Capítulo 35: ¡Hola, familia!

752 35 5
                                    

Love is easy - Mcfly

Sara

- ¿Me quieres?

Su voz interrumpe mis pensamientos que en estos momentos se dedican a correr de un lado a otro en mi cabeza, chocando contra las paredes de mi cráneo y consiguiendo marearme.

- ¿Sara?

Tiembla. Joder. Su voz tiembla mucho y yo soy incapaz de arrancarme a hablar. Trago saliva y mojo mis labios con la lengua mientras me siento perdida en su mirada.

- No lo sé – le digo finalmente-. No me malentiendas. Nunca he querido a nadie. No sé si te quiero o simplemente...

- ¿O simplemente...?

- O simplemente me has robado el corazón. Luca, eres cautivador. Puedes dominar a quién quieras solo con tu mirada. Y tengo miedo de que simplemente me tengas tan cegada que no pueda ver más allá.

- Eso duele.

- Lo siento.

- No lo sientas. ¿Es lo que piensas, no? Ha sido un día duro – sigue hablando sin dejarme acabar-. Será mejor que nos vayamos a dormir.

No voy a quejarme. Apenas siento las piernas y tengo la fuerza bajo mínimos. Me meto despacio en cama y giro sobre el costado dando la espalda para no molestarlo más. Porque está claro que está enfadado. Y está claro que no es el momento para echarle leña al fuego.

(...)

La luz de la mañana se cuela entre las rendijas de la persiana. Subo la sabana por encima de mi cabeza para intentar reenganchar el sueño pero la misión se hace imposible: me he desvelado. Los recuerdos de la noche de ayer se agolpan en mi mente y hacen que las náuseas me invadan momentáneamente.

Me giro hacia la derecha y estiro el brazo pero me sorprende la cama vacía. Me incorporo despacio mientras dejo que la poca luz que entra en la habitación me ayude a buscar mi objetivo pero no lo consigo. Tras sentarme en la cama enciendo la lámpara de mesa para afirmar mi teoría: Luca no está en la habitación.

Me levanto de la cama y me paro en seco al escuchar la voz de Luca escondida por algún lugar. Camino despacio por la habitación hasta llegar a la terraza, de donde descubro que viene la voz. Muevo despacio la cortina de plástico que evita que entre la luz y el sol me deja ciega durante unos segundos.

Deslizo la puerta para acceder al balcón y me encuentro a un Luca totalmente diferente al de ayer: su aspecto es relajado. Está fumando despacio mientras habla por el teléfono de algo que parece ser de su agrado. Me hace un gesto con la mano pidiéndome un minuto y tira la colilla al cenicero.

- ¡Sí, Margot! Ya, ya lo sé. Te tengo que dejar, vale. Sí, eso es justo lo que ha pasado. Sí. Sí. Sí – ríe desenfadado -. Y sí a eso último también. Y yo.

Lo miro levantando una ceja intentando luchar contra los rayos del sol. Deja el móvil en la pequeña mesa que tiene en el balcón y da dos pasos muy largos hasta ponerse a mí altura.

- ¿Qué pasab...?

Pero no me deja terminar la frase. Me abraza por la cintura y se queda así, totalmente pegado a mí. Me aprieta tanto que en pocos segundos empiezo a notar que me falta el aire y descansa su cabeza en mi hombro. Tardo un instante en reaccionar y subo mis manos por el lateral de su cuerpo hasta llegar a su cuello.

- ¿Se puede saber qué diablos te pasa? – pregunto divertida.

Separa poco a poco su cabeza de mi cuerpo pero no se aleja demasiado. Me mira sonriente pero con un matiz totalmente nuevo. Parece tener la necesidad de sonreír, es incapaz de cambiar su gesto.

Ropa por romper: ALASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora