La felicidad hecha persona

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Nos hicimos inseparables, yo no me imaginaba ya mi vida sin él y lo mismo le pasaba a él, el separarnos para ir a trabajar nos costaba un mundo. No sé si eso era amor o era obsesión pero no podíamos estar el uno sin el otro.
Tanto él como yo dejamos a las amistades un poco de lado, yo pensaba que era normal al principio porque estábamos en el mejor momento pero eso se volvió rutina.

Mis amigas me llamaban para quedar y yo siempre respondía: jo es que no puedo, ya he hecho planes con Dani, lo dejamos para otro día ¿vale?
Así una y otra vez, también había veces que quedaba con ellas y aparecía con él o nos encontrábamos por casualidad y lo mismo con sus amigos, aunque él los veía más que yo a mis amigas.
Escuchaba mil críticas de parte de mis amigas: Alex, no puedes seguir así, tienes que tener más vida a parte de él. O también: ¿Y si lo dejáis? Te verás sola porque nosotras estamos cansadas de ser el último plato...

A mi me daba igual, por primera vez en mi vida estaba siendo feliz y tenía al lado alguien que me quería de verdad. No parábamos quietos ni un segundo, siempre estábamos en la calle, cenando en algún restaurante, en el cine o en el teatro.

El primer año fue genial, todo eran palabras bonitas y sorpresas, un día un ramo de flores, otro día una cena romántica... Pero eso se fue acabando, era lógico ya no éramos unos niños y ya llevábamos un año juntos, ahora los detalles eran otros. ¿O no?
Recuerdo un día que le pedí que fuéramos a cenar y me había comprado un vestido rojo porque había escuchado siempre que a las rubias nos pega mucho el color rojo, era ajustado y por la rodilla y tenía una obertura en la pierna, era la sensualidad hecha vestido.
-Vale Alex, iremos a cenar pero cenar y punto que estoy cansado de trabajar pero claro tú que sabrás de eso sí tu trabajo es estar sentada.
-Mira Dani lo que me he comprado...
-Dónde vas con eso.¿A trabajar de puta? Conmigo no sales así a la calle. Vas provocando demasiado, encima te queda mal, ¿no ves que se te marcan todos los michelines? Da gracias a Dios que estoy contigo sino te quedarías sola porque das asco.

Me cambié de ropa y fuimos a cenar. Tenía razón, había engordado este último año.

Mi vida antes era ir en tacones, pitillos o faldas de tubo por la rodilla y camisas, ahora se basaba en vaqueros y camisetas. Supongo que eso pasa cuando creces y tienes una rutina. Mi rutina diaria era levantarme una hora antes que él para prepararle el desayuno y la comida que se llevaba al trabajo, limpiaba lo que podía porque no podía hacer ruido para no despertarlo después de que él desayunara ya me vestía yo y desayunaba y me iba a trabajar, cuando volvía preparaba todo para cuando él volviera.

Recuerdo otro día que volvió de trabajar una hora antes y a mi no me había dado tiempo aún de preparar la cena
-¿Aún no tienes la cena lista? ¿Qué coño has estado haciendo? Eres una puta vaca inútil, encima mírate aún más gorda, das asco. Me voy, no me esperes.

Yo no entendía nada, estaba a régimen y seguía engordando... A Dani ya no le gustaba y tenía miedo de perderlo y de repente una náusea... A partir de ese día aunque yo no quisiera vomitaba todo lo que comía, al principio me preocupaba pero después vi como adelgazaba y me gustaba la idea y se convirtió en algo natural, comía y me iba al baño a meterme los dedos.
En poco más de tres meses adelgacé 7 kilos pero tanto yo como él seguía sin verme bien.

Un día haciendo mi rutina de vomitar me pilló Dani
-¿Qué se supone que estás haciendo? Aunque vomites seguirás siendo una gorda además de gorda fea, mira que ojeras y mira que de arrugas, cómo es posible que con 25 años tengas este aspecto. Es increíble que me siga acostando contigo.

Tenía miedo, mucho miedo. No quería perderlo, él me hacía feliz y si lo perdía me moriría...

Diario de una locaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora