra con sensualidad y arrogancia.

Puse una mueca de asco en mi cara. Si ahora se dedicaba a esto, me iba a decepcionar bastante.

- ¿Qué quieres? - pregunté seriamente, mientras sacaba las manos de los bolsillos y las llevaba a la capucha, para quitármela - Dama - pronuncié con un poco de desprecio.

Su cara al principio mostró sorpresa, pero ninguna otra emoción que pudiese reconocer, estaba siendo fría como un tempano de hielo. No se la notaba ni la rabia, que debería de sentir por no haber ganado la casa para Richard.

Se queda un tiempo callada, como analizando la situación y de repente carraspea devolviéndome a la realidad y dejando de soñar con sus curvas.

- Quiero que renuncies al premio - lo dijo así sin más, como si cualquiera se lo fuese a dar.

Sé perfectamente para qué lo quería, pero ella no tenía ni idea de eso. En muchos momentos se me pasaba por la cabeza contárselo, pero después solo veía los riesgos que eso iba a conllevar. En cambio, si conseguía que viese el peligro ella sola... Un peligro irreal, pero peligro, al fin y al cabo.

Le enarqué una ceja divertido. Realmente cree que así va a conseguir algo, es tan inocente...

- ¿Y qué gano yo con esto?

Se enciende un cigarro. No sabía que fumaba, pero le da un aspecto más misterioso. Me parece de lo más sexy ahora mismo.

- ¿Qué quieres ganar? - me preguntó después de unas caladas.

- Sígueme. Sin armas.

Sabía perfectamente donde tenía ella su pistola, pero yo iba en realidad limpio. Espero que no la de por pegarme un tiro sin dejarme explicarme.

Se acerca a los gemelos y le susurra a uno algo. Mis manos pasan a ser puños, solo de pensar que ha estado con él. Pero debo tranquilizarme, así que eso intento. Me pongo a caminar hacia el almacén acordado, nadie suele entrar.

Me siento en la mesa más alejada de la puerta y me quedo mirándola.

- ¿Qué hacemos aquí?

- ¿Qué quieres que hagamos aquí? - levanté ambas cejas de forma insinuante, aunque sabía perfectamente que eso no iba a pasar.

- Que renuncies al premio.

Veo como intenta analizar todo y me parece de lo más tierno que no se fíe de mí.

- ¿Miedo?

- Tú mismo me enseñaste a no tenerlo - me responde después de reírse y es mucho mejor a como lo recuerdo. Hace que mi corazón se acelere.

- Fui un buen maestro por lo que parece.

Necesito preguntar algo, igual o más de lo que necesito respirar.

- ¿Por qué estabas allí esa tarde?

- ¿Por qué te chocaste conmigo ese día?

- Touché - respondí de forma seca.

Te enseñaré a no tenerme miedo #1,5Donde viven las historias. Descúbrelo ahora