4

1.8K 151 10
                                    

—Es preciosa—comenté viéndola correr despreocupada, disfrutando.

Noté por el rabillo del ojo que se había acercado hasta colocarse junto a mí, con los brazos cruzados sobre el pecho.

—Lo es.

—Al igual que tú; siempre has sido hermosa—giré mi cabeza, observando su perfil, perfil que a pesar de los años de no haberlo visto, sabía con detalles.

El silencio se hizo presente después de eso; ninguno dijo otra palabra. Todos dicen que los silencios son incómodos, pero este no lo era, pero ya me estaba impacientando el no recibir una respuesta de su parte.

Aclaré mi garganta, obteniendo su atención. —¿Ella es...

—Sí, Mike. Lo es—pasó una mano por su cabello, apartándolo de su rostro—. Es tu hija.

Algo dentro de mí que ya conocía la respuesta, se alegró por la confirmación.

Sonreí, pero una mueca la reemplazó. —Entonces, ¿por qué nunca me lo dijiste? ¿Por qué te fuiste ese día? ¿Acaso ya no me amabas? —las preguntas salieron sin proponérmelo.

Fueron unos segundos en el que el silencio volvió, pero fue ella quien lo rompió esta vez.

—Tenía miedo, Mike. Tenía miedo, porque era algo que no habíamos planeado. El tour recién empezaba y quedé embarazada, y no podía poner otra carga más sobre tus hombros—nunca apartó los ojos del suelo—. Tenía miedo de lo que podría decir la prensa sobre mí, sobre nosotros dos, sobre el bebé; estaba aterrada—rió sin humor, levantando la vista, mirando al horizonte—. Sabes que no soy la mejor tomando decisiones cuando tengo miedo.

Se detuvo un breve instante. —Tenía miedo de que me dejaras—susurró al tiempo que una lágrima descendía por su rostro.

Posé una mano en su rostro, obligándola a mirarme; con el pulgar sequé esa lágrima.

—Nunca te hubiera dejado, nena. Nunca, menos estando embarazada de mi hija—sus ojos estaban con lágrimas no derramadas; acorté la distancia que nos separaban; su respiración se volvió acelerada, igual que el ritmo de mi corazón—. Las habría protegido de cualquier cosa; habría borrado todas tus inseguridades; habría besado cada parte de tu cuerpo; consentido en cada momento.

—Sé que fui una estúpida por haberme ido, pero no sabía que más hacer—se quejó, con la voz quebrada y derramando las lágrimas.

La atraje contra mi pecho, abrazándola fuertemente; hundí mi rostro en su cuello, inundando mis fosas nasales con su perfume.

—No podemos cambiar el pasado—susurré en su oído—. Pero si podemos crear nuestro propio futuro, juntos.


ABBY; mgcDonde viven las historias. Descúbrelo ahora