Con Peeta concentrado en sus dibujos, yo, como ya hice mientras completábamos el libro de plantas de mi familia, me pierdo en sus pestañas. De vez en cuando se gira a mirarme, pero no dice nada, sólo sonríe y sigue a lo suyo. Se ha debido acostumbrar a verme mirándolo fijamente mientras pinta.
Al cabo de unos días, nuestro mentor aparece, luce horrible. Pero nadie dice nada al respecto.
Nos ayuda con detalles que desconocíamos, él ha conocido mucho más que nosotros a algunas de las personas, como a Mags o a Chaff, entre otros. Lo peor viene cuando nos detalla a los 46 niños que pasaron por sus manos antes de aparecer nosotros y los 3 compañeros de distrito que tuvo durante su Vasallaje. Esos días le dejamos que tenga una botella en la mano, entendemos que la necesita.
Toda la ira y el odio que le tenía al llegar al 13 desapareció hace tiempo. Pero ahora es cuando lo comprendemos mucho más y mejor, y es horriblemente doloroso.
Una noche continuamos escribiendo en el libro después de cenar, Haymitch ha bebido más de lo habitual y termina roncando en un sillón de mi sala de estar. Como sabemos que es inútil intentar despertarlo lo tapamos y lo dejamos dormir. Peeta está dibujando en el sofá, ese día ha sido especialmente malo, por lo que yo que estoy sentada a su lado me voy acercando despacio y termino apoyando mi cabeza en su hombro. Él está acabando un dibujo que ya no llego a ver porque me quedo dormida, lo siguiente que noto es como me coge en brazos y me lleva a mi habitación, me deja sobre la cama, me quita los zapatos, me arropa y me da un beso en la frente. Y yo hoy no me resisto, hoy no quiero ni puedo quedarme sola, así que antes de que se aleje de mi le sujeto del brazo.
- Quedate conmigo hoy, por favor – le suplico. Recordando como ya en un par de ocasiones le he dicho esas mismas palabras, pidiéndole que no me deje sola. Él duda un rato. Al final se decide.
- Voy a por ropa a mi casa. A la vuelta apago las luces y subo - dice antes de salir de mi cuarto.
Yo solo asiento, y lo espero. Se que no debería habérselo pedido, que no es justo, pero hoy de verdad, lo necesito a mi lado. No puedo enfrentarme a la noche, a esta noche especialmente, sola.
Entra en la habitación con el pijama ya puesto y se acuesta a mi lado. Sin rozarme. Y soy yo la que se acerca, él enseguida abre los brazos y me recuesto en el que durante un tiempo fue mi sitio habitual para dormir, y es como si de repente, sin saber como, estuviera por fin en casa.
Me levanto como nueva, como si hubiera dormido muchísimas horas, y al mirar por la ventana y ver la posición del sol veo que realmente he dormido, más bien, hemos dormido mucho. Ya no merece la pena ir al bosque, es tarde para cazar. Así que me permito disfrutar de lo bien que se está entre los brazos de Peeta. Él aún duerme, por lo que me giro y me detengo a observarlo. Las cicatrices de su frente apenas se notan. Se le ve relajado. Me gusta verlo así, sin ninguna preocupación. Me deshago de su abrazo como puedo y bajo a ver si Haymitch sigue donde lo dejamos. Pero ya se ha marchado. Ha dejado la manta doblada en el sofá y se ha llevado las botellas que vació anoche. Espero que no sepa que Peeta y yo hemos dormido juntos.
Sae también ha pasado por aquí y ha dejado preparado el desayuno, aunque a estas horas ya casi debería prepararme algo de comer. Rebuscando en un armario de la cocina encuentro un libro de recetas de mi madre y me pongo a echarle un vistazo.
Escucho a Peeta bajar las escaleras, ¿se irá sin despedirse? Al momento veo que no. Se asoma a la cocina, indeciso sobre entrar o no. Supongo que para los dos es un momento incomodo después de haber dormido juntos. Parece que sus ojeras han disminuido considerablemente.
- Hola – me dice - ¿Qué lees tan atentamente?
- Un viejo libro de recetas de mi madre – le respondo.
- ¿Puedo verlo? - pregunta mientras se acerca despacio, como si temiera que me vaya a ir corriendo.
Yo sólo asiento con la cabeza y él termina de acercarse. Al rato, hablo.
- Me sabe mal que siempre tenga que venir Sae a cocinarme, me gustaría probar alguna receta, a ver que tal se me da.
- Si quieres, puedo ayudarte – se ofrece.
- Lo que veas – respondo un poco cortante, no era mi intención, por lo que intento arreglarlo – quiero decir, igual tienes cosas que hacer, no quiero ...
- No – me interrumpe – lo único que suelo hacer por las mañanas es panes y pasteles, pero a estas horas ya ... miremos primero los ingredientes que necesitamos, por si nos falta alguno.
Nos decidimos por un sencillo plato de pasta al horno, nos falta algún alimento, pero Peeta pasa a buscarlos a su casa. Mientras termino de preparar la mesa Peeta va a buscar a Haymitch por si está en condiciones de comer y se quiere unir. Tarda un rato, pero viene con él.
Haymitch es un poco reacio a probar la comida por el simple hecho de que yo he tenido algo que ver en su preparación. Me hago la ofendida, pero me dura poco, la verdad es que sabe muy bueno. Si la hubiera preparado sola no se cual habría sido el resultado.
- Bueno chicos – dice Haymitch – ¿con qué me vais a sorprender esta noche?
- Con un fabuloso ganso asado – le respondo con una sonrisa, pero con la mirada que me lanza rápidamente se me borra.
- Elige tu el menú. Yo me encargo de comprar lo necesario – le dice Peeta acercándole el libro de recetas.
- Esto – dice tras mirar una a una todas las recetas – sólo espero que no permitas que Katniss me envenene.
Peeta toma el libro y yo miro por encima de su hombro, vaya, creo que ha escogido lo más complicado que había. Pero si es un reto, lo acepto.
- Voy preparar la lista con todo lo que necesitamos y le diré a Sae que no venga a cocinar hoy.
- Dile si se quiere venir a cenar con su nieta, es lo menos que podemos hacer por ella.
- Vale – contesta Peeta empezando con la lista.
La verdad es que no se si a Sae le pagan por venir a prepararnos la comida o empezó a hacerlo para que no me muriera de hambre y luego ha continuado alimentándonos a los tres simplemente por compromiso, gratitud o cariño.
A Haymitch y a mi nos conocía, nos veía antes de la guerra todos los días en el Quemador y siempre hablábamos con ella. A Peeta intuyo que no lo conocía mucho, pero al tratarlo durante este tiempo se nota que le ha cogido cariño. Es difícil no hacerlo.
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Dreams come true
FanfictionFanfic sobre Los juegos del hambre. Sé que hay muchos del estilo pero me apetecia escribir el mio propio. Narrado por Katniss después de que ella y Peeta volvieran al distrito 12 tras la guerra. Espero que os guste.